Raúl caza uno al vuelo
Cádiz | córdoba · la crónica
Trabajado empate El conjunto de Lucas Alcaraz se afanó en contener a un impetuoso Cádiz, que tuvo las mejores oportunidades Imperial Navas cuajó una actuación impecable en su retorno al Carranza
Ni se deshizo, como en el segundo tiempo ante el Betis, ni se alió con los dioses del acierto, como frente al Villarreal B. Con un juego raquítico y errático y Raúl Navas como estrella en su regreso al Ramón de Carranza, el Córdoba conquistó un punto… y el Cádiz perdió dos. Porque si algún equipo hizo ayer méritos para ganar, fue el de Xabi Gracia. Pero en el fútbol vence el que marca más goles, y ayer los 90 minutos se antojaron cortos. El despropósito general, salpimentado con la bendita figura de un gran portero gaditano, derivó en dos roscos en el luminoso. Redondos como soles. Ningún tanto, sí, pero suficiente para cazar un punto.
Acababa de cumplirse el primer minuto cuando Dañobeitia se apoderó de un pase lateral de Erice y terminó desmayándose cerca del área. El Córdoba escondió la estrategia, Jorge Luque colgó y Pepe Díaz no acertó a controlar. El ardor del Carranza contagió al Cádiz, dubitativo en el arranque, hasta obligar a Jesús Rueda a despejar un centro en el punto de penalti y a Ceballos a conceder un córner. Erice se vio solo en el saque de esquina, pasado al segundo palo, y su remate botó sobre el larguero después de ser repelido por Raúl Navas sobre la raya.
Cinco minutos había durado la aplicación blanquiverde en la presión. Enrique ganaba la espalda a Agus una y otra vez y, como consecuencia, Arteaga estaba más preocupado de defender que de atacar y Jesús Rueda era prácticamente un tercer central. Por la derecha, las arrancadas de Dañobeitia resultaban infructuosas. Sólo Pepe Díaz aguantaba la pelota algún segundo más que el resto. El de Almodóvar rompió el fuera de juego tras un pase de Asen, pero el asistente levantó el banderín.
El Cádiz mandaba ante un CCF replegado e insustancial con el balón, cuyas opciones dependían de robos en el campo rival. Enrique llegaba por la derecha, y también Cristian; un centro del lateral, perseguido por Arteaga, provocó una pifia de David Lopes ante la que Raúl Navas rectificó con rapidez. El portero estaba siendo el mejor, una vez más…
Lesma López ató el partido en corto con tres amarillas -sólo Rueda en el caso del Córdoba- en apenas seis minutos. Las ansias por apropiarse de balones divididos pasaban factura a unos y otros. En ese marco brusco creciente, el Cádiz se inventó una jugada de tiralíneas con varias paredes que dejaron a Ormazábal solo ante Raúl Navas, pero el mediocentro argentino no llegó a empalar.
Allá por el ecuador del primer tiempo, los amarillos ganaban a los puntos sin discusión. Pero iban 0-0. De hecho, una asociación entre Asen y Dañobeitia permitió al vasco adentrarse en el área con el cuero controlado, pero en cuanto notó el leve contacto de Cifu se dejó caer con evidente exageración. Esos penaltis no se pitan nunca. La grada expresó su ira por el improvisado teatro.
El dominio territorial cadista no iba a más porque los locales no terminaban de engarzar por el medio. Al Córdoba le interesaba trabar el partido y no dudaba en cometer faltas lejos de su área. Y así se consumían los minutos, con más voluntad que destreza en el caso del bando de Xabi Gracia. Lucas Alcaraz lo veía intranquilo, a ratos sentado y a ratos de pie. A su equipo, inofensivo en las acciones de pizarra, no le quedaba más arsenal para hacer daño.
Carlos Caballero, el único cambio de los dos equipos en el intermedio, tardó un minuto en poner una asistencia de oro a Toedtli. El ariete uruguayo conectó un violento cabezazo a bocajarro y Raúl Navas se ganó la ovación de su antigua afición con una estirada que no desmereció a la antológica parada del inglés Banks a remate de Pelé en el Mundial de 1970. Impresionante. El cuero golpeó el travesaño antes de irse a córner.
Alcaraz intentó neutralizar el subidón cadista, plasmado también en un zapatazo de López Silva desviado por Navas, con el cambio de Jorge Luque por Carpintero. La sustitución estaba pensada de antemano, porque Pierini se había encargado de instruir al leonés y a Cabrera poco antes de la reanudación. Sin ir más lejos, el madrileño reemplazó a Dañobeitia -Pepe Díaz cayó a la derecha y Asen se quedó solo arriba en el nuevo 4-5-1, con trivote en el círculo central- cinco minutos después, en el 55'. Gracia, por su parte, dio la alternativa Nano en detrimento de Enrique. El ex cordobesista dio muestras de su potencia en sus duelos con Ceballos.
La incapacidad del CCF para administrar la posesión, con mil fallos en los controles y los pases, tenía a Lucas al borde del infarto. Desesperante. En medio del desconcierto, con el patadón como método de supervivencia, el colegiado echó una manita al no advertir una cesión de Ceballos a Navas (el lateral se acomodó el esférico para tocar hacia el guardameta con la testa). Deficiencias a troche y moche.
El único que ponía algo de sentido era Jesús Rueda, pero entre los centrocampistas y Casilla había 60 metros. Un mundo. El Cádiz, con las líneas más juntas, se proyectaba bastante mejor. Así, Nano provocó una falta de Ceballos y el lanzamiento cerrado de Carlos Caballero botó sobre el larguero. Otra vez.
Quedaba algo más de un cuarto de hora y el empate, sin duda, era un gran resultado para un Córdoba menor, exageradamente fallón en maniobras simples. En ésas, Gracia llamó a Diego Tristán, relevo de Toedtli. Como réplica, Alcaraz hizo debutar a Savoia. Asen dejó la punta al argentino y pasó a la derecha.
El cuadro blanquiverde mantenía el tipo gracias a la gigantesca aportación de Cabrera en la recuperación. Pero eso le daba para contener, nada más. Al fin y al cabo, lo que había hecho toda la tarde. Sin embargo, todo el trabajo puede irse al traste en un santiamén. Erice prolongó un córner y Tristán, con todo a favor, cabeceó arriba. Corría ya el minuto 83.
La gran ocasión del Córdoba, acaso la más clara de todo el encuentro en los dos arcos, llegó en el 85'. Ni Asen, que había robado el balón en la zona de tres cuartos, ni Savoia supieron resolver en sus desafíos consecutivos ante Casilla. Al margen de ese desliz, el atacante sudamericano dio un respiro a sus compañeros en la recta final al conservar la pelota utilizando el cuerpo y ese coraje tan propio de su país.
Se entró en el descuento con el 0-0 como consecuencia lógica. Tampoco Ormazábal, en un ajustado disparo desde la frontal tras dejada de López Silva, fue capaz de marcar. Y el Córdoba se echó el punto al zurrón, sin más.
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