Forlán sube a los altares"¡Uruguayo!", el grito que espanta todos los fantasmas

Fútbol l Liga Europa

Justicia El Atlético de Madrid se proclama campeón de la Liga Europa tras derrotar a un Fulham inferior con dos goles del uruguayo Incertidumbre El partido, bastante pobre, se decidió en la prórrogaForlán, contra la maldición de las tres finales europeas perdidas

Sebastián Fest (Dpa) / Hamburgo / Rodrigo Zulueta (Efe) / Hamburgo

13 de mayo 2010 - 05:02

Diego Forlán se convirtió ayer en inmortal e intocable para cualquier hincha del Atlético de Madrid al anotar dos goles que le dieron al equipo español un título europeo tras 48 años de espera.

El uruguayo fue clave en el 2-1 del Atlético sobre el Fulham en la final de la Liga Europa. Abrió el marcador a los 32 minutos y lo cerró en la prórroga, a los 116. Davies, a los 37, había puesto el empate transitorio.

Así, Alemania volvió a ser escenario de una alegría para los españoles, que habían ganado en Stuttgart en 1962 su primer y hasta ayer único título europeo, la Recopa ante los italianos de la Fiorentina.

Ni noticias en la noche de ayer de que fuera ya avanzada primavera en Europa: Hamburgo ofreció una final invernal condimentada con una invariable llovizna. Así, ambos equipos entraron fríos y nerviosos. El Fulham no quería la pelota, y el Atlético no sabía cómo domarla.

La primera situación seria llegó cuando los londinenses perdieron la pelota en el medio y Agüero salió disparado, veloz, para habilitar a Forlán, que la cruzó de zurda para dar en el palo a los 11 minutos. Cinco después, Reyes exigió a Schwarzer con un tiro libre que iba al gol.

Ambos equipos seguían perdiendo la pelota en el centro del campo con asombrosa frecuencia. El Fulham inquietó a De Gea por primera vez en la noche con un tiro de media distancia a los 20 minutos, pero pese a los nervios y las imprecisiones compartidas, en el balance de situaciones de peligro ganaba el Atlético, en especial cuando Agüero comenzó a romper la defensa inglesa por la izquierda buscando siempre a Forlán. Hasta que lo encontró. El Atlético dio forma a la mejor jugada del partido hasta entonces: Reyes habilitó a Simao para que el portugués se la bajara de cabeza a Agüero. El Kun le pegó mordida para encontrar a Forlán. No dudó el uruguayo: toque y gol para el 1-0 poco después de la media hora. ¿En leve posición adelantada? Eso reclamó el Fulham.

Pero el Atlético no podía hacer honor a su historia y su temporada si no le añadía sufrimiento al partido. Los delanteros del Fulham se pasearon cómodos ante una defensa inerme, Zamora falló, los rojiblancos volvieron a ver pasar el balón e incluso Assunçao lo bajó de cabeza al pie de Davies. Suficientes gentilezas: el delantero fusiló de volea a De Gea. Cinco minutos después del 1-0 el partido volvía a estar empatado.

Schwarzer salvó abajo, junto al palo, un zurdazo de Forlán al filo del descanso, mientras los compañeros del uruguayo reclamaban penalti de Zamora por una mano pegada al cuerpo.

Los de Roy Hodgson regresaron con bríos renovados tras la pausa, convencidos de que tenían enfrente a un rival endeble. Estados Unidos hizo un pequeño aporte a la historia del fútbol cuando Zamora fue sustituido por Clint Dempsey, primer estadounidense en jugar una final del fútbol europeo.

El galés Davies volvió a exigir a De Gea fusilándolo desde la izquierda con un tiro raso. Los hombres de Quique Sánchez Flores no tenían cómo afirmarse, sin brújula en el centro del campo, librados sólo a la inspiración de Agüero, y a que a Forlán volviera a caerle un balón. Se fue Simao y entró Jurado. Quique Flores buscaba el arrebato y la energía de la sangre joven. Se fue Reyes y entró Salvio. El técnico buscaba ambición, aunque apenas entró el argentino desperdició una buena posibilidad.

El partido entró revuelto en sus diez minutos finales, con mucha más fuerza en las gradas -incansables ambas- que fútbol en el campo. Con los 90 cerrados en 1-1, llegó el alargue, y en el minuto 116 uno de los goles errados más increíbles de toda la temporada.

Forlán fabricó el gol, perforó por la izquierda a la defensa del Fulham, pero Salvio, solo y con todo el tiempo del mundo a centímetros del gol, pateó el césped en vez de la pelota. Agüero no alcanzó a puntearla en la dirección correcta.

Durante interminables segundos, el argentino se tomó la cabeza, consciente de que había fallado el gol del triunfo. Con los músculos agarrotados por el cansancio y la tensión de estar jugándose los minutos más importantes de todo un año, ambos equipos se deslizaban hacia la definición en los penaltis.

Hasta que apareció Forlán, siempre Forlán. Agüero puso un quirúrgico pase al medio y el uruguayo, de semiespaldas al arco, metió la pierna derecha para batir a Schwarzer con cierta ayuda de la pelota tocando en Hangeland.

La camiseta afuera, la carrera loca y desesperada y toda una montaña de jugadores, entrenadores y ayudantes para dejar atrás el sufrimiento, para gritar "¡Aleti, campeón!" en un año que parecía destinado al fracaso habitual. Todo un milagro alemán.

atlético de madrid: De Gea; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Reyes (Salvio, 78'), Assunçao, Raúl García, Simao (Jurado, 67'); Forlán y Kun Agüero (Valera, 118'). Fulham: Schwarzer; Baird, Hangeland, Hughes, Konchesky; Duff (Nevland, 83'), Etuhu, Murphy, Davies; Gera; y Bobby Zamora (Dempsey, 55'). Goles: 1-0 (32'): Forlán coloca el balón junto al poste tras un remate en semifallo de Agüero. 1-1 (37') Davies remata en el segundo palo un centro al área. 2-1 (115') Forlán culmina un pase de Agüero al desviar y rozar posteriormente el balón en Hangeland. Árbitro: Nicola Rizzoli (italiano). Amonestó a Salvio, Raúl García y Hangeland. Incidencias: Partido correspondiente a la final de la Liga Europa disputado en el Hamburgo Arena ante unos 49.000 espectadores.

Diego Forlán logró alejar los fantasmas del Atlético de Madrid justo cuando éstos estaban acechando a la afición rojiblanca. Tres finales europeas perdidas no es algo que se encaja con facilidad y la seguridad definitiva no llegó hasta el pitido final, cuando se vio la acostumbrada escena de un equipo celebrando, el Atlético, y otro lanzado al piso hundido en la decepción. Y ahí Forlán se ha destapado como el héroe que necesitaba el equipo rojiblanco, apareciendo en las semifinales y en la final de un torneo europeo para hacer cuatro goles gloriosos: los dos que hizo al Liverpool y los dos que marcó ayer en Hamburgo.

Mucho indicaba que la final tenía que ser del Atlético. La afición rojiblanca así lo entendió y, después del tanto del primer gol del uruguayo, pareció que desde el fondo sur del estadio empezaba a marcarse el ritmo del compromiso. Pero esa primera ilusión desatada por el uruguayo en el minuto 32 apenas duró cinco minutos, los que tardó Davies en empatar.

El sufrimiento se prolongó hasta la prórroga. Se aplazaba la bendición o la maldición del último minuto de las que hay ejemplos suficientes en la historia del Atlético. La gloria se acercó al final de la primera parte de la prórroga con una gran ocasión de Agüero, pero la tensión aumentaba con los minutos hasta poder cortarse. Y ahí, cuando los fantasmas volvían a amenazar, fue cuando volvió a aparecer Forlán con su gol, que fue recibido con un grito liberador en el gol sur.

Era un gol que ahuyentaba los fantasmas y que hizo que se volvieran a oír los gritos del comienzo del partido: "¡Uruguayo, uruguayo!". Volvió a sonar tras el pitido final, cuando la afición del Fulham, noble, aplaudió de pie. Los hinchas del Atlético ahora podrán contar a sus nietos que vieron cómo su equipo lograba un título europeo, venciendo las amenazas de los fantasmas y de una misteriosa nube volcánica.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último