Un estreno con nervios y un amargo colofón
Lizio sustituyó a Carpintero, pero se retiró por unas molestias musculares
"¿Pero viene Lizio?" La pregunta surgió entre los desplazados cuando su menuda figura no aparecía entre los elegidos por Alcaraz para el choque frente al Recreativo. Su duda quedó resuelta pronto. El argentino, a paso lento, salió de una de las esquinas del Nuevo (viejo) San Bartolomé para escuchar el saludo de un par de sus nuevos fans. "Li-sssioooo", proclamaban con un marcado acento barriero. El porteño, tímido, mucho, pudo reconocer perfectamente a quien le interpelaba. Todo estaba cerca, muy cerca, en Mairena. Qué lejos le quedaba River Plate en su mente. Toda la primera mitad la vivió en un banquillo encalado e insuficientemente grande para doce reservas.
Hubo quien confundió al argentino, durante el descanso con uno de los niños que saltó al campo para imaginarse mayor (un error tolerable dado su alevín aspecto). Ya en ese impás exhibía, para algún curioso, su dorsal número 20 sin pudor. Mientras calentaba en un rondito, un peculiar hincha le espetó: "Lizio... ¿Quieres jamón?". La grada en pleno esbozó una sonrisa. Él, tímido para variar, sólo la esquejó.
Cuando la pelota comenzó a rodar, los suplentes de ambos equipos calentaban en un apretado rincón del ángulo oscuro, Lizio trotaba con el desdén propio del futbolista. Empezaron los cambios y nunca le tocaba. Cuando salió Lopes los suplentes ya sólo estiraban. Por fin, a las 22:19, Pierini le llamó. La grada se puso en pie para aplaudir el heraldo de su entrada. Eso sí, tuvo que esperar otros diez y un gol de penalti para poder acceder al campo. Cosas del directo. Suplió a Carpintero, se santiguó y se perfiló para lanzar una falta. Luque lo evitó.
Desde que comenzó a trotar se vieron otras cosas. Mejores. Un regate suyo y una asistencia precedieron a una ocasión clamorosa delante de su primer cancerbero en España. El golpeo, a contrapié, se le fue fuera por poquito.
Dañobeitia le regañó por no haber bajado lo suficiente en una acción defensiva. Y entonces pasó lo que pasó. Lizio hizo gestos de dolor, Alcaraz le pidió a Luque que le preguntara si podía aguantar... pero no pudo. Nueve minutos duró. Un problema muscular en su pierna izquierda precipitó su marcha del campo. Fue una noche breve, mala y rara. El maldito sino del cordobesismo una vez más. Al menos todo lo que le llegue al joven futbolista será mejor. Seguro.
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