Unidos como un caballo y el carruaje

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Una vez más, las hinchadas de Recre y Córdoba se profesaron públicamente su afecto en otra jornada de hermanamiento

Unidos como un caballo y el carruaje
Unidos como un caballo y el carruaje
Toni Cruz / Huelva

01 de mayo 2011 - 05:02

Love and marriage es una de las mejores canciones de Frank Sinatra. En ella proclamaba -con conocimiento de causa, puesto que el mítico cantante se casó nada menos que cuatro veces-, que el amor y el matrimonio van juntos como un caballo y un carruaje. Se supone que el sentimiento tira de la institución. Pues bien, es dudoso que La Voz de Holboken (por mucho que tuviera que venir algunas veces a España persiguiendo a su mujer Ava Gardner cuando le ponía los cuernos con el torero Mario Cabré) probara en vida las habas con chocos de Huelva.

Probablemente en el cielo sí. Porque allá arriba seguro que los angelitos y los demonios hacen convites y se quieren con mucha más naturalidad que en la tierra. Menos, si cabe, en el fútbol. Ayer ni la lluvia -que duró, justo al revés de lo que pasa en Córdoba, hasta el mismo pitido inicial- pudo con el enésimo acto de confraternización entre dos grupos de aficionados raros.

Dos que prefieren besarse y casarse en lugar de tirarse una semana o dos o tres o una vida discutiendo si Pepe golpeó o no el maldito tobillo de Alves. De si Mou prostituye el deporte o es Guardiola quien lo mata con su pinta de abad vestido con hábitos de Armani.

Bueno, en honor a la verdad, es imposible obviar que ayer en la carpa que se encuentra en la Avenida de Andalucía de la ciudad onubense también hubiera aficionados del Madrid y del Barcelona. Y que, al tercer o cuarto pelotazo, también saliera el tema nacional (mucho más grave, dónde va a parar, que que ya haya cinco millones de parados). Pero las divergencias se zanjaban en el preciso instante en el que alguien sacaba a relucir lo mucho que une a los dos contendientes a base del gran éxito de la tarde: "El Córdoba y el Recre unidos estarán". Incluso, para la ocasión, se cosió una bandera con los colores compartidos y ese eslogan.

Por eso, ayer la mayor controversia exhibida antes de acudir al Colombino versaba sobre si no hubiera sido un almuerzo más sustancioso un perol. Eso, y claro, las demandas de puntos de unos a otros. Al final ganó quien más -ojo, aparentemente- lo necesitaba. Y con un gol en propia puerta del enemigo-amigo para colmo.

Se puede discutir si un encuentro de fútbol no debe tener los condicionantes de rivalidad de las que -en estos momentos- carecen los Recre-Córdoba. Pero, por otra parte, resulta mucho más tentador rendirse ante la excelente acogida que, una vez más, brindaron los amigos onubenses a los valientes que desafiaron la lluvia, la carretera, las cruces y la lógica para ir a saludarlos. Por cierto, quien no se pudo acercar porque no le dejaron fue el caimán de la Fuensanta Koki. Órdenes del club le impidieron, quién sabe por qué, el compadreo con el venerable anciano de trapo que anima a la parroquia local.

De todos modos, realmente a estas alturas del asunto -metido en concurso de acreedores, con la mínima aspiración deportiva de asegurarse la permanencia cuantos antes, sin director deportivo, etc.- lo único que puede valer la pena de aquí al 5 e junio es tomarse unas buenas habas con chocos un sábado por la tarde cerca de la ría y brindar por un futuro mejor para dos vecinos excelentemente avenidos. Y a ver quién se atreve a desunirlos, porque como también canta Frank Sinatra en Love and marriage: "Trata de separarlos... es una ilusión".

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