Fatiga mental y un gran rival

Fausto Rossi trata de arrebatar el balón al celtiña Augusto Fernández.
Rafael Rojas

02 de febrero 2015 - 05:02

Hay ocasiones en las que la fatiga o el estrés mental se deja sentir más que el agotamiento físico. El Córdoba, que llegaba a Balaídos después de dos semanas agotadoras (la de antes y la después) tras el histórico duelo ante el Real Madrid, no fue ni la sombra del equipo que apenas una semana antes había dado un espectacular meneo a todo un líder de Primera. Tal vez el severo castigo que supuso hacer casi desaparecer a toda una constelación de estrellas y no conseguir ningún premio dejó muy tocado al equipo de Djukic. Y si a esa fatiga mental unimos que se enfrentaba a uno de los mejores equipos de la categoría, eso sí en mala racha de resultados, pues parece que lo que ocurrió era lo que tenía que ocurrir. El golazo de Nolito hizo justicia al mejor juego celtiña que, como ya ocurriera en El Arcángel, pegó todo un repaso a los blanquiverdes, desbordados por todos los flancos y sostenidos únicamente por las intervenciones de un inspirado Juan Carlos, que evitó que a los 20 minutos su equipo ya hubiera encajado una goleada.

Pero como el fútbol no entiende de justicia sino de goles, el Celta estuvo poco resolutivo y a punto estuvo de repetir las pifias de jornadas anteriores y, de no haber sido por el colegiado Teixeira Vitienes, el mismo mal árbitro de siempre, muy bien hubiera cedido el empate al enrachado Córdoba. Pero al equipo cordobés le pasa últimamente de todo y después de que se le concediera un clamoroso penalti por derribo a Fausto Rossi, el árbitro se retractó a instancias de su juez de línea y ante la presión de los jugadores gallegos. Que fácil resulta hacerle eso a un equipo novato en Primera como el blanquiverde. ¿Se le habría hecho lo mismo siete días antes al Real Madrid? Todos sabemos la respuesta.

La derrota, a pesar de todo, fue justa porque hay que conceder al rival el mérito que merece. Cuando un equipo es superior a otro hay que admitirlo y el Celta ganó más por sus merecimientos que por los deméritos del Córdoba. De manera que no hay que perder ni un ápice de confianza en este equipo. Viene el Almería y en ese duelo los puntos tendrán su peso en oro. El Arcángel debe ser el de las grandes ocasiones porque ganar a los almerienses no sólo vale igual que si se le hubiera ganado al Real Madrid, valdrá más porque sería sumar tres puntos y restar otros tres a un rival directo. Se avecina otro duelo mortal.

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