La estética sin emoción aburre
El Barça ya es el mejor en la historia de la Liga a estas alturas, el Madrid sigue su estela, pero la entrega de los rivales multiplica los minutos de la basura · Al menos, la 'Liga de los Demás' depara golazos también
Salió al Camp Nou una Real Sociedad animosa, con la zaga lejos de su portero Bravo, tratando de apretar lo más arriba. Con trazas de equipo ordenado. Hace unos años, con eso, el Barcelona acababa ganando la mayoría de las ocasiones cuando se le plantaba un rival de ese tenor, pero en alguna que otra tropezaba. Llegaba un Aldridge de turno que veía una rendija para hacer daño al gigante. O, de repente, los azulgrana no tenían su día inspirado, le cogían asco al partido y la Real se lo iba creyendo hasta puntuar. Pero ese margen es hoy reducidísimo. Tanto, que parece que lo del Hércules fue más por absentismo estival que por otra cosa.
Porque la Real, esa Real tan digna en el año de su regreso a Primera, tardó en entregarse el pasado domingo lo que tardó el campeón en sacar su tiralíneas en ese primer gol de Villa en el minuto 8. Y se acabó, no hay más que hablar. Monólogo, catálogo de delicatessen y manita. Después de la joya que fabricó Messi en el minuto 46, tras ese 3-0, la Real se dedicó a mantener la posición y pensar en su siguiente partido, ante el Valencia en Anoeta. La emoción hacía tiempo que había muerto. Y la competición como tal. Sólo se trataba de deleitarse con la mera jugada del barcelonista de turno. Y eran tantos los pases y adornos, que no parecía deporte profesional. Llegó un momento en que la estética per se frisó el aburrimiento, faltaba algo. La raíz de este juego, la sangre que nutre a este tinglado: la emoción, lo que Hitchkock pedía a un buen guión para que la gente acudiera a las salas a ver sus películas.
El barcelonista no estará de acuerdo, pero el resto de aficionados seguro que echaron en falta algo en esos 45 minutos de no fútbol en el Camp Nou. Medio partido con minutos de la basura es mucho tiempo. Como en Pamplona la jornada anterior, o como en tantos y tantos partidos precedentes.
El otro equipo que no milita en la Liga de los Demás, el Real Madrid, llega al mismo destino, la victoria sin emoción, por otras vías más directas, menos barrocas pero con una eficacia similar. En su caso, los focos se centran más en una pieza, o más bien un arma de destrucción masiva, Cristiano Ronaldo, pero el acompañamiento también convierte en comparsas a todos los que tienen enfrente. El Madrid impone también el monólogo, aunque a su estilo, el del rodillo. Planta su caparazón impenetrable -Casillas, Carvalho, Pepe y ahora Lass Diarra- y ejecuta con latigazos mortales: Xabi Alonso lanza, Marcelo sorprende desde atrás y Özil, Di María y Cristiano resuelven.
ASTERISCOS EN LA TABLA
La Liga está llegando a un punto en que será necesario especificar en la clasificación qué equipos han jugado ya con Barcelona y/o Madrid y quiénes tienen aún pendiente ese fatídico trance antes de que acabe la primera vuelta. Los que hayan jugado ya con uno, un asterisco junto a su nombre; los que ya lo hayan hecho con ambos, dos asteriscos. Los asteriscos del alivio.
Pero no todo va a ser mohína en la Liga de los Demás. También ahí anida el espectáculo, claro que sí. No hay más recordar el manojo de golazos de la pasada jornada: los dos de Piatti, el de Trezeguet de tacón, el eslalon de su compañero Kiko, el de falta directa de David López o los dos de Agüero. Es el consuelo de los mortales.
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