Un ejército en desbandada
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El Córdoba cierra el curso y abre una remodelación drástica en su estructura · Hubo más decepciones que revelaciones
Lo mejor de la temporada 2010-11 es que se terminó. Fueron muchos los profesionales de la casa blanquiverde que se manifestaron en estos términos o similares después del encuentro en Montilivi, que cerró un ciclo en una entidad que vive momentos de profunda convulsión. La campaña resultó, en líneas generales, decepcionante. Para la afición y, seguramente, para los propios protagonistas, por más que en muchos momentos se tratara de resaltar desde dentro del club -no sin razón- el valor de haber sufrido un día a día torturante.
El balance final ha sido discreto en lo estadístico (puesto 16, seis por encima de la zona de descenso y catorce por detrás de las eliminatorias de ascenso) y malo en cuando a las expectativas y la imagen. Nunca hubo un momento en el que los cordobesistas se postularan como una alternativa real a los puestos altos, o al menos a merodear con una razonable ilusión por los aledaños del play off, y eso terminó por espantar a los aficionados de El Arcángel. El equipo tuvo menos seguidores que el curso anterior, que también fue peor que el precedente en lo que se refiere a cobertura del aforo del estadio. Durante la etapa de Alcaraz se dio una paradoja: los campeonatos con menos problemas para la permanencia no cautivaron a los aficionados, que acudían antes en masa a ver cómo se salvaba (o no) la categoría en temporadas cochambrosas. Cosas del fútbol.
Lo más destacable del curso fue la irrupción de varios canteranos (Fernández, Fede Vico, Mane, Hervás, Coca...), que junto a gente como Pepe Díaz, Javi Flores, Jorge Luque, Alberto Aguilar o Juan Fuentes contribuyeron a acordobesar un poco más al equipo. También destacó la evolución del joven Samuel Camille y las sólidas prestaciones de los veteranos David de Coz y Tena. El central Richy se asentó y maneja ofertas interesantes (se habla del Deportivo y del Betis), y la gran revelación fue el brasileño Charles Dias de Oliveira. Llegó de la Segunda B con un sueldo modesto y marcó 15 goles. Con varios como él quizá todo hubiera cambiado.
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