Lucena es de Segunda B

Conquense | lucena · la crónica

Salvados El conjunto celeste amarra la permanencia eludiendo el 'play out' tras empatar en Cuenca y aprovecharse de las derrota de Antequera y San Fernando Plácido El Lucena sólo sufrió en la recta final

Los jugadores del Lucena se funden en un abrazo tras lograr la permanencia en La Fuensanta de Cuenca.
Cisco López

11 de mayo 2009 - 05:02

Los milagros existen. Por eso, el Lucena hoy se ha levantado manteniendo su condición de equipo de Segunda B. Hace quince días, aquel que se atreviera a ver un futuro celeste en la categoría de bronce era tildado de loco; hoy se le llama visionario. Porque pensar que un equipo que acumulaba 13 jornadas sin ganar podía recuperar cinco puntos en apenas cuatro partidos era poco menos que imposible. Pues bien, el equipo aracelitano ha cerrado el ejercicio enlazando cuatro jornadas sin conocer la derrota y sumando ocho puntos de los últimos doce -el último ayer en Cuenca-, lo que le ha permitido aprovecharse de los resultados de sus rivales directos. El San Fernando y el Antequera fallaron el día señalado en rojo, lo que manda a los gaditanos a Tercera un año después de haber ascendido y condena a los malagueños a disputar el play out. El Écija, el único que ganó ayer, se salvó de la quema, al igual que un Lucena que vivió en La Fuensanta una tarde más plácida de lo pensado gracias a una salida en tromba que le puso con dos goles de renta antes del cuarto de hora. Era lo mejor que le podía pasar a un bloque que no sabe templar los nervios y que ya ha sufrido bastante.

La jornada -con tantos frentes abiertos era una tontería centrarse sólo en las tareas propias- comenzó de cara. El Lucena encaró el partido más enchufado que su oponente, dejándole claro desde el primer momento que al único que le iba la vida en el envite era a él. Ya en el minuto 2, David Cabello cabeceó excesivamente cruzado un centro de Troiteiro desde la izquierda. Monteagudo había apostado de salida por el mismo once de la última semana, con la única novedad de Babin por Sergio Bustos en el centro de la zaga. La consigna era clara: ajustar bien en defensa y dejar libertad de movimientos a los jugones para sorprender con rapidez a la contra. Era el mismo guión seguido ante el 74 y el Portuense, cuyo balance fue de seis puntos, siete goles a favor y ninguno en contra.

La inercia positiva pareció seguir cuando antes de que el choque llegara al primer cuarto de hora, el marcador ya reflejaba un tranquilizador 0-2. Sergio Ortiz abrió la lata con una obra de arte que concentró todas sus cualidades en un sólo instante: astucia, descaro, visión y calidad. Sólo así se explica que un balón controlado a la altura del banquillo, en el medio campo propio, pueda acabar unos segundos después besando la portería enemiga. Raúl, el meta local, todavía anda preguntándose cómo eso fue posible. Razak, cancerbero del Poli Ejido, ya sufrió algo similar hace un mes y aún no tiene explicación. Entre los dos, tienen trabajo que hacer. Sin tiempo para la reacción manchega, el Lucena hizo el 0-2. Esta vez, la conexión Troiteiro-Cabello sí resultó letal y el cabezazo del malagueño encontró red.

Todo estaba de cara. Demasiado bonito para ser verdad. Y el conjunto celeste, acostumbrado a vivir en el alambre en las últimas citas, no quiso renunciar al papel de sufridor. Una falta de entendimiento entre Rubén García y Babin permitió un pase interior de Beñat a Ubis, que se plantó ante Revuelta y dio emoción al duelo. Para que la ración de quinina no fuera sola, el San Fernando mandaba sobre el Puertollano, aunque el panorama no cambiaba demasiado por los empates del Antequera y la derrota del Écija.

El 1-2 metió al encuentro de La Fuensanta en otra dimensión. El Lucena, casi sin querer, casi por inercia, repitió lo de citas pasadas y dio un peligroso paso atrás. Eso sí, su oponente, un equipo plagado de suplentes y al que le faltaban sus dos referencias ofensivas, apenas si llegaba con peligro a las inmediaciones de Revuelta. Más movidos estaban los otros escenarios en los que se cocía la permanencia. El San Fernando ampliaba su renta hasta un increíble 3-0 y el Écija empataba al Linares. No eran marcadores que influyeran en el futuro lucentino, pero sí impedían vivir con tranquilidad.

La segunda parte arrancó con el Lucena aún más replegado. Las líneas bien juntitas y las transiciones lo más rápidas posibles para sorprender a un Conquense que se la jugó con una línea de tres en defensa y la entrada de su mejor delantero, Javi Gómez. Era el momento de demostrar la grandeza de un equipo que no estaba dispuesto a que su aventura en la elite durara sólo dos temporadas. Ante el mayor empuje manchego, el Lucena tiró de casta, de garra y oficio para jugar ese otro fútbol que también da dividendos.

Monteagudo reforzó el centro del campo con Ocaña, un hombre que le dio el oxigeno necesario a un equipo que ya no quería jugar más. No le interesaba, le bastaba con lo que había hecho. Con el Conquense empujando, las noticias favorables llegaban de Granada, donde el 74 empujaba al abismo al Antequera, y San Fernando, donde el Puertollano daba la vuelta al 3-0 y mandaba 3-5. En esas, Luija firmó el 2-2 de forma involuntaria. Otra ración de sufrimiento que hizo más placentero el epílogo. En Lucena también se oyó aquello de Yes, we can. ¿Quién dijo que era imposible?

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