El Glorioso, doce años después de Dortmund
El Alavés, que rozó la gloria en la final de la UEFA de 2001, regresa esta temporada a Segunda División tras coquetear con la desaparición


El regreso del Alavés a la Liga Adelante representa la resurección de un clásico, de la vuelta a la vida que hace 12 años tocó el cielo en Dortmund y que durante la última década ha pasado un infierno que estuvo a punto de costarle la desaparición. El ascenso ante el Jaén cerró una pesadilla que duró un lustro y que puso a prueba a la sufrida afición de Mendizorroza. Al final Vitoria quiso que su equipo no muriera y permitió que El Glorioso esté de vuelta.
Porque el Alavés es un club con más de 90 años de historia, con 11 temporadas en Primera y, con ésta, 35 en Segunda. Demasiada vida como para que todo se fuera al traste. Y faltó poco, algo impensable para un club que hace apenas 12 años jugó el que, para algunos, es la mejor final europea de todos los tiempos.
Fue en el Westfalenstadion de Dortmund -hoy Signal Iduna Park- ante el Liverpool de Owen, Fowler y Gerrard. El Alavés había ascendido en 1998 y llevaba tres temporadas en Primera, dando pequeños pasos hasta convertirse en el equipo de moda. Con Mané en el banquillo y jugadores como Cosmin Contra, Téllez, Delfí Geli, Jordi Cruyff, Desio, Astudillo o Javi Moreno, el Alavés se metió en la UEFA y fue pasando rondas dejando en el camino a equipos como el Rosenborg, el Kaiserslautern o el Inter de Milan. La sorpresa fue tomando cuerpo ronda a ronda hasta llegar a la final de Dortmund ante el mítico conjunto de Anfield.
A los vitorianos les pudo la presión y pronto se vieron con 2-0 en contra y con 3-1 al descanso. Dos tantos consecutivos del luego blanquiverde Javi Moreno nivelaron la contienda, y aunque Fowler marcó en el tramo final, Cruyff mandó el partido a la prórroga a dos minutos para la conclusión. La prórroga amplió el tinte épico que ya había tomado el partido de por sí, hasta que en el minuto 116 Delfí Geli marcó en propia puerta el 4-5 definitivo que otorgó el título al Liverpool.
El Alavés cayó como los grandes, de la mayor manera que podía hacerlo, y su derrota sólo sirvió para engrandecer su gesta. Lo que pocos podían pensar era que esa derrota en Dortmund iba a significar el principio de la pesadilla.
Séptimo en la 01-02, el desastre llegó un año después pese al fichaje de jugadores como Abelardo o Luis Helguera. La caída a Segunda vino acompañada de algo mucho peor, la llegada del excéntrico Dimitry Piterman. El ascenso de 2005 fue sólo el canto del cisne en la destrucción interna de un club que había sido modélico. Un breve paso por Primera fue el impulso para caer hasta lo más bajo y acabar descendiendo a Segunda B en la temporada 08-09. Y de ahí, al abismo.
Arruinado, desprestigiado y purgando en ese pozo del que tan difícil es escapar, el Alavés estuvo al borde de la desaparición hasta que en 2011 llegó un balón de oxígeno, de baloncesto en este caso. Josean Querejeta -exitoso presidente del Baskonia, artífice del Tau triunfador de la pasada déc ada y aún peleando con el ahora llamado Laboral Kutxa- se hizo cargo del Alavés integrándolo accionarial y deportivamente dentro de la modélica estructura del club de baloncesto. Con una gestión acertada y con la pizca de suerte que le faltó en temporadas anteriores, el equipo de Vitoria logró el ascenso la pasada temporada superando en el play off al Jaén y poniendo al fin el cierre a cuatro años en Segunda B. Quizás nada será como en esa noche de 2001 en Dortmund, pero al menos El Glorioso ha vuelto a la vida.
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