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Presión, estrategia y cabeza

  • El Córdoba arrancó un punto, al final valioso, a la Real tras realizar una gran labor de desgaste defensivo y marcar a balón parado · Sólo sufrió... tras el pitido final

"Estamos capacitados para enfrentarnos a este tipo de partidos". "Tenemos que ser fieles a nuestra forma de juego". Estas frases las pronunció José González horas antes de partir hacia San Sebastián, la última estación de un curso emocionante hasta el último segundo. No se equivocó. El Córdoba afrontó el partido concienciado de que no podía dejar jugar a la Real Sociedad. La clave: adelantar la línea de presión, un arte en el que se faja como nadie Julio Pineda, ayer sustituto del sancionado Arthuro. El camero no fue la única novedad en el once inicial. Pablo Ruiz regresó al centro de la defensa y Cristian Álvarez entró para dar contundencia al costado izquierdo... y exprimir las acciones de estrategia, algo en lo que ayer mostró su mejor cara.

Defensa

La obsesión de José González era provocar un cortocircuito en el eje de creación donostiarra. Para ello era fundamental que Asen y Pineda se vaciaran en la primera oleada de una presión que empezaba en campo ajeno. Ito y Acciari, bien secundados por los hombres de banda, adelantaban líneas para cerrar las vías de agua que podían provocar Martí y Fran Mérida por el centro. Con ambos bloqueados, pese a que al cuarto de hora el doble pivote blanquiverde ya había sido amonestado, todo fue más sencillo.

El balón no llegaba con claridad a los hombres de arriba y eso facilitaba el trabajo a la retaguardia del Córdoba. Pablo Ruiz y Pierini siempre tenían las de ganar ante un Delibasic que reclamaba más compañía. Pero Xabi Prieto se mostraba incapaz de superar a un Rubén que ha acabado como un toro y de Díaz de Cerio apenas había noticias.

Sólo un fallo defensivo podía dar vida a la Real Sociedad tras el tanto de Julio Pineda. Y, como no podía ser de otra forma, llegó. Mario quedó emparejado en una falta lateral con Labaka, varios centímetros más alto que él. Eso, sin embargo, no le exime de dejarlo entrar solo hasta el borde del área pequeña para cabecear el balón que Gerardo había puesto en juego. Fue el único lunar en un engranaje defensivo que estuvo a la altura del partido.

Ya en los compases finales, con la única misión de amarrar el punto finalmente dio la permanencia, José dio entrada en el campo a Antonio. Esta vez, el experimento no tuvo la fatídica trascendencia del día del Hércules. El sevillano se colocó por delante de la línea de cuatro, reforzando una defensa que temía el ataque directo donostiarra, pero que supo sufrir para acercar una permanencia que no se hizo realidad hasta que Abraham Paz falló su penalti en Alicante. Para entonces ya había acabado el partido de Anoeta. Y en esos minutos fue cuando más sufrió el Córdoba, que se encontró con un enemigo menos fiero de lo que lo pintaban.

Ataque

En un partido en el que el peso del juego recayó en la Real Sociedad, las aproximaciones ofensivas del Córdoba quedaron reducidas mayoritariamente a las acciones de estrategia. Y, una vez más, como ocurrió en las cuatro últimas victorias del curso, "la pelota parada", como le gusta decir a José, dio resultado. Con Asen y Pineda más pendientes de la presión que de otr cosa, Cristian monopolizó el ataque.

El argentino gozó de la primera ocasión tras una jugada personal a la que llegó sin fuelle a la suerte suprema del disparo. También tuvo la última, ya en el tramo final, con un tiro dentro del área al que respondió a la perfección Riesgo. Aun así, Anoeta asistió a una de sus mejores versiones de la temporada en la ejecución de las faltas. La primera que puso en el corazón del área realista acabó con un cabezazo de Pablo Ruiz al larguero; la segunda la ganó Pierini y la posterior colgada de Asen la cabeceó a la red Julio Pineda. Una nueva conquista del laboratorio de González.

Virtudes

La estrategia volvió a funcionar. La presión maniató el eje de creación de la Real Sociedad y facilitó las labores defensivas.

Talón de aquiles

Un despiste de Mario costó un nuevo gol. Faltó aguantar el balón.

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