"No hay día que no me acuerde de ese partido"

El técnico ferrolano, ahora en el Azkar Lugo, tiene claro que "si el proyecto hubiese durado otro año, habríamos subido"

Bruno García, durante un partido del Grupo Pinar.
J. C. L. / Córdoba

30 de abril 2011 - 05:02

Bruno García Formoso (6 de junio de 1974, El Ferrol) llegó al Grupo Pinar en 2004 y dirigió al equipo durante dos temporadas, jugando sendos play off de ascenso. Córdoba le sirvió como trampolín para firmar por el Leis de Pontevedra, con el que finalmente logró el ascenso a la División de Honor, y en 2007 firmó por el Azkar Lugo de la máxima categoría. En la temporada 07-08 fue nombrado mejor entrenador de la competición y hoy sigue al frente del cuadro lucense. Pero el paso del tiempo no hace que cada vez que recuerda su etapa en el Adecor los sentimientos afloren en su mente.

-¿Cómo recuerda ahora su etapa en Córdoba?

-Es imposible que me olvide por el trato recibido, aparte de los éxitos deportivos de un proyecto que empezó sin la obligación de jugar el play off. El primer año lo jugamos ante el Bilbo, que a la postre logró el ascenso, y el segundo era la continuidad de un proyecto a largo plazo con la idea de subir a la máxima categoría. Siempre dije que nos faltó un año más, porque nos tocó el Barcelona, que también ascendió, pero el siguiente año tenía que ser el del Adecor. No pudo ser por las circusntancias, pero a nivel deportivo fueron dos años exitosos y magníficos, sobre todo a nivel personal.

-¿Y qué me dice del 'play off' contra el Barcelona?

-No hay día que no me acuerde. Nos quedó el sabor agridulce de no poder ascender a ese equipo a la máxima categoría, que es donde la ciudad merecía en ese momento, y por una directiva que trabajó muchísimo.

-¿Qué le viene a la mente?

-Era una experiencia didáctica para el equipo y el club, porque venía la marca Fútbol Club Barcelona. Recuerdo que en el entranamiento del viernes había niños con camisetas del Barça. Mucho antes los medios empezaron a movilizarse y a crear un ambiente tremendo en torno a aquel partido. Con Vista Alegre a rebosar no estuvimos nunca sueltos, porque no habíamos jugado nunca así, parecía que no estábamos en casa. El equipo no hizo su mejor partido, porque jugó desde el stress de lo que estábamos viviendo. El segundo partido fue excelente y ellos reconocieron que habíamos sido mejores y merecimos forzar el tercer partido. Fue una pena, porque era el golpe de efecto para que el fútbol sala calara definitivamente en la sociedad cordobesa. De verdad que fue una pena, porque el proyecto necesitaba otro año para la explosión definitiva. Estoy seguro de que lo hubiésemos conseguido.

-¿Fue Córdoba clave en su carrera deportiva?

-Fue un momento crucial. Yo tengo plaza de profesor de Educación Física en Galicia y al principio lo compaginaba entrenando equipos de Plata en la región. Pero decidí apostar por mi ilusión de ser profesional de este deporte, y eso me llevó a aceptar la oferta de Córdoba. Conocí otra ciudad, otro grupo, y fue una experiencia enriquecedora de la que me acordaré siempre. Córdoba supuso el paso decidido para ser profesional del fútbol sala en un momento en el que había que medir mucho los pasos, pero a las dos semanas me di cuenta de que la decisión era correcta.

-¿Tan pronto?

-Sí. A las dos semanas sabía que ir a Córdoba había sido un acierto. El trabajo, la ilusion, el factor fortuna, la suerte... Todo forma un compendio de factores para evaluar una decisión, pero la empatía que recibí desde que llegué a la ciudad fue tremenda. La sinergia de todos esos factores positivos, junto con la plantilla, la directiva y el cuerpo técnico me dieron la razón.

-¿Y qué queda en su recuerdo del Adecor como club?

-Tiene dos condiciones que provocan que tuviese éxito. Primero, el clima familiar de trabajo y de unión, y luego la identificación de los jugadores, sobre todo los de casa. El club tenía una capacidad de trabajo y de profesionalización fuera de toda duda, con la presidenta y Gemes en el aspecto de gerencia, Nando Ariza, Manolo Varona, Paco Dugo... Todos. Ilusión, familiaridad y seriedad en el trabajo hacen que un club humilde pueda llegar trabajando donde Adecor podía haberlo hecho. También hay que destacar que en los dos años que estuvimos el apoyo del patrocinio de Grupo Pinar fue fundamental, y de hecho estaban decididos a seguir apoyando el proyecto, pero al final fueron las instituciones las que pusieron las trabas.

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