Nadal reta a Federer y la historia

Tenis l Abierto de Australia

El mallorquín puede convertirse en el primer tenista español que gana el torneo australiano y un 'grande' sobre pista dura, mientras que el suizo igualaría a Pete Sampras con 14 títulos de Grand Slam

Federer y Nadal en momentos de su participación en el Abierto de Australia esta semana.
Federer y Nadal en momentos de su participación en el Abierto de Australia esta semana.
Ignacio Naya (Dpa) / Melbourne

01 de febrero 2009 - 05:02

El gran duelo se traslada a las antípodas. Nadal y Federer que jugaron el pasado 7 de julio en la final de Wimbledon el mejor partido de tenis jamás visto, según la mayoría de los expertos, tienen una cita con la historia. Si gana el mallorquín, será el primer español que se adjudique el Abierto de Australia. Si se impone el suizo, igualará al norteamericano Pete Sampras, con 14 torneos del Grand Slam, en el olimpo tenístico. Es la cita soñada del mundo de la raqueta en el siglo XXI.

En Londres cambiaron muchas cosas. Rafael Nadal -"Rafa", como le llama el propio Federer tras años peleando por los grandes trofeos- demostró qué es un auténtico número uno y que su territorio no es sólo la tierra batida. Desde entonces no han vuelto a encontrarse en la cancha. Federer sumó otro grande, el US Open, a su envidiable palmarés. Pero Nadal se colgó el oro olímpico, asalto oficialmente el número uno del ranking y con su comienzo de temporada manda el mensaje de que habrá que luchar hasta la extenuación para apearle de ese pedestal.

Nadal es la némesis de Federer, el hombre que da sentido a la palabra rivalidad, el único oponente ante el que tiembla la inquebrantable seguridad del suizo. Nadal es todo nervio y músculo. Federer, elegancia y técnica.

El clásico entre los dos mejores tenistas del mundo vive hoy su edición número 19 en el Rod Laver Arena de Melbourne. Será la primera vez que el español y el suizo se enfrenten en una final de Grand Slam fuera de Roland Garros y Wimbledon, y la primera oportunidad de Federer de asaltar la marca mítica del estadounidense Sampras. "A mí personalmente me gustaría que Federer ganara los 14", dijo Nadal tras su partido de semifinales. "Espero que no sea pasado mañana [por hoy]. Pero se lo merece".

Federer y Nadal mantienen una relación cordial, lejos del cliché que rodea rivalidades de su intensidad. Son presidente y vicepresidente del consejo de jugadores de la ATP y hacen política juntos. Sus intereses fuera de la cancha discurren casi siempre en la misma dirección.

Nadal insiste en que Federer es el mejor jugador de la historia. Pero el español ha ganado 12 de los 18 partidos que han disputado. Los cuatro últimos, en 2008. El suizo no vence a Nadal desde las semifinales del Masters de Shanghai de 2007.

"Conforme van pasando los minutos está claro que, si te clasificas, la final cada vez se complica más. No hay por qué esconderlo", replicó el español. "Será difícil que esté 100 por ciento físicamente, pero al menos espero que mentalmente sí lo esté".

Esa es la gran fortaleza de Nadal, su capacidad para agarrarse a la cancha y luchar hasta el último aliento. A sus 22 años, el español busca sus propios hitos: su sexto título de Grand Slam, el primero en Australia y el primero de un español en cancha dura. De momento, no son comparables a los de Federer

"Quizá me convierta en el más grande en la era abierta", manifiesta el suizo. "Pero nunca de todos los tiempos". En el país de Rod Laver y Ken Rosewall, Federer mostró esa deferencia hacia los tenistas que abrieron el camino a lo que el tenis es hoy: un deporte superprofesionalizado en el que se mueven millones de dólares en premios y patrocinios.

"Probablemente nunca se sabrá quién es el mejor de todos los tiempos, y eso lo hace más interesante", abunda Federer. "A no ser, claro, que alguien venga y gane 35 Grand Slams". Él no lo logrará, pero si lo hiciera seguramente tendría que ganarlos ante Nadal. Sólo otros dos jugadores, Bill Tilden y William Johnston, que se enfrentaron entre 1919 y 1925 por el US Open, jugaron entre ellos tantas finales: siete. Y el año promete. Esto no ha hecho nada más que empezar.

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