Arena en El Arenal. Fútbol playa en una ciudad (la única no costera que ha acogido el circuito nacional) que no tiene playa. Pies descalzos y sudor entre el polvo. Goles y paradas espectaculares en un deporte exigente físicamente, intenso y que supera en velocidad y ritmo a cualquier otro de los parientes más o menos cercanos del fútbol.

32 equipos inscritos sin deserciones (sólo el Zenkiu no compareció en primera fase) y mucha fiesta en unas gradas perfectamente acondicionadas gracias a una impecable organización.

La táctica, aunque parezca un espectáculo en el que predomine lo físico, también tiene cabida en este juego. El saque del portero resulta determinante para que un delantero -que debe aunar fuerza y calidad en el control y en el salto- pueda recibir y rematar o asistir a sus compañeros.

Igualmente, en labores defensivas las ayudas y la compenetración entre cierre y portero son determinantes a la hora de achicar balones (pues se suele recurrir al juego directo como mejor forma de crear peligro en la zona rival).

La amplitud del área hace que cualquier infracción en ella se convierta en un golpe franco sin barrera que permite lucirse a los buenos golpeadores de la bola.

Por eso, los dos equipos más fuertes y más compenetrados (el Tempecor cordobés y el Salón del Deporte onubense) fueron quienes comparecieron en una trepidante final.

La fiesta no acabará aquí. El próximo fin de semana y en el mismo lugar los mejores conjuntos de toda España se enfrentarán en el mismo lugar en la fase final. Como colofón las selecciones absolutas de España y con un amistoso de lujo.

Sólo un lunar que reseñar. En el choque de dieciseisavos entre el Tierra Amarilla y el Campo de la Verdad se produjo un altercado que fue rápidamente atajado por los responsables del campeonato y la seguridad. La organización decidió que ambos equipos fueron descalificados, pasando el Fuensanteros (que dejó en la cuneta al Playa Dorada en uno de los choques más intensos por 5-1) a las cuartos de final.