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Con la enseñanza de Luis Aragonés (3-1)

  • El CCF rompe su mala racha en casa con un partido de más ocasiones que fútbol que le permite colocarse en una zona tranquila. El 2-1, en la fase en la que más inclinada estaba la balanza del lado visitante, clave.

En sus seis décadas de existencia, un puñado de nombres míticos ha defendido la camiseta del Córdoba. Quizás el que más, por la trascendencia posterior como entrenador, sea Vicente del Bosque. Pero en la fase en que navega actualmente el equipo, la imagen que se presenta es la de Luis Aragonés. El de Hortaleza, desde el cielo, ha sido la inspiración del Atlético en esta campaña que va camino de ser histórica. Estuvo presente en la serie de Champions con el Barcelona y también en cada partido de Liga. Aquello de "ganar, ganar, ganar y volver a ganar" que parece nimio, esconde un mensaje trascendental. Más allá de estilos, dibujos, esquemas y demás parafernalias técnicas, lo que verdaderamente hace feliz a todo profesional y fiel a la causa es acabar por encima del rival. Ver hincar las rodillas al enemigo es un placer por el que se trabaja toda la semana. Da igual si llega acompañado de un gran espectáculo o un bodrio de cuidado. Eso es sólo la guarnición al solomillo, que es lo que de verdad te llena.

Consciente de eso, de que comer todos los días ya es un premio al alcance de pocos, Ferrer ha elegido un camino alejado del virtuosismo para hacer crecer a este CCF. Avisó en la previa y, por primera vez desde su llegada, fue consecuente. Hizo sólo dos cambios respecto al once de El Molinón, y ambos forzados por las bajas de Luso y Xisco. Y el equipo jugó a lo mismo. Unos dirán que a nada, otros que a todo. Lo cierto es que dejó a seis futbolistas por detrás de la pelota y abusó del balonazo más que del juego directo, pues sus puntas estaban en clara inferioridad con los contrarios la mayoría de las veces. Entre otras cosas porque el Alcorcón, a pesar de estar más necesitado, se presentó con una línea de cinco zagueros y pocas ganas de triangular también. Partida de ajedrez con el balón quemando de lo lindo.

Pero para querer jugar al cero en tu portería, lo primordial es conceder lo justo al enemigo. Y las zagas se empeñaron en hacer lo contrario, dibujando un partido con más ocasiones (o llegadas) que juego. Pedro asustó antes del minuto uno con una internada en la que pidió manos de Chema al corte y los madrileños respondieron de manera más contundente aún con un remate a la carrera de Óscar Plano al poste. Parecía que al menos el partido iba a estar entretenido porque la pelota llegaba rápido al área rival. Uli Dávila cazó una pelota en la frontal y lo intentó con una volea, demostrando que está seguro de poder jugar un papel importante en este equipo. Aunque a su juego entre líneas le falta regularidad y consistencia para ser verdaderamente peligroso.

El paso de los minutos enfrió los ánimos en ambos equipos. ¿Qué es eso de mirar tanto para arriba?, diría más de uno en los banquillos. La chispa del inicio pasó a ser monotonía y abulia. Nadie quería dar más de dos pases seguidos y la medular, con lo que había, pasaba de ofrecerse a las retaguardias, por lo que el balón viajaba por el aire de un lado a otro sin mucho sentido. Pinillos quiso romper el guión con un par de subidas con mucho criterio, pero fue Gunino el que sacó un centro que Juanlu condujo con la testa al poste de Dani Giménez. Ese susto hizo despertar de nuevo a los contendientes, que dibujaron un final de primer acto frenético... y plagado de errores. Juli y Plano no acertaron a aprovechar los de Bravo y Obiora antes de que un desajuste facilitara el 0-1. Era el peor escenario posible visto el rival y su hacer. Pero la lesión del nigeriano y la entrada de Abel cambiaron el panorama, con la colaboración de Chema que facilitó el penalti que dio origen al empate. Todo igual y 45 minutos por delante.

Tras el intermedio, el CCF pareció cambiar de estilo y marear algo más el balón. Pero fue un espejismo. Porque el Alcorcón se percató de que podía hacer más daño y se fue a por el partido. Plano sacó de carrera a Bernardo para hacer intervenir bien a Juan Carlos, vital también en una falta de Mora, que poco después estrelló otro golpe franco en el larguero. Era la mejor fase de los visitantes... cuando una contra iniciada por Abel supuso el 2-1. Bordalás modificó el sistema y pasó a jugar con un 4-2-3-1 para tratar de igualar de nuevo, pero se encontró con un CCF ordenado y con oficio que evitó que se jugara mucho más e incluso amplió la diferencia tras otro error defensivo.

 

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