Casillas, de héroe a villano

La vida le ha dado un vuelco en cuatro años al guardameta, subido a los altares en Sudáfrica 2010 y roto por los errores de bulto en Brasil 2014

14 de junio 2014 - 05:02

Una mágica reacción de Íker Casillas abrió en 2010 la puerta al primer título mundial de la selección española. Cuatro años después, el mismo arquero se convirtió ayer en la imagen trágica de un equipo irreconocible y vapuleado por Holanda, subcampeón en Sudáfrica 2010, en su debut en Brasil 2014.

El vigente campeón del planeta no sólo cayó ante el mismo rival al que derrotó en la final de la anterior cita, sino que lo hizo por 5-1, su segunda mayor goleada en la historia de los Mundiales después del 6-1 que sufrió en 1950 ante Brasil.

Casillas erró de forma grave en el tercero y cuarto goles anotados por el combinado que dirige Louis van Gaal, pero no fue el único culpable de una derrota de consecuencias imprevisibles.

El capitán del equipo español fue clave en la conquista del Mundial de 2010. En cuartos de final, el guardameta del Real Madrid paró un penalti a Óscar Cardozo que pudo haber significado la eliminación del conjunto dirigido ya entonces por Vicente del Bosque, mientras que en la final estiró su pie derecho para desviar con la punta un disparo de Arjen Robben en un mano a mano a menos de media hora del final del encuentro.

Era la época en la que la portería de España era inexpugnable, un muro infranqueable. Desde los octavos a la final, la selección de Del Bosque marcó sólo un gol en cada partido. No le hizo falta más, porque su solidez defensiva se basaba en su capacidad para resguardarse manteniendo el balón.

Aquella retaguardia española quedó ayer hecha trizas en Salvador por el vendaval holandés, con dos goles de Van Persie, otros tantos de Robben y uno de De Vrij. Sergio Ramos y Gerard Piqué no ayudaron precisamente a Casillas. La pareja de centrales, una de las mejores del mundo, estuvo desconocida, como todo un equipo incapaz de conservar el balón y que pudo haber recibido algún gol más.

El rostro de Casillas tras recibir el quinto gol lo decía todo. Antes, una mala salida por alto había propiciado el tercer gol, mientras que con un error con los pies dejó a Van Persie en bandeja el cuarto de los naranjas.

Campeón del mundo, doble campeón de Europa, cinco veces campeón de la Liga española y tres veces campeón de la Liga de Campeones, el portero de 33 años, un mito viviente en nuestro país, vivió probablemente una de sus jornadas más negras.

España perdió el año pasado en Río de Janeiro la final de la Copa Conferaciones por 3-0 ante Brasil. Entonces, el cansancio de una larga temporada y un duro torneo se pusieron como excusa para justificar el mal trago. Ayer, la goleada fue peor y llegó en el primer partido del Mundial en el que la selección defiende título.

Los jugadores de Vicente del Bosque también empezaron perdiendo en Sudáfrica, pero la derrota por 1-0 ante Suiza dejó una sensación muy diferente. España tendrá que recuperar su identidad y la fuerza de sus símbolos si quiere aspirar a pasar a octavos en Brasil, un país que comienza a convertirse en sinónimo de derrotas por goleada.

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