Fútbol | Tercera RFEF

El Ciudad de Lucena se queda sin premio gordo ante el Cartaya (1-1)

  • Los de Dimas Carrasco, que se adelantaron por medio de Diego Domínguez, no pueden pasar del empate ante un correoso cuadro onubense

Ranchero es presionado por un jugador del Cartaya.

Ranchero es presionado por un jugador del Cartaya. / Ciudad de Lucena

El Ciudad de Lucena sigue sin ganar fuera de casa. Los aracelitanos, tras arrancar su primer triunfo en la anterior jornada ante el Xerez CD, no pudieron pasar del empate con un Cartaya que niveló en la segunda mitad de penalti el gol inicial de Diego Domínguez. Con esta igualada, los lucentinos suman cinco puntos en su casillero.

Con el recuerdo del triunfo ante el Xerez CD, Dimas Carrasco, que contaba con las bajas de Manu Miquel, Dani del Moral y la de última hora de Chucky Pierce, movió de nuevo el banquillo para la cita en Cartaya. De este modo, el técnico sevillano introdujo dos novedades en su equipo titular con la entrada de Jesús Navajas y de Ranchero.

Enfrente estaba un correoso Cartaya que sumaba los mismos cuatro puntos que los lucentinos. Asomaba un ogro en el Luis Rodríguez Salvador, el Ciudad de Lucena, y para colmo, el conjunto de Paco Amate se presentaba cogido con alfileres. Francis Ruiz, Novoa, Ponce y Kike Llamas eran bajas y Manuel tuvo que jugar infiltrado, por lo que solo aguantó la primera mitad. Con ese panorama, ganar era una meta de incalculables proporciones para el cuadro onubense.

En la primera parte, el Ciudad de Lucena se encargó de ponerlo de manifiesto, con un juego vertical, basado en lo físico y en la presión que dejó al Cartaya en harapos. Mucha culpa de ello la tuvo la propuesta local. Ni el fútbol ni la vida es blanco o negro. Y Paco Amate dejó sin dientes a su equipo en el inicio, quizás, y digo quizás, pensando en desgastar al rival a base de tener la pelota para meterle la dinamita en el segundo tiempo. Pues ni una cosa ni la otra. El cuadro lucentino apretó piernas y presión y ahogó a un equipo onubense que no se sostenía. Entre otras razones porque la pelota siempre la veía pasar de largo. Un suplicio.

Sin Fran Palma y sin Wocjkic, Rubén Cabezas era la referencia y perdió todos los duelos ante los centrales enemigos. Para colmo, el centro del campo no comparecía, ahogado por la presión cordobesa. Sin embargo, la mejor ocasión le cayó al Cartaya, concretamente a Tavira, que apretó a Choco, éste se hizo un lío, se la dio y Tavira, solo ante Jesús Navajas la tiró fuera. Increíble.

Solo un minuto después, Diego Domínguez, una pesadilla, metió un punterazo tras una pared y retrató el primer tiempo de los locales. Viendo Amate que con esa propuesta no iba a ninguna parte, se lío la manta a la cabeza en el descanso y metió dinamita. Quitó a Lolo y a Manuel y puso a Wocjkic y Fran Palma. Solo por inercia, el Cartaya se estiró y forzó a los cordobeses a mirar por el espejo retrovisor por primera vez en el partido. Tanto se estiró el conjunto onubense que Rubén Cabezas se inventó un penalti que él mismo transformó en el 62 de juego. El chico, que debe tener sangre de horchata, lo tiró a lo Panenka y desató el delirio en las gradas.

De ahí al final, un quiero y no puedo del Ciudad de Lucena con el Cartaya como gato lleno de uñas afiladas. A pesar de los cambios introducidos por Dimas Carrasco -debutó el último fichaje Javi Hervás-, el marcador ya no se movió y acabó con reparto de puntos. Los lucentinos suman cinco puntos y jugarán el próximo domingo 9 de octubre un nuevo derbi frente al Pozoblanco en el estadio Ciudad de Lucena (18:00).

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