Getafe-Córdoba · la crónica

La alegría y el pobre (1-1)

  • Un grave desajuste defensivo en el 88' priva al CCF de su primera victoria, que hubiera sido un premio excesivo al pobre juego desplegado. Los blanquiverdes salen por ahora del descenso.

La primera victoria tendrá que esperar. Y eso que nunca antes había estado tan cerca. Pero un tanto de Babá en el minuto 88, tras un grave desajuste defensivo, dejó sin un premio que hubiera sido excesivo al Córdoba en el Coliseum. Porque el Getafe, con más ruido que juego, fue mejor a los puntos en una cita en la que los blanquiverdes se mantuvieron en pie muchos minutos a pesar de su deficiente orden en la retaguardia y en la que acariciaron el premio completo gracias a un gol de Ekeng en la única fase de cierto desahogo de la segunda mitad. No hubiera sido justo, pero sí un subidón a la confianza de un grupo al que aún le queda bastante para alcanzar su cima. No queda otra que seguir trabajando, puliendo defectos que, fundamentalmente ayer, aparecieron donde ya todos lo suponían: en las bandas. Pero con un punto más, y momentáneamente fuera del descenso, lo normal es que todo se vea mejor. 

El CCF ha empezado a encontrarse cómodo cerquita de su portería, atrincherado. Pero para ganar, además de frenar las vías de agua, también tiene que mirar al marco enemigo. Es un paso, aparentemente pequeño, que todavía le cuesta dar a los de Ferrer. Y eso que el técnico insiste en que los suyos tienen que ser protagonistas cuando tengan el balón. Bien porque no pueden o bien porque no terminan de tener confianza para intentarlo, lo cierto es que todavía el equipo está muy lejos de ese que haga daño de verdad. Y eso que en el Coliseum presentó una línea de medias puntas mucho más ofensiva, más descarada. Aunque de poco vale si luego no aparecen... 

Ante el Getafe, otro conjunto que ha virado hacia la rocosidad en busca de los puntos que alivien la clasificación, no se mostró peor de salida. Tampoco mejor. A decir verdad, ambos anduvieron entre impreciosiones constantes, lejos de mostrar un nivel mínimamente exigible para competir en la élite. Pero es lo que hay, no más. Quizás por eso, el partido no tuvo un dominador claro, aunque los locales jugaran más tiempo en campo contrario. Era la estrategia blanquiverde: esperar atrás para sorprender al contragolpe, con transiciones rápidas que no hallaran respuesta en el rival. 

Pero costó de lo lindo. Sobre todo porque ese nuevo modelo impuesto por Ferrer obliga a un trabajo de desgaste intensivo a los interiores, a los que luego les cuesta horrores aparecer por el otro área. El tema es que se antoja necesario, vital. El Getafe demostró saber que el principal handicap de este Córdoba en materia defensiva está en los costados y por ahí apretó. Especialmente por el de Gunino, que lo pasó mal y tuvo que ser auxiliado constantemente por Ekeng y Fede Cartabia. Así se explica la pobre participación ofensiva del argentino en el primer acto, desaparecido en la labor donde es más dañino. 

Los desdoblamientos de Escudero desde la cueva, la verticalidad de Diego Castro y la movilidad de Sarabia y Lafita creaban inquietud pegado a la cal. Pero la buena noticia es que Juan Carlos no tenía que intervenir siquiera para abortar el peligro. Eso sí, ya lo hizo Crespo para cortar un pase de la muerte con muy buena pinta. Luego, el sevillano erró al bascular en exceso, permitiendo a Yoda plantarse solo ante el meta, al que disparó sin fuerza poco antes de que una internada de Valera terminara con una volea desviada del centrocampista francés. 

¿Hubo algo del CCF en ataque? Pues Ghilas y poco más. Eso sí, el delantero franco-argelino evidenció que va claramente a más, aunque le faltó ayuda para poder crear más peligro. Porque uno solo contra cuatro es una misión poco menos que imposible. Aunque a punto estuvo de sacar petróleo el ariete en una contra iniciada en campo propio y que sólo Velázquez pudo cortar, a la perfección, ya dentro del área. Su siguiente aparición quedó en nada por la falta de compañeros a los que asistir desde la banda, mientras que la tercera finalizó con un derechazo desde la frontal que se fue ligeramente desviado. Detalles para albergar confianza, aunque el CCF tiene que hacer más para poder ganar. 

Sin embargo, los cimientos que está poniendo Ferrer invitan a ir con calma. Si bien la que está mostrando el equipo quizás sea excesiva para lo que hay en juego. Porque tras el paso por los vestuarios, el Getafe aumentó su presión, con llegadas esta vez repartidas por los dos costados y tocando todos los balones de estrategia, aunque sin peligro real para Juan Carlos, atento a la hora de blocar un disparo desde la frontal de Sarabia. 

Ese fue al arma utilizada por los blanquiverdes para inquietar algo a Guaita. Dos veces lo intentó Fede Cartabia, alejado de la banda dentro de la libertad de movimientos de la línea de desestabilización; en la primera al menos obligó a estirarse al meta azulón. Un soplo de aire fresco dentro del cada vez más intenso acoso local. Más que por ocasiones reales, por la intensidad y por presencia en el campo ajeno, donde hasta diez hombres del CCF se asentaban, dejando a Ghilas como una isla. 

Minutos después de que Fede Vico ocupara el sitio de un desaparecido López Silva, la lesión de Crespo obligó a Ferrer a gastar su segunda bala sólo para cubrir el hueco dejado en la banda. Todo lo contrario que su colega Contra, que buscó más mordiente con Hinestroza y Sammir. El partido estaba teñido de azul. Había que saber sufrir... o buscar una reacción. 

De momento, los cambios pararon algo el juego atolondrado del Getafe y el CCF empezó a verse algo más suelto. Una buena noticia. Ekeng lo intentó a la salida de un córner y Ghilas, otra vez Ghilas, permitió el lucimiento de Guaita con un testarazo a envío de Cartabia. Había pasado lo peor y las sensaciones ya eran otras. Sobre todo cuando Ekeng aprovechó un robo para hacer el 0-1. A un cuarto de hora para la conclusión del partido, el CCF se ponía por delante por primera vez desde que arrancase la temporada. Ahora bastaba con refrendarlo en tareas defensivas. 

Y para fortalecer la idea, Fede Cartabia dejó su sitio a Rossi. Más músculo en la medular. El mensaje ya estaba claro. Aunque había que evitar que el enemigo cogiera la idea, para que no se creciera más de la cuenta. No era fácil. El Getafe apretó con todo en los últimos minutos y el CCF pasó a defender aún peor, fatal. Babá y sobre todo Hinestroza, con un derechazo que murió entre el palo y la mano de Juan Carlos, acariciaron el empate. Un resultado que llegó sobre la bocina con la enésima internada de Escudero, que le comió la tostada a Borja para ceder al delantero senegalés. El enfado de Ferrer en el área técnica era de aúpa. No era para menos, porque el Córdoba había dejado escapar con un fallo propio la ventaja que tanto le había costado obtener. E incluso pudo ser peor, pues ya en el último suspiro un tiro de Escudero con su pierna mala rozó el poste. Hay que ver lo poco que dura la alegría en la casa del pobre... 

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