El canto del cisne 'plavi'

EQUIPOS DE LEYENDA · YUGOSLAVIA '90

La Guerra de los Balcanes partió a la selección que fue campeona en el Mundial del 90 y el Eurobasket del 91

El canto del cisne 'plavi'
El canto del cisne 'plavi'
Javier Dale

28 de julio 2008 - 05:02

Yugoslavia siempre fue una potencia mundial en baloncesto. Desde los tiempos de Korac, la sucesión de estrellas procedentes de ese amalgama de creencias y nacionalidades que puso fin -o al menos pausa- a la histórica Cuestión de oriente engarzó una cadena de relevos estelares -Delibasic, Slavnic, Dalipagic- que garantizaron su éxito en el deporte de la canasta. Pero, en el tránsito de los 80 a los 90, Yugoslavia recibió la bendición del talento. Los Petrovic, Cutura y Paspalj se vieron acompañados de una generación de un talento inédito, que firmó su presenctación en sociedad en el Mundial sub 20 de Bormio, en 1987. Los Kukoc, Radja, Divac, Djordjevic y Danilovic garantizaban no sólo el relevo generacional, sino una composición de plantilla de una altura desconocida en Europa. No obstante, ese equipo nunca pudo ser. Dejó muestras de su talento en el Mundial de Argentina '90 y el Eurobasket de Italia '91, donde cosecharon sendos oros antes de que el desmembramiento de la Europa del Este se convirtiese en esa tragedia conocida como la Guerra de los Balcanes. Así, Yugoslavia nunca pudo reinar.

De cara al Mundial de 1990, disputado en Argentina, Yugoslavia ya llegaba como campeona de Europa. La generación de Petrovic, Cutura y Paspalj recibió el apoyo de Kukoc, Radja, Divac y Danilovic para conquistar Europa y lograr un oro que se les negaba desde la Juegos Olímpicos de Moscú '80. El Mundial significaba la reválida del talento de un bloque que contaba con unos EEUU heridos en su orgullo -la derrota en semifinales ante la URSS en la Olimpiada de Seúl aún pesaba- y que orquestó un equipo más que notable para el evento. Alonzo Mourning, Billy Owens, Christian Laettner y Kenny Anderson, que ocuparían los primeros puestos de los Draft venideros se sumaban a la célebre conexión May-Day (Lee Mayberry y Todd Day) de la Universidad de Arkansas. La URSS, aún sin Sabonis, pero con Volkov y Tikhonenko, era el tercer rival en discordia.

derrota inesperada

Yugoslavia, no obstante, perdió el cartel de favorito en la ronda preliminar. Tras deshacerse cómodamente de Venezuela y Angola, el cuadro plavi cayó ante Puerto Rico (77-82) en lo que fue la presentación en sociedad de los boricúas José Piculín Ortiz, Jerome Mincy y Ramón Rivas, y la única derrota en encuentro oficial de los balcánicos entre 1989 y 1991. Mientras tanto, EEUU doblegaba con facilidad a Grecia, España y Corea del Sur. Como segunda de grupo, los balcánicos se vieron obligados a jugarse el pase a semifinales compitiendo con el Brasil de Óscar, la Grecia de Gallis y la URSS, donde el georgiano Alexander Volkov había asumido los galones del ausente Sabonis. Y fue entonces cuando los plavi destaparon el tarro de las esencias. Con Petrovic como estilete ofensivo y la solvencia de Paspalj, Divac y Savic bajo tableros, Toni Kukoc encontró el modo de liderar a su equipo en tres victorias consecutivas. Un claro 105-86 acabó con las esperanzas de Brasil, mientras que de nuevo Kukoc, que sería el MVP del torneo, doblegó a las URSS por 100-77, cobrándose la venganza de la final de Seúl '88. Con cierta relajación, tan típica de Yugoslavia, doblegaron a Grecia por 77-67, el mismo día que saltaba la sorpresa de la derrota de EEUU ante Puerto Rico (81-79). Yugoslavia quedaba condenada a medirse a los norteamericanos en semifinales.

Y ese día, surgió Drazen Petrovic. Dolido por su papel marginal en los Blazers, anotó tres triples en la primera parte del cruce para poner el 51-43 para los yugoslavos al descanso. El tenaz trabajo de Mourning (26 puntos, 11 rebotes) ante Divac consolidó la remontada americana, que alcanzó el 60-57 antes de que Petrovic, que estaba en el banquillo, retornara a la cancha a 15 minutos del final. Tres asistencias de Kukoc propiciaron otros tantos triples de Petrovic (el croata anotó 31 puntos en la semifinal) que, apenas nueve minutos después, ya habían puesto un 91-70 en el marcador que se barruntaba definitivo. EEUU apenas pudo añadir algo de pundonor para certificar una derrota (91-78) que, para sus compatriotas, resultaba vergonzante. Los plavi, como en Seúl, esperaban a la URSS en una final que no tuvo historia. Entre Kukoc, Petrovic y Paspalj pusieron el marcador 24-9 mediada la primera mitad. Lo demás fue vivir de las rentas que generó un Kukoc genial (14+7), que permitió el lucimiento de Petrovic (20 puntos), Paspalj (16), Zdovc (13) y Savic (11). El 92-75 final confirmó a Yugoslavia como la mejor selección del mundo. Pero cinco minutos después, surgió el primer problema...

la fractura

Divac -apenas seis puntos en la final, minimizado por Belostenny- discutió públicamente con Petrovic. El pívot serbio recriminó al escolta croata que exibiera la bandera dálmata en la celebración por el título. El enfrentamiento fue tan agrio que el Genio de Sibenik, con la excusa de prepararse para competir en la NBA tras su traspaso a los New Jersey Nets, fue la primera baja de Yugoslavia para el Eurobasket de Italia '91. Ya nunca volvieron a hablarse. Con Divac como líder en el vestuario y Kukoc en la cancha, el cuadro de los balcanes, formado además por Radja, Savic, Danilovic, Djordjevic, Perasovic, Zdovc, Komazec, Sretenovic y Jovanovic, no tuvo problemas para vencer en el Eurobasket sin perder un solo encuentro. Los problemas llegaron de fuera: en pleno campeonato, el parlamento esloveno declaró la independencia de la República respecto a Yugoslavia y obligó a Jure Zdvoc a abandonar la concentración del campeonato antes del choque de semifinales. Al día siguiente, mientras Yugoslavia se deshacía de Francia en semifinales, arrancaba la Guerra de los Diez Días, que marcó el inicio de la Guerra de los Balcanes. La victoria ante Italia en la final, por 83-77, fue el punto final de la legendaria selección de Yugoslavia.

dudas y conjeturas

La posibilidad del reinado yugoslavo, incluso en los Juegos de Barcelona '92 y a pesar del Dream Team, se esfumó en ese momento. De cara a esa cita olímpica, si ese híbrido de confesiones y nacionalidades que se llamó Yugoslavia no hubiese concluido su ciclo histórico con una devastadora guerra, el combinado balcánico habría podido formar en la capital catalana con Djordjevic y Zdvoc como bases; Petrovic, Perasovic y Danilovic como escoltas; Kukoc, Paspalj y Komacek como aleros; y Divac, Radja, Savic y Vrankovic como pívots. Croacia, sólo con la mitad de esos jugadores, aguantó un cuarto al celebérrimo Dream Team para acabar cayendo por 31 puntos de diferencia. Quizá, de no haber mediado el conflicto bélico, el equipo de los Magic, Jordan, Bird y compañía habría sufrido para lograr ese triunfo. Y tal vez hoy, la autentica leyenda sería Yugoslavia.

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