Irene Rancaño (Cueva de Nerja) y Diego Tirado (Cabra Running) se anotaron la victoria en la vigésima edición de la Carrera Nocturna Trotacalles, una cita que este sábado ha llenado de actividad algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Córdoba. En un año importante para la organización, la Nocturna Trotacalles brilló con luz propia gracias al acertado trazado de sus 10.000 metros de extensión y a la entrega de los atletas populares, tanto locales como llegados de toda España y el extranjero.

Los ganadores mostraron bastante solvencia para alzarse con un triunfo brillante en una cita que había generado mucha expectación y que congregó a numerosos curiosos por los lugares más señeros del recorrido. Muchos se vieron sorprendidos por el transitar de la prueba mientras paseaban tranquilamente por el entorno de la Mezquita, pero también eran muchos los familiares y amigos de corredores que esperaban el paso de sus allegados para jalearlos.

En categoría femenina, Irene Rancaño arrancó en cabeza desde la salida de la prueba y aguantó un ritmo trepidante para marcar en la línea de meta un tiempo de 41:14. En segunda posición finalizó María Moyano (Trotasierra), mientras que el podio lo cerró Virginia Moya, también del Trotasierra, con un crono de 43:55.

En categoría masculina, el dominador fue un Diego Tirado que tuvo competencia, pero que supo mantener un ritmo constante y terminó imponiéndose con un tiempo de 33:03. En segunda posición finalizó Mohamed Souhaim, del Trotasierra, con un tiempo de 33:36, mientras que el tercer cajón del podio se lo anotó José Luis Dávila, también del Trotasierra, gracias a un registro de 34:03.

La Nocturna Trotacalles consiguió con creces los objetivos propuestos en una vigésima edición especial, pues supone la consolidación de un proyecto que ha ido creciendo poco a poco y que luce con todo su esplendor después de la complicada situación que el coronavirus generó en este tipo de pruebas atléticas populares.

Tanto los atletas locales como los muchos que llegaron desde el resto de España y el extranjero pudieron disfrutar de un trazado único, pues los diez kilómetros de los que constaba la prueba transcurrían por lugar tan privilegiados como el Casco Histórico de la ciudad (la Judería) y la Mezquita, dos Patrimonios de la Humanidad.

Con salida en la calle Padre de Morales, junto a la instalación municipal de El Fontanar, los atletas pasaron por la Avenida del Aeropuerto, la Avenida de la Victoria, Ronda de los Tejares, la Plaza de Capuchinos, Capitulares, la Plaza de la Corredera, el Patio de los Naranjos, Miraflores, la Plaza Santa Teresa, el Puente Romano, la Ronda de Isasa, la Avenida Linneo y, de nuevo, enfilaron hacia El Fontanar, donde se ubicaba la línea de meta.