Pep y José en una pieza
Paco emula a Guardiola con una zaga de tres y a Mourinho con una rueda de prensa surrealista · La apertura de las Cruces deja la asistencia en 7.850 espectadores, pero animaron cuando más falta hacía
n torno a un equipo de fútbol hay de todo. Hay hinchas apasionados que se dejan los cuartos, la garganta, las palmas y el pellejo, enterados que se desviven por llevar la razón y aficionados de boquilla, vagos, que sólo se enganchan cuando todo sale a pedir de boca, hace solecito y/o les rebajan los precios, por no hablar de los gañotes. Por eso ayer no se rebasó la barrera de los 10.000 espectadores en El Arcángel, una cifra que se había quedado corta en los tres partidos anteriores: 14.409 ante el Huesca, 16.876 frente al Hércules (fueron muchos más, pero nunca lo sabremos por las deficiencias en los tornos) y 12.475 contra el Sabadell. Anoche, en la apertura de las Cruces del Mayo Festivo a finales de abril, sólo hubo 7.850 personas en El Arenal (básicamente, los de siempre), pero a la hora de animar no se echó de menos a nadie. El estadio fue una caldera y el Guadalajara pasó por la piedra.
En torno a un equipo de fútbol hay políticos y personalidades que arriman el hombro por el bien común o el propio, que se apuntan para salir en la foto o que acuden al palco para saludar a quienes les interesa. En torno a un equipo de fútbol también hay empresarios que pretenden lucrarse y suelen poner pies en polvorosa cuando las cuentas no cuadran. En torno a un equipo de fútbol hay mascotas que respaldan la presión a los asistentes, responsables de que el césped esté listo, porteros sin guantes, una fauna inacabable. En torno a un equipo de fútbol hay televisiones que sustentan el negocio, radios que ahora pueden volver a trabajar (pasando por caja, eso sí) y periódicos que pretenden contar lo que pasa. A su manera, claro. Y en los equipos de fútbol abundan los entrenadores que aceptan todos los comentarios cuando se gana y tuercen el morro, imaginando confabulaciones y perdiendo la perspectiva, cuando la pelotita no entra. E incluso cuando entra. Después de tres jornadas sin ganar ni marcar, Paco Jémez optó por afrontar el partido ante el Guadalajara con la prensa en contra. Y después, a pesar de retomar la senda del triunfo, se arrinconó en sus trece ante los micrófonos con un talante pueril, impropio de un profesional.
Paco fue ayer Guardiola y Mourinho en una misma pieza. Fue Pep, un técnico que ha removido cielo y tierra con sutileza para convertir al Barcelona en el campeón de campeones y que ayer mismo se bajó del barco azulgrana, delegando (definitivamente) en Tito Vilanova. Paco fue Pep con una defensa de tres y ganó el partido. Y con la victoria en el bolsillo mutó en José, en el "puto amo" de las ruedas de prensa. Paco fue José, un portugués agrio y maleducado, despreciando el trabajo de los periodistas que se habían dado cita en la sala de prensa de El Arcángel para trasladar su mensaje al cordobesismo. A los hinchas apasionados, a los enterados y a los aficionados de boquilla. Al mundo entero. Gente del balón, como él, que ve los toros desde la barrera y cuenta lo que pasa. Para que el Córdoba no sea el equipo de Paco Jémez, como el entrenador parece empeñado en creer, sino el equipo de todos. Aunque él no se dé cuenta.
Es una pena. Lucas Alcaraz, su antecesor en el cargo, se fue de El Arcángel sin una mala palabra hacia nadie. Reclamando su contrato íntegro, como debe ser, pero repartiendo parabienes. Y no es el granadino un adalid de la simpatía, precisamente. Pero se marchó como un señor y por eso ayer, después del partido, departía con miembros de su antiguo cuerpo técnico con una sonrisa en la cara. Después de que el Córdoba, su antiguo equipo, adelantara en la clasificación al Almería, el más reciente.
El fútbol, como la vida, pone a cada uno en su sitio. El Córdoba es de Paco Jémez, sí. Y de Carlos González. Y de José Antonio Nieto. Y de los porteros sin guantes. Y de Raúl Díaz. Y de ese aficionado vago que sólo se acerca al estadio con precios populares. El Córdoba es de esa plantilla que, abanderada por el orgullo competitivo de López Garai y Charles, se arremolinó en el círculo central con los tres puntos en la buchaca. El Córdoba es de la ciudad y de sus emigrantes. El Córdoba es de de todos, Paco. No te equivoques.
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