Ganar; simple y llanamente, ganar

Puede que hoy haya llegado el momento de ponerse serios. Inmerso en una serie de cuatro derrotas consecutivas, ante una peligrosa crisis de identidad y al borde del precipicio, el BC2016 recibe al Orense (21:00, Vista Alegre) en uno de esos partidos que hay que empezar a ganar.

Porque ya metidos en la segunda vuelta, alguien tendrá que asumir que el equipo de Gomariz está flirteando demasiado con el descenso y que el peligro aumenta cada semana que pasa. Su imagen no es mala, su actitud es intachable, pero su falta de resultados es desesperante. Y eso justo cuando la clasificación se ha fracturado por completo entre los que pelearán por el ascenso y los que lucharán por la salvación. En este último vagón está el Cajasur, un tren en el que sus pasajeros viajan con un cuchillo entre los dientes.

Porque con cinco victorias -empatado con otros tres rivales, incluido el Coruña, actualmente en zona de descenso- y el Qalat como colista a un solo partido, el peligro empieza a ser evidente. Por eso, al conjunto bermellón debería empezar a entrarle cierta urgencia por ganar partidos y abrir hueco respecto al abismo.

Puede que el de Orense sea una buena ocasión. Desperdiciadas las balas ante los potentes Cornellá y Palencia, el choque ante los gallegos será el tercero de los cuatro compromisos como local que hacían presagiar un enero esperanzador. Los orensanos están en plena crisis. Noveno (8-8, aunque seis de esas derrotas han sido por menos de tres puntos) cuando su objetivo era el ascenso directo, el equipo de Dani García es un manojo de nervios al alcance del BC2016, siempre que ofrezca su mejor versión.

Hombres conocidos en Córdoba como Jesús Pineda, Rubén Ibeas o Damien Griffin, clásicos de la LEB como Esmorís o Sony Vázquez y buenos extranjeros como Moore o Axton deberían ser argumentos para aspirar a lo máximo, pero la máquina no arranca y en Orense ya piden cabezas.

De eso debe aprovecharse el Cajasur en uno de esos partidos en los que tiene que empezar a exigirse resultados. En el deporte, como en la vida, ganar depende de algo más que de merecerlo. Simplemente, hay que hacerlo.