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Como un buque a la deriva

  • José González está frustrado porque su empeño no encuentra recompensa en el marcador · Las ausencias condicionaron un cesto con mimbres netamente ofensivos

El pasado 15 de junio, el Córdoba arribó a buen puerto. La permanencia amarrada en Anoeta supuso un espaldarazo al proyecto: el capitán (José González) se quedó al frente de un navío con todos los requisitos para surcar el vasto océano de Segunda al abrigo del viento, y además se rodeó de marineros de su corte. Tres meses después de que otro campeonato echara a andar, resulta que el barco no avanza, e incluso amenaza con hundirse. A José le quedan muchos cabos sueltos, y nadie puede garantizar que el gaditano vaya a ser el encargado de hacerlo. Ayer le tocó al Elche ejercer de pirata, con Claudio Barragán como cabecilla y una tropa de aguerridos tripulantes: Acciari y Usero manejan el timón y David Fuster activa los cañones. El bando blanquiverde llegaba a la batalla con muchas bajas, y las pagó. Ahora está malherido. Sobrevuela la opción de sacar la bandera blanca.

defensa

El Córdoba salió con la misma defensa de las dos primeras jornadas, resueltas con un 0-3 ante el Hércules y el 1-0 en Vitoria. Mario ocupó el lateral derecho por la sanción de Ceballos y Gaspar cubrió la vacante como central del renqueante Pablo Ruiz - en el banquillo quedaron Aurelio y el canterano Villarejo-. Además, las ausencias de Carpintero, Ito y Katxorro obligaron a José a componer un doble pivote inédito: Endika y Javi Flores. El técnico ni siquiera tuvo la opción de apuntalar la zona ancha con Gaspar por la referida baja de Pablo. Era previsible que Acciari y Usero ganaran la partida en el centro de operaciones, y así fue.Todos los balones divididos que rebañaba el Elche entrañaban peligro por la verticalidad de David Fuster. A ello se sumó el atrevimiento del lateral Zubiaurre, fundamental para desatascar el partido con la subida que provocó el penalti por mano de Rubén. El segundo y el tercer gol llegaron de repente, en sendas acciones en las que Usero y David Fuster aprovecharon las lagunas del Córdoba en su pasillo de seguridad.

Los delanteros presionaron más arriba que en anteriores compromisos, para dificultar la salida del balón. No bastó.

ATAQUE

El Córdoba debía demostrar que había aprendido la lección después de su fracaso en Salamanca. Para ganar hay que evidenciar un mínimo gusto por el ataque, saber triangular e inquietar al adversario. Los blanquiverdes tuvieron más fluidez con el esférico, en gran medida favorecidos por la presencia de Javi Flores en el eje. No obstante, adolecieron de precisión. Falta pegada.

Una volea alta de Yordi, una llegada de Javi Flores con disparo mordido, un testarazo inocuo de Asen… Así, hasta que se gestó la ocasión de Pepe Díaz, solo delante de Caballero merced a una prodigiosa asistencia de Flores. Al de Almodóvar se le escapó el gol por centímetros. Cristian Álvarez maquilló el marcador a balón parado y José agotó los cambios con el imberbe Javi Pérez, que en un cuarto de hora se postuló para ser bastante más que una mera guarnición. Hasta el final hubo garra (Pepe Díaz a la desesperada, Cristian a ras de suelo, Pérez cubriendo las espaldas a Rubén…). Pero, lo dicho: con eso no basta.

VIRTUDES

El equipo, a pesar de las bajas, murió de pie. El desparpajo de Javi Pérez es un guiño a una nueva era.

TALÓN DE AQUILES

Por lo visto ayer, el Elche no merece coquetear con el descenso. No se puede decir lo mismo de un Córdoba gris, colapsado.

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