El Betis anticipa su fiesta

Betis y Rayo. Aunque hablar de justicia en el fútbol suena poético en los tiempos que corren, lo cierto es que béticos y vallecanos están cimentando su futuro ascenso en unas bases tan sólidas que parece imposible que su castillo de naipes se venga abajo. Los hispalenses visitaban el domingo el Mini Estadi como locales. Aunque suene antitético de las casi doce mil personas que poblaban las gradas del recinto culé más de la mitad eran béticas, por lo que el 0-3 final fue acogido como una celebración anticipada de un glorioso retorno a Primera. Los verdiblancos sometieron inmisericordemente a su tierno rival, a quien de nada sirvió su toque y calidad. Marcaron Rubén Castro, Jorge Molina e Iriney. El tremendo tanto del último fue fiel reflejo de la segunda mitad de su equipo. No sólo empotró la pelota en la red, sino que fue a recogerla con ímpetu para festejar el tanto con la pelota a modo de bombo (típico de futuro padre). Por cierto, esa diana desbancó a los azulgrana de su condición de equipo máximo goleador del campeonato para dársela a los sevillanos. El Betis avasalló como lo hacen los conjuntos que se saben a un pasito de su objetivo. Con el convencimiento de su línea de trabajo y el aval de una hinchada que si fueron cinco mil en Barcelona, figúrense cuántos podrán ser dentro de dos jornadas en El Arcángel.

El Rayo ahora mismo va a otro ritmo. El suyo es el de la fe en su propia profesionalidad. Saben que el futuro de la entidad franjirroja está en un ascenso que ya no es deseable sino imprescindible. Corren como locos sin cobrar por un sueldo que ni siquiera saben si cobrarán. Y ganan a pesar de los pesares. Como por ejemplo el sábado, que perdonaron un penalti ante Las Palmas. Poco después, el mismo que lo falló -Aganzo- remató impecablemente un espectacular centro de Armenteros (cada vez más zurdo, cada vez mejor) que supuso el 1-0. Hasta el final sufrieron, pero los tres puntos se quedaron en Vallecas.

La ventaja de ambos colíderes es de nueve puntos con respecto al Celta, tercero. Si les faltan argumentos para creerse de Primera pueden echar mano del discurso del presidente del Celta, único perseguidor competente para darles caza. Carlos Mouriño dijo ayer que el objetivo de su entidad es ahora "asegurarse la promoción". Normal, teniendo en cuenta su dinámica y que hasta la desahuciada (y muy digna) Ponferradina fue capaz de empatarles en Balaídos. Por cierto, el gol lo marcó Yuri, ex del Pontevedra que siempre fue empedernido enemigo de los olívicos. De ahí la euforia de su celebración.

EL ÁNGEL DEL ELCHE

No puede ser suerte. Lo del Elche no es una casualidad, sino que obedece a las simples leyes de la causalidad. La confección de una plantilla justa pero equilibrada permite suplir todos los contratiempos que se le pueden presentar a un club profesional a lo largo de una temporada. Que se marcha el portero, pues un suplente de garantías. Que lo hace el organizador, pues se le dan galones a quien no los tenía. Que se lesiona para los restos un goleador, pues se tiene a Ángel. Pocos delanteros tienen el ángel de Ángel. Cuando competía en el Tenerife ostentaba unos números espectaculares en proporción a los minutos dispuestos. Su condición de hombre revulsivo le venía más mal que bien, porque los técnicos en la isla siempre encontraban una excusa válida para dejarle de inicio en el banquillo. El sábado metió el primer hat-trick de su carrera. Tres goles -el segundo no gol sino golazo- que elevan a su nueve su cuenta provisional en veinte partidos, en los que no siempre ha sido precisamente titular. Se fue de Santa Cruz y ahora los chicharreros van a descender. Se les fue el Ángel que ahora tiene el Elche.