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Drazen Petrovic, que estás en los cielos

  • El sábado se cumplieron 15 años de la muerte del croata, el primer europeo en triunfar en la NBA

Una carretera mojada cercana a Munich. Un golpe de volante. Un choque brutal. En unos segundos, la vida de Drazen Petrovic, el genial escolta croata, se extinguió. Era el 7 de junio de 1993, y Mozart -así se le llamó, comparándolo con el inigualable músico austríaco- disfrutaba de unas horas de tiempo libre junto a su novia. Muy cerca del lugar del accidente, la selección de Croacia preparaba su segunda comparecencia como tal en un torneo internacional. La primera, en Barcelona'92, se saldó con una medalla de plata y diez minutos mágicos plantando cara al Dream Team. Pero Drazen no disputó el Eurobasket de 1993. A sus 28 años, su última canasta fue un tiro libre vistiendo la camiseta croata. Como suele suceder, la muerte de la leyenda llevó al nacimiento del mito.

Sibenka (1980-83)

En 1980, el joven Drazen Petrovic debutaba con el club de su ciudad natal, Sibenik, una bella localidad costera de la costa adriática. Lejos del bello centro histórico de la ciudad, en unos bloques de hormigón gris de inspiración soviética, Petrovic había aprendido a jugar a baloncesto en una canasta ubicada en el patio que formaban los edificios. El Sibenka, de la mano del adolescente Petrovic, alcanzó un puesto en la Primera División yugoslava. Dos años después, jugaba su disputaba su primera final de la Copa Korac. Pugnó por la Liga yugoslava, pero, tras ganarla en el campo, Drazen perdió en un despacho su primer título, en favor del Bosna Sarajevo. Se conjuró para no volver a perder jamás.

cibona zagreb (1984-88)

La estricta disciplina militar yugoslava apartó a Petrovic del baloncesto durante un año. La obligatoriedad del servicio militar fue la despedida de Petrovic de la Sibenka, antes de firmar por el Cibona junto a su hermano Aleksandar. En cuatro años, el Drazen regaló a Europa un surtido de actuaciones inigualables. 112 puntos en un encuentro de la liga yugoslava; 51 y 10 asistencias ante el Limoges, 45 tantos y 25 pases de canasta ante la Simac… Dos Copas de Europa, derrotando al Madrid y al Zalguiris, confirmaban su superioridad, marcada por su voluntad de estilo. Petrovic no ganaba; Petrovic arrasaba, humillaba y hundía a sus rivales. Sus gestos de celebración de cada punto sacaban de quicio a sus defensores. Y hasta la NBA, reacia entonces a importar talentos de Europa, decidió fijarse en él. En el Draft de 1986, los Blazers captaron su talento.

real madrid (1988-89)

Ninguna afición odió más a Petrovic que la del Real Madrid. Y más cuando se supo que estaba cerca de firmar por el Barça. Pero en un giro genial, Petro se fotografió con una bufanda madridista en el Palacio de Pedralbes de Barcelona para confirmar que su futuro era blanco. Su único año en el Real Madrid dio lugar a la Liga de Petrovic. Un torneo que no ganó envuelto en la polémica de una actuación arbitral que dejó al Madrid con sólo cuatro jugadores en la cancha en el último choque de la temporada… Ante el Barça. No obstante, sumó dos títulos más: una Copa del Rey y una Recopa legendaria, en la que sumó 62 tantos. Poco después, Petrovic marchó a la NBA. Europa era poco para él.

nba (1989-93)

En Estados Unidos, Petrovic conoció lo que nunca había vivido: la suplencia. Rick Adelman, entrenador de los Blazers, no le alineó jamás como titular en una temporada y media. En la Final de la NBA de 1990, con los Blazers perdiendo el quinto y, a la postre, definitivo partido en casa ante los Pistons, Drazen no jugó ni un solo minuto, pese al colapso ofensivo de su equipo. En el siguiente curso, mediada la temporada, un intercambio múltiple envió a Petrovic a New Jersey. Los Nets, un equipo de tono bajo entonces, le recibieron con los brazos abiertos. Al cabo de un año, Petrovic ya fue el máximo anotador de los Nets, con 20,6 puntos por noche, por encima de Derrick Coleman, número 1 del Draft de 1990. Los Nets entraron en play off por primera vez en un lustro, después de que Petrovic fijase un record personal de 39 puntos ante los Celtics de Larry Bird. Un año más tarde, sólo su condición de europeo le apartó del All Star. Volvió a liderar a los Nets en anotación -castigó con 44 puntos a los Rockets de Olajuwon-, siendo 12º en la tabla total de anotadores de la Liga. La visita a los play off volvió a ser de una sola ronda , pero el futuro se presentaba brillante para Petrovic, de 28 años, y con la NBA rendida a sus pies. Sólo la muerte pudo truncar su éxito.

Ya nunca nadie empleará el dorsal 3 de los New Jersey Nets, retirado en honor a Petrovic. Croacia, mientras tanto, aún espera la llegada de un nuevo genio que palíe la ausencia del astro de Sibenik. Pero su país no le olvida: el pabellón de la Cibona es hoy el centro de tecnificación Drazen Petrovic, ubicado en la plaza del mismo nombre, que alberga además el museo deportivo que conmemora su grandeza. En el centro, una enorme estatua del croata conmemora su talento. A un lado, el Amadeus, la pizzería que Petrovic abrió en 1988 para dar empleo a sus amigos y que hoy es uno de los locales de moda en la capital dálmata. Quince años después, Drazen Petrovic es parte del alma de Croacia. Mozart ya es inmortal.

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