Entereza y otro pasito en Castalia

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El Córdoba pagó con el gol una acción errada en el centro del campo · Los de José, en una segunda parte más que notable, equilibraron el marcador y tuvieron claras opciones para llevarse los tres puntos

Raúl Díaz / Castellón / Enviado Especial

06 de octubre 2008 - 05:02

Puntito, o puntazo, en Castalia. El Córdoba sigue progresando adecuadamente: definitivamente ha esquivado su errático comienzo de temporada y ya suma cuatro jornadas sin perder. Ayer mantuvo el tipo ante un Castellón que se adelantó con un destello en el primer periodo pero luego cedió las tablas, en buena medida gracias al paso al frente dado por José González en el receso: la salida de Katxorro activó la mordiente de un equipo que igualó por mediación de Asen e incluso mereció el triunfo, ya que el propio Katxorro mandó al travesaño un disparo con aroma a 1-2. El Córdoba volvió a mostrar personalidad para reconducir la situación en un partido que parecía írsele de las manos, pero en el que terminó agarrando las riendas con firmeza y disponiendo de claras ocasiones.

La gran noticia del once fue la titularidad de Javi Flores en detrimento de Gastón Casas. No obstante, el canterano no salió como un mediapunta al uso, sino como un delantero en toda regla. De hecho, en la mayoría de las ocasiones era el primer elemento en la presión. Sus compañeros le buscaron desde el inicio en pos del desequilibrio, aunque los primeros acercamientos llegaron por la vía rápida: faltas colgadas por Cristian Álvarez. A la tercera tampoco fue la vencida. En el bando contrario, los lanzamientos a puerta que despertaron a Raúl Navas llevaron el mismo sello: roscas a pie cambiado del ex blanquiverde Diego Reyes sin mayores apuros para el cancerbero.

El propio Cristian dispuso de una ocasión pintiparada al borde del cuarto de hora: Rubén tiró una diagonal y centró con la diestra al segundo palo, donde el argentino colocó el interior para asegurar la dirección. Carlos Sánchez blocó el tiro cruzado.

Entre resbalones sobre la hierba y el ligero letargo que a todos nos invade al mediodía, el Castellón no andaba metido en el partido. Es de suponer que el combinado de Abel Resino no estaba pensando en el compromiso copero del miércoles en Salamanca -venía de encajar su primer derrota liguera precisamente en el Helmántico-, pero lo cierto es que carecía de presencia, temple y profundidad, salvo en las arrancadas de Arana. El Córdoba, relativamente cómodo, las veía venir.

El choque caminaba por el respeto mutuo, sin grandes sobresaltos. Hasta que surgió la jugada distinta, resolutiva, en el minuto 34. Fue una gran combinación del Castellón, una triangulación iniciada por los zurdos Perico y Mantecón y culminada por Ulloa, inédito en el apartado realizador hasta la mañana de ayer. El ejemplo perfecto de cómo se puede romper una zaga bien pertrechada con tres toques fulminantes. Tanto, que el gol se produjo a puerta vacía; Navas, al igual que todos sus aliados de parcela, cayó en el engaño. De un plumazo, el cuadro orellut dejó la racha cordobesista sin encajar en 226 minutos.

La campaña pasada fue un Huracán (Tabares), y ayer le correspondió a un Ciclón (Ulloa) el honor de inaugurar la cuenta. El Castellón volvía a obligar a José González a buscar alternativas para no irse de vacío del campo donde se estrenó como técnico cordobesista un semestre atrás. El gaditano tenía toda la segunda parte por delante para zurcir el descosido. El Castellón no había dejado una impresión excesivamente intimidadora. Sí supo aprovechar su ocasión, una cualidad más que suficiente para llegar al intermedio con ventaja en el tanteador. José tomó cartas en el asunto y movió ficha.

Se ve que sus consignas en el vestuario fueron abundantes, ya que los visitantes regresaron un par de minutos después que los locales. Y lo hicieron con una novedad notable: el amonestado Ito se quedó en la caseta y Katxorro, llamado a distribuir desde el círculo central, se unió al grupo de trabajo. El de Baracaldo, por cierto, apenas tardó 38 segundos en ponerse en la misma coyuntura que su antecesor al recibir una cartulina amarilla por una entrada aparatosa.

Katxorro a los mandos, Javi Flores en plan inventor y el toque de Cristian Álvarez. Ésas eran las armas de un Córdoba que no tardó mucho en nivelar el luminoso. No se había cumplido el minuto 51 cuando Arteaga percibió una laguna en la zaga y mandó un balón en largo hacia Flores, quien comenzó a cabalgar con latente instinto asesino. El de Fátima alcanzó la línea de fondo y tocó hacia el área pequeña, donde Asen, entrando en carrera y en pugna con varios defensas, contribuyó decisivamente a que el cuero acabara en la red. Con todo el suspense del mundo, con la pelota botando como un canguro en la línea de gol, el 1-1 igualó la contienda y abrió una nueva dimensión para el duelo.

El propio Asen tuvo el 1-2 poco después, en otra aparición del tridente que ayer formó con Javi Flores y Arteaga. Esta vez fue el zurdo el que asistió, aunque el madrileño, en boca de gol, no llegó a rematar por culpa de sus vigilantes.

Justo después de que Raúl Navas metiera la manopla en una falta cerrada por Arana y de que Mora, en el córner sucesivo, no encontrara puerta con su testarazo, Abel modificó el ataque con el joven Nsue y el fornido Tabares. Asimismo, el segundo relevo foráneo (José Vega por Arteaga en el 63') vino precedido de una oportunidad clarísima: Asen, solo, con tiempo para elegir el modo de definir, fue incapaz de superar en el mano a mano a Carlos Sánchez. Fue una oportunidad clarísima, en la que el madrileño optó por pegarle duro y raso y el meta, atinado, sacó la pierna para interceptar el balón y desviar su trayectoria.

De ida y de vuelta. Así era el encuentro: una invitación constante a alterar el tanteador. Algo extraño en el cruce entre dos bloques que precisamente se caracterizan por anteponer la seguridad defensiva a cualquier otra faceta. Tal era el ansia de la afición de gritar un gol que lo hizo, sin mesura, en un zapatazo lejano de Arana que pasó junto al palo y golpeó las mallas por detrás. No. Seguían 1-1, aunque la algarabía en las gradas del estadio fue de consideración.

Javi Flores se sacó de la chistera un jugadón por la izquierda -parece que se encuentra más suelto entrando a pie cambiado, al estilo de Iniesta- y Carlos Sánchez respondió con una palomita. Aunque la diana no estuvo ni mucho menos tan cerca como en un zurdazo teledirigido de Katxorro: pegó en el larguero, junto a la escuadra, y botó en las inmediaciones de la raya. Hubiera sido un golazo de moviola, para recrearse. El menudo jugador blanquiverde, hipermotivado, se implicó y estuvo en todas las acciones de ataque cordobesas de la segunda parte.

José González, consciente de que la victoria estaba ahí -sólo era cuestión de agarrarla-, quitó a Asen para apuntalar la zona de remate con Gastón Casas, quien nada más salir dejó a los suyos con diez por culpa de un golpe. El argentino jugó sus bazas de espaldas al arco, abriendo espacios a sus compañeros.

Quedaba un cuarto de hora, y Abel también quemó sus cartuchos: Gari Uranga por Perico, frescura para el costado siniestro. Raúl Navas, que antes había metido otro guante salvador en el enésimo envío con veneno de Arana, concedió un córner que no tuvo consecuencias. Menos mal, porque a José podía haberle dado algo.

El Córdoba terminó entero, en el campo del rival, sobando la bola con Katxorro y Carpintero. Tuvo el propósito de hacer daño hasta el final, con personalidad. Corría el minuto 88 cuando Katxorro dio un pase de los suyos y José Vega se plantó en el área con dos opciones: fusilar o ceder a Gastón. Escogió la primera y lanzó a las nubes. El descuento empañó levemente -sólo sirvió para acumular dos amarillas más- la actuación de un Córdoba íntegro, que no desmerece.

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