Desde el banquillo también se ganan o se pierden puntos
Partidos como el del Mirandés te dejan una mezcla de sensaciones entre lo injusto, lo agridulce o el enfado con determinados protagonistas del choque. El encuentro tuvo absolutamente de todo y mantuvo a los espectadores en tensión desde los instantes iniciales hasta los escasos minutos de descuento dados por un arbitro que no contentó a nadie. Un gol visitante casi en frío a poco de comenzar, un tanto anulado, un penalti riguroso, un casi gol de Gálvez que se salió de dentro... Muchas circunstancias juntas que difícilmente coincidirán en otra jornada o, al menos, ese es el deseo si es para venir en contra.
¿Fue entonces justa la victoria burgalesa? Sin llegar a decantar la balanza en favor de ninguno de los dos contendientes, desde luego que hicieron lo que hay que hacer para ganar un encuentro de Segunda División. Carlos Terrazas, técnico rival, volvió a demostrar un perfecto conocimiento de su adversario, combatiendo sus puntos fuertes (haciendo un estrecho marcaje sobre Florin Andone, al que llegaron a defender hasta tres jugadores) y dejando en evidencia sus vergüenzas (sacando a Lago Junior de su posición habitual para llevarlo a la banda derecha y atacar el carril más vulnerable de los blanquiverdes). Eso, al margen del excelente sentido del juego colectivo, que saca lo mejor de cada uno de sus jugadores para beneficio del trabajo del equipo en un súper compensado 3-3-3-1 que se le atragantó al Córdoba y, sobre todo, a Oltra. Algo que se acentuó aún más cuando se quedó a falta de casi 20 minutos con un hombre menos por expulsión de uno de sus bastiones defensivos, Álex Ortiz.
El Córdoba, tal vez condicionado por las lesiones arrastradas en las últimas semanas de jugadores importantes, tuvo que repetir defensa de circunstancias. Y, claro, los resultados fueron idénticos. Continuidad en la alineación y segunda derrota consecutiva. Cuando las diferencias entre los que juegan siempre y los que pueden o están para jugar de vez en cuando son tan grandes, los riesgos aumentan considerablemente y más aún en una línea tan determinante como la defensa. Bijimine y Gálvez pueden ser dos futuros centrales para el Córdoba, pero sus prestaciones están hoy por hoy muy lejos de las ofrecidas por Héctor Rodas y Deivid. Lo extraño del caso es que tanto Rodas como Cisma estaban en el banquillo. Surge una duda razonable entonces y es que si estos jugadores están como reservas en este partido es porque se entiende que están para jugar. Si es así, mantener a Bijimine es una auténtica temeridad. El chaval cometió penalti en una acción en la que evidenció la lógica falta de experiencia de un futbolista en fase de formación. Hay que darle confianza, es cierto, pero ¿el objetivo del Córdoba permite estas licencias? Yo diría que no. Fidel estaba en su fase final de recuperación, igual que Rodas o Cisma, y sin embargo se le forzó a jugar teniendo, en este caso sí, un recambio de muchas garantías en Pedro Ríos, como luego se vio.
Los blanquiverdes pusieron ganas, se entregaron a pesar de ir a remolque durante todo el partido y no se le puede reprochar nada al equipo. Hay mimbres para seguir peleando por el ascenso y lo han demostrado hasta ahora. Ante el Mirandés, mi disconformidad es con el técnico y lo lamento porque está haciendo aquí un buen trabajo, pero él mejor que nadie debe conocer su plantilla y lo que hay en juego. Experimentar en partidos importantes como era éste no me parece de recibo por muy condicionado que esté por la recuperación de algunos de sus jugadores importantes. Un entrenador debe buscar soluciones convincentes ante problemas evidentes y utilizar el sentido común. Para empezar, no puede decir que con lo que tiene logrará el objetivo porque sabe que no es verdad, pues falta fondo de armario y un par de piezas para armar el puzzle. Darle la razón al que manda es siempre lo más fácil, pero no es lo más recomendable cuando el objetivo es el más exigente posible en el trabajo de un técnico. Las cañas se vuelven lanzas al final.
Con Fidel sin recuperar al cien por cien, tener a Ríos en el banco es un lujo imperdonable. Se vio con claridad cuando entró en juego. ¿Qué buscaba sustituyendo a Nando justo cuando más falta le hacía y cuando mejor estaba el futbolista? ¿Qué pretendía con la salida de De Tomás? Más bien tarde se dio cuenta de lo que había hecho retirando del campo a sus dos hombres de banda (Fidel y Nando) y retiró a Bijimine para dar entrada a un desquiciado López Silva. Y sólo después de rectificar y con el Mirandés con diez estuvo a punto de igualar la contienda. En definitiva, aprobado para el equipo y suspenso para el entrenador. Y sé que no es fácil cuestionar a un preparador de su currículo, que tiene al equipo arriba y que cuenta con casi todo a su favor por ser uno de los mejores relaciones públicas que han pasado por El Arcángel, pero creo que por honestidad debemos analizarle de igual manera que se juzga a un futbolista o un dirigente cuando no está acertado y no tiene un buen día, y no pasa absolutamente nada. Si se cuestiona a Del Bosque, a Rafa Benítez o a Luis Enrique por determinadas alineaciones o decisiones, por qué no a Oltra. Ante el Mirandés, el equipo estuvo por encima del técnico. Otras veces habrá sido al revés.
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