¿Y ahora qué hacemos?
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Virtualmente descendido, el Córdoba tiene siete jornadas por delante para tratar de lavar su imagen y evitar un puñado de récords El nuevo objetivo es ganar alguna posición en la tabla
El Córdoba empieza a asimilar su dolorosa realidad, lejos de la élite de la Primera División. Aunque todavía quedan siete jornadas para que finalice la competición, el futuro del conjunto blanquiverde está en la categoría de plata. Pero, ¿qué hacer hasta el 24 de mayo, fecha fijada para el último partido? De momento, seguir trabajando bajo la vara de mando de José Antonio Romero, el único que aún parece creer en el milagro bajo el amparo de las matemáticas. Y hace bien, pues si bien alcanzar los guarismos suficientes para soñar con la permanencia se antoja como una misión imposible -hay nueve puntos de desventaja con sólo 24 en juego-, las múltiples amenazas extradeportivas que acechan a varios clubes obligan a luchar por quedar lo más arriba posible. Además, por si éste fuera poco argumento, sólo el hecho de tratar de lavar la deteriorada imagen ofrecida hasta la fecha y especialmente en las últimas semanas, y evitar un buen puñado de récords negativos que el equipo está a punto de lograr deben aumentar el espíritu competitivo de un grupo que no puede dejarse ir con tantas fechas por completar. Ni por el presente ni por el futuro, tanto de la entidad como de los propios protagonistas, los que se queden y los que hagan las maletas de nuevo para volver a su lugar de origen.
El hundimiento ante el Elche sirvió para que el Córdoba tocara definitivamente fondo. Era el último tren... y se fue dejando al pasajero blanquiverde en el andén. El dolor se fundió con la impotencia, la rabia se mezcló con la crueldad. Fue la sexta derrota consecutiva en El Arcángel, todo un hito para un equipo que va camino de copar récords que nadie ha perseguido antes, empezando por el hecho de que sólo ha podido regalar un triunfo a su fiel hinchada como local desde que arrancó el curso, cuatro desde enero de 2014.
Además, el conjunto que ahora entrena José Antonio Romero apenas si ha sumado uno de los últimos 36 puntos -dos de 39 si se cuenta la igualada ante el Eibar que abrió esta interminable serie de fracasos-, lo que lo convierte de lejos en el peor de la segunda vuelta del campeonato. La racha de esta mitad del torneo permite, de paso, igualar una marca que hasta la fecha sólo habían firmado cuatro equipos más en la historia de la máxima categoría: Las Palmas (59-60), Celta (85-86), Sporting (97-98) y Albacete (04-05).
Pero por si fuera poco, aún hay más. La desastrosa serie en casa conlleva que sea el peor local de toda la competición, con apenas 9 puntos, menos de los que ha conseguido a domicilio (10) aún con un partido más jugado como anfitrión. Datos, en parte, consecuencia de la manifiesta incapacidad para dejar la portería a cero, que se demostró como un arma imprescindible durante la mejor fase de la campaña, pues con el 0-2 del Elche son ya 13 las jornadas consecutivas en las que Juan Carlos o Saizar han tenido que ir en alguna ocasión a recoger el balón de sus porterías. Por cierto, especialmente sangrante es la estadística en acciones de estrategia, con 17 tantos ya recibidos a balón parado, entre ellos los tres últimos: el empate en propia puerta de Florin Andone en Riazor y los goles de Enzo Roco y Pasalic para el Elche. El Albacete y el Numancia de la 04-05 son los últimos que habían sufrido similar lastre, con el añadido de que al Córdoba aún le quedan siete fechas más antes de que finalice el torneo.
Un tramo en el que el grupo debe hacer examen de conciencia con el objetivo final de lavar su mala imagen, lo que a buen seguro conllevará no alargar más unas marcas encaminadas a la deshonra. Algo que debe servir de acicate para que el grupo no se deje ir en lo que resta de campaña. Parece difícil que así ocurra porque Romero a buen seguro que no lo va a permitir. Aunque tampoco llegaría a entenderse lo más mínimo que los profesionales den por cerrada la campaña con tanta antelación, por muy difícil que esté el objetivo.
Porque el desafío que ahora se marca el club blanquiverde es el de intentar mejorar alguna posición en la clasificación antes de que el campeonato baje el telón, con el Almería -sigue pendiente de esa sanción de tres puntos de la FIFA que debe refrendar el TAS- y el Granada como primeros señalados. El reto pasa por terminar lo más alto posible por si al final las amenazas extradeportivas que acechan a algunos clubes de la élite pudieran provocar una repesca. El propio Elche o el Getafe ya fueron castigados con no poder fichar en el último mercado invernal y, sobre todo los ilicitanos, no están tranquilos aún. Sólo así hay que entender el mensaje final de Romero en la sala de prensa tras el duelo ante el Elche: "Me gustaría llegar a 35 puntos. ¿Se puede?". Un canto a que nadie se va a rendir. Porque es la hora de dar la cara para llegar al epílogo con la mayor dignidad posible, lo que serviría de semilla para preparar con garantías de éxito, al menos de cara a la masa social, el próximo ejercicio que, salvo milagro, desde el domingo está escrito que será de nuevo en Segunda División. Porque por mucho que digan las matemáticas...
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