Gloria o muerte, sin más
córdoba cf
En un acto atractivo aunque deslucido por la falta de público, el CCF presenta el equipo llamado a lograr el ascenso a Primera Pedro, Raúl Bravo, Ayina y Xisco, los más aplaudidos
Más de dos meses después, El Arcángel volvió a abrir sus puertas para una afición ávida de fútbol y deseosa de ver a su Córdoba, al equipo diseñado para devolver a la ciudad a Primera 42 años después. De un larguísimo verano, de una reconstrucción absoluta de una plantilla en la que apenas quedan ocho caras conocidas -sólo dos respecto a la plantilla de hace dos cursos- y de una marea de altas y bajas, el nuevo equipo blanquiverde se presentó ante sus seguidores en una cita muy esperada.
Apenas quedaba rastro del equipo del año pasado tras un verano que se ha llevado por delante los rescoldos de un vestuario enquistado, inmerso en un círculo vicioso que no llevaba a ninguna parte. Se perdió la esencia cordobesa con las marchas de Alberto Aguilar, Gaspar, Fuentes y, sobre todo, Fede Vico, la perla de la cantera que se fue anticipadamente rumbo a Flandes dejando 1.5 millones en las arcas. También marcharon símbolos del pasado más reciente como Alberto García o López Garai, que escaparon a Gijón cuando vislumbraron nubarrones en el horizonte. Quedarán por algún tiempo en el recuerdo, pero ya no merece la pena acordarse de ellos. Era el turno del nuevo CCF, del que debe conquistar el futuro.
Por eso daba igual que fuera una calurosa noche de agosto o que el cierre del puente de El Arenal convirtiera el acceso a El Arcángel en una ratonera (más aún de lo habitual). El cordobesismo respondió como de él se esperaba para ver el prólogo de una temporada condenada a ser histórica. Los resultados ya dirán si lo fue para bien o para mal.
Porque al fin se presentó en sociedad el equipo top que anunció el presidente en aquella esperpéntica rueda de prensa -a su lado estaba Esnáider, ¿se acuerdan?-de la que ya parece que hace un siglo. Éste el bloque que desde el mes de mayo se prometió para lograr el ascenso. No hay otro objetivo. O éxito o fracaso. El CCF 2013-14 no tiene tonos intermedios. Ésa es la apuesta decidida del club, que se enfrascó en una ambiciosa y arriesgada campaña de abonos al tiempo que en los despachos se afanaban por construir una plantilla que respondiera a las expectativas. Con la promesa de devolver el próximo abono si el equipo no juega el play off y rebajar un 50% la cuota si el cuadro de Villa logra el ascenso a Primera, el club se la jugó a un todo o nada que, por el momento, no ha dado los resultados apetecidos.
Porque aunque nadie en la zona noble lo admitirá, los cálculos más pesimistas apostaban por romper la barrera de los 10.000, y a siete días para el inicio de la Liga la cifra supera por poco los 8.000. Son mil menos que el año pasado -más de 2.000 abonados no han renovado su carnet este verano-, pero es una cantidad que apuntala los cimientos de una masa social que, con la que está cayendo, refuerza las bases del cordobesismo.
No muchos de ellos acudieron a El Arcángel para una presentación que, quizás más que nunca, fue fiel a su nombre. Doce caras nuevas y muchas conocidas que ya nunca vestirán la blanquiverde, jugadores con más o menos nombre condenados a dominar la presión y pelear por un ascenso exigido desde la propiedad. Todo lo que no sea eso será un fracaso. Si están preparados para luchar con esa exigencia, bienvenidos sean.
Flanqueados por cañones de fuego, los jugadores fueron saltando al césped mientras el speaker animó a la grada a corear sus nombres, de los que estaban y de los nuevos, de los que ya son sus soldados. De los que estaban Pedro fue el que se llevó mayores aplausos; Raúl Bravo fue el más coreado de los nuevos, pero la ovación llegó con John Ayina, un hombre que está haciendo todo lo posible para quedarse en el primer equipo. Hubo fuertes aplausos para los jóvenes, como un Fran Cruz que representa el futuro, el estandarte de una cantera que el año pasado recuperó el orgullo del cordobesismo tras una temporada para el olvido. El central, pieza clave de ese filial que este año jugará en Segunda B, fue de los más aplaudidos, pero la palma se la llevó Xisco. El balear, de lo poco salvable la pasada temporada tras una segunda vuelta esperanzadora, se convirtió en objeto de deseo desde que acabó el curso, pero su cotización lo convirtió en una utopía. Por semanas pareció imposible, pero el tiempo pasó y seguía sin encontrar equipo, al tiempo que aumentaban las esperanzas de que siguiera vistiendo la blanquiverde. Finalmente llegó su fichaje por tres años, la mejor noticia para un CCF que debe construir su proyecto de ascenso desde las amplias espaldas del 9 de Santa Ponça.
Una traca final echó el cierre al acto, y del trámite protocolario se pasó al fútbol. Presentados los protagonistas, era momento de ver al equipo en acción en un amistoso tomado como ensayo general de lo que debe ser la temporada. Ayer se jugó con balas de fogueo, pero el sábado ante la Ponferradina ya será de verdad. Será el inicio del año del ascenso.
También te puede interesar
Lo último