Ejecución anunciada

Pablo Villa deja de ser entrenador del CCF tras no gozar nunca de la confianza de la propiedad. El equipo estuvo siempre como mucho a un partido de las posiciones de 'play off'.

Foto: Jose Martinez
Cisco López/ Córdoba

09 de febrero 2014 - 20:03

Después de poco más de siete meses en el cargo, 224 días para ser exactos, Pablo Villa dejó anoche de ser el entrenador del Córdoba. El madrileño vio cortada abruptamente su primera aventura como profesional de los banquillos, etapa marcada por la nula confianza que el club tuvo en él casi desde el primer momento, minutos después de ceder ante el Eibar su tercera derrota en El Arcángel de toda la temporada. El tercer match ball, tras los dos salvados en el mes de diciembre, resultó definitivo. El de Alcorcón se marcha con el equipo undécimo, a apenas dos puntos del play off y tras haber estado todo el curso a tiro de un partido del objetivo. Todo a pesar de las conocidas limitaciones de una plantilla alejada de ese ideal prometido por la propiedad.

Avalado por su excelente temporada en el filial, Villa fue el elegido para dar el salto al CCF el 27 de junio. El B acababa de ser eliminado del play off de ascenso a Segunda B y González había decidido que Juan Esnáider no continuaría pese a tener un año más de contrato. No era la primera opción, ni mucho menos. Pero la negativa de Anquela y Oltra, y sobre todo el cariño que el cordobesismo le profesaba, empujaron a la directiva a dar los poderes a un hombre en el que nunca llegó a confiar plenamente.

Sin embargo, los resultados se convirtieron en el mejor sostén de Villa, que desde el inicio del curso mantuvo al CCF en la pelea por el único e innegociable objetivo del play off, con un decimotercer puesto como peor clasificación. Eso sí, siempre a tres puntos máximo de la sexta plaza. No fue suficiente y poco a poco fue perdiendo crédito. Así, en diciembre, en la peor racha del equipo -dos victorias y nueve puntos en diez jornadas- la amenaza de la destitución apareció hasta por dos veces: tras la derrota ante el Barcelona B en casa y tras caer en Valdebebas. La buena imagen dada en La Romareda y la llegada del parón invernal, con los esperados refuerzos, hicieron de salvavidas, respectivamente.

Y el arranque del nuevo año pareció espantar la persecución hacia Pablo Villa. Así fue hasta que se cruzó el Deportivo para asaltar por segunda vez El Arcángel, a lo que la pasada semana se unió el empate en Vitoria. Los cuchillos volvieron a afilarse. Tanto que ya el miércoles el entorno del técnico supo que en caso de no ganar al Eibar el desenlace estaba escrito.

Quizás así pueda entenderse el tono de su rueda de prensa, especialmente en el tramo final. "No miro lo que puede pasar. Si alguien no está contento conmigo, ya sabe lo que tiene que hacer. Yo sólo trabajo para ayudar e intentar desde mi posición aportar todo lo que puedo. Pero si hay alguien que considera que no debo seguir aquí, no pasará nada y la vida seguirá para todos", espetó Villa. Sonó a despedida. Y así fue. Ni siquiera resultó convincente su cita para el martes, cuando tenía previsto retomar el trabajo.

No podrá ser porque González ya tenía tomada la decisión. Más bien, sólo faltaba que ocurriera algo así para activar el mecanismo. Aunque sus explicaciones, en La Jugada de Canal Sur, fueron en otra dirección. "Éste es un proyecto muy ambicioso y tenemos que tomar impulso. No estamos cumpliendo el objetivo que nos marcamos, que era estar en play off", indicó el presidente, que acto seguido pegó un volantazo al ver que la distancia con el sexto es de sólo dos puntos: "Tenemos un compromiso con la afición y no lo estábamos cumpliendo. Es un problema de sensaciones, no de puntos ni clasificación. El equipo no transmite y no hacemos el fútbol que gusta en El Arcángel. Es un estilo que o se gana o no sirve y nuestra afición es muy exigente". No le falta razón, aunque la verdad es que Villa se va sin que la grada pidiera su cabeza. Ni ayer ni en ningún otro momento.

"No es por la derrota ante el Eibar, sino porque el juego y los resultados no son buenos. Era un partido importante y la afición no entiente que no hayamos conseguido el objetivo; deberíamos haber ganado este partido y no hemos hecho ni miedo", continuó el dirigente, que tiene claro que "somos un equipo grande y hay que demostrarlo". Ya será sin Villa.

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