Di María mantiene el pulso

Fútbol l Liga BBVA

Un solitario gol del argentino, cuando su equipo jugaba con diez, da la victoria al Real Madrid ante un Sevilla rocoso · Los blancos, que echaron en falta a Xabi Alonso, sufrieron como nunca en el Bernabéu

Roberto Morales (Efe) / Madrid

20 de diciembre 2010 - 05:02

El Real Madrid conquistó su triunfo más sufrido de la temporada en el Bernabéu, para mantener el pulso con el Barcelona, en un duelo repleto de sufrimiento ante un rocoso Sevilla, en el que pagó la baja de Xabi Alonso y que decidió un gol milagroso de Di María en inferioridad numérica.

La apuesta de Mourinho fue tan rocosa como la de Gregorio Manzano. El Sevilla planteó un muro con la dureza de Konko, Zokora y Romaric. Ante ellos Lass y Khedira. La lucha estaba tan garantizada como la ausencia de juego. Un encuentro plomizo asomaba por el Bernabéu que debían decidir las individualidades.

El Sevilla tenía claro su partido. Inmerso en una sangría de derrotas, hasta cuatro consecutivas, no arriesgaría. Se armó en defensa y buscó a Luis Fabiano y Negredo. Las ausencias de los extremos Perotti y Jesús Navas, más Kanouté, eran una losa difícil de levantar, pero con orden hizo perder la paciencia a su rival.

Sólo llegaba el Real Madrid en acciones aisladas. Dos faltas lanzadas por Cristiano y detenidas por Palop. Un disparo lejano de Di María que sacó con apuros el meta sevillista. Veterano. Manejador de los tiempos. Jugó con el reloj en cada saque de puerta, incrementando el nerviosismo de la grada. Se trasladó al vestuario donde el cruce de insultos acabó en amago de enfrentamiento al descanso que acabó con el delegado madridista por el suelo.

A balón parado pudo marcar el Sevilla. A los 25 minutos un testarazo de Escudé rozó el palo izquierdo de Casillas. Al borde del descanso Carvalho frenaba con un agarrón a Negredo, la que se perfilaba acción más clara. Lo resolvió Clos Gómez con una amarilla.

Sin fútbol, el encuentro se había trasladado al terreno de la lucha y la picardía. Y así nació el segundo acto. Con Özil en uno de esos días que desaparece y Cristiano Ronaldo extrañamente desenchufado, el Sevilla perdonó. A los 58 minutos Negredo se plantó solo ante Casillas, buscó la potencia antes que la colocación y lanzó el esférico a la grada de su estadio soñado.

Tardó 61 minutos en reaccionar Mourinho, en dar entrada a un jugador con visión de juego y calidad en la medular como Granero. Quitó a Khedira en un doble cambio que fue un nuevo mensaje a su directiva. "Me falta un 9". Fuera un apático Benzema, dentro Pedro León y Cristiano como delantero centro, donde no le gusta jugar.

No dio tiempo a comprobar el cambio del Real Madrid cuando tras un disparo arriba de Di María, el encuentro quedó condicionado. Un cabezazo de Carvalho a Negredo en un salto significó su segunda amarilla. En inferioridad numérica, con 26 minutos por delante, el equipo madridista debía apelar a la épica. Está acostumbrado en las últimas campañas.

Mourinho puso defensa de tres, con laterales de largo recorrido -Pedro León y Di María-. Era su apuesta. A Manzano le faltó reacción y mimbres en el banquillo.

Con la locura instalada en la grada, en el 70' Granero fue agarrado dentro del área sin que Clos Gómez lo considerase penalti. Dos minutos después Pepe cabeceó desviado un córner. Y al siguiente arreón decidió la calidad de Di María. Se encontró un balón rechazado para, escorado, no precipitarse, aguantar la salida de Palop, recortar y definir con precisión.

Un gol que vale su peso en oro, que defendió con garra hasta el final el Real Madrid para mantener con lucha el pulso por el título con el Barcelona, y que deja al Sevilla sumido en una profunda crisis.

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