40años no es nada
ars palmanaranja | adelma sinfín · la historia
El Ars cumplirá sus cuatro décadas de existencia en la Asobal · Lejos quedan ya los comienzos en el colegio de los Salesianos y el paso por Primera Nacional · Ahora el objetivo es dar continuidad a un grupo que está entre los mejores
"Sin querer hemos llegado muy lejos, así que imaginad dónde podremos llegar cuando de verdad lo intentemos". Fueron las palabras del Hermano Sebastián en 1976, apenas tres años después de que se fundara la Asociación Recreativa Salesiana, una entidad que nació hace casi cuatro décadas en el patio de un colegio y que hoy tiene un sitio en la mejor liga de balonmano del mundo. El Ars cumplirá el año que viene 40 años en la Asobal, metido entre los grandes y viviendo un sueño que nadie podía imaginarse allá por 1973, cuando todo empezó a andar.
Ese verano nació el club gracias al deseo de un grupo de amigos que jugaban al balonmano en el patio de los Salesianos. El apoyo de los hermanos del centro y el ánimo de los fundadores para inscribir un equipo en las competiciones provinciales hicieron el resto. El quinto puesto de la primera temporada no mermó los ánimos del grupo, que siguió trabajando para que apenas dos años después, en la temporada 75-76, lograra el título juvenil provincial y la clasificación para el sector del Campeonato de España que se celebró en Puertollano.
Ése fue el germen de una pasión que hoy está en la Asobal. Porque el grueso de ese equipo juvenil pasó a sénior a la siguiente campaña, logrando el título provincial y cayendo sólo en la final del sector de ascenso ante el San José de Sevilla.
El club iba tomando cuerpo, y lo que en principio fue una aventura de un grupo de amigos empezó a crecer. Los impulsores entendieron que para que la entidad cuajara en Palma del Río necesitaban crear una base, un bloque de categorías inferiores que respaldaran al primer equipo y que convirtieran al Ars en un elemento vertebrador de la sociedad palmeña. Así empezaron a formarse los primeros equipos inferiores, al tiempo que los séniors seguían ganando títulos provinciales (78, 79 y 80), aunque sin fortuna en los sectores de ascenso a Primera Nacional.
La semilla seguía germinando y en la temporada 80-81 el club compite en la recién creada Segunda División, una competición ya de carácter nacional y dividida en dos grupos. El Ars, con la base que dominó la liga provincial, se proclama campeón del grupo Sur y participa en la fase de ascenso disputada en Getafe, donde compite con equipos como el Gáldar Canarias, el Karhu Santander, el Petrer, el Maristas de Málaga y el Premiá de Barcelona, al que derrota en la final para proclamarse campeón de la fase y lograr el histórico ascenso a Primera Nacional.
Entonces todavía no existía la Asobal como hoy en día, y el sistema de competiciones se estructuraba en una División de Honor única y una Primera Nacional dividida en dos grupos, lo que situaba al Ars en la segunda categoría del balonmano español cuando todavía no se habían cumplido diez años de su fundación.
El equipo palmeño compitió cuatro temporadas en Primera Nacional, con un cuarto puesto como mejor clasificación (82-83). Con el añorado Rafa Villalba en el banquillo (siempre muy vinculado al Ars) y jugadores míticos como Ruiz Almenara, Curro, Ángel Gisbert, Vicente, Escribano, José o Antonio Reyes, esos años sembraron definitivamente la pasión por el balonmano en Palma, dando cuerpo a una afición entregada incluso en los peores momentos y fortaleciendo la base, desde los más pequeños hasta los jugadores que poco a poco se iban integrando en el primer equipo.
En 1985 el Ars descendió a Segunda, iniciando un largo periodo de 12 años en el pozo, siempre rondando el retorno a Primera, peleando por los primeros puestos, pero quedándose a las puertas en más de una ocasión. En un periodo de travesía por el desierto y lejos de desilusionarse, el club siguió trabajando en la base y alimentando una afición entendida y apasionada. Las visitas de algún equipo de Asobal para disputar amistosos de pretemporada y incluso de las selecciones de España, Cuba o la Unión Soviética (todavía queda en el recuerdo esa imagen de los pivotes palmeños peleando con los 2.10 de Andrei Chepkin) avivaron los deseos de que el balonmano de alto nivel volviera a Palma del Río, algo que antes o después tenía que llegar.
Tras dos intentos fallidos en las fase de ascenso de Azuqueca (1990) y Valladolid (1997), una restructuración de la Primera Nacional convierte a la competición en la tercera categoría del balonmano español, dividida en cuatro grupos y enfrentando a los equipos andaluces contra conjuntos de otras comunidades del sur en busca del ascenso a la División de Honor B.
La Federación Española de Balonmano otorgó al Ars su Placa al Mérito Deportivo de la Real Federación Española de Balonmano por su 25 aniversario, un estímulo para un club que se asentó entre los mejores de Primera Nacional peleando por la fase de ascenso ante rivales con mayor capacidad económica. Sólo eso y una pizca de fortuna impidió que el Ars pudiese jugar la fase de ascenso, como en 2004 y 2005, cuando fue tercero quedándose a las puertas de su sueño.
Pero tarde o temprano, ese momento tenía que llegar. En la temporada 05-06, con Rafa Moreno como entrenador y jugadores como el ahora internacional Rafa Baena o Chispi, el Ars quedó al fin segundo en el grupo D, logrando su clasificación para la fase de ascenso. Jugando en casa, ante su afición, el equipo palmeño derrotó al Lalín y al Sant Martí-Adrianenç, perdiendo sólo ante el Anaitasuna y logrando la clasificación para la fase final, disputada en Pamplona. La victoria ante el Almoradí alicantino y el empate ante el filial del Barcelona no fueron bastante para lograr el ascenso directo, pero mandaron al Ars a una agónica promoción ante el Naranco de Oviedo, antepenúltimo de la DHB.
En la ida, con 14 goles de Chispi, el Ars venció por 29-27, un marcador que se antojaba algo exiguo para aguantar la presión de Vallobín, pero una semana después, en un partido antológico y rodeado de suspicacias en las horas previas, el equipo cordobés volvió a imponerse por 24-28 para lograr el ascenso. Era el 27 de mayo de 2006. El Ars estaba por fin en la DHB.
Desde entonces, el equipo de Palma del Río mantuvo una sana rivalidad con el Prasa Pozoblanco por ser el mejor equipo de la provincia, aunque durante varios años vivió a la sombra del cuadro vallesano, inmerso en su estéril pelea por lograr el ansiado retorno a la Asobal. Las primeras temporadas fueron de lógica adaptación a la categoría, aunque el Ars nunca pasó apuros para lograr la salvación. Décimo en su primera campaña (06-07) con los goles del bosnio Nikola Dokic, undécimo en la 07-08 (27 puntos) y en la 08-09 (28)…
El equipo palmeño se había acoplado perfectamente a la categoría, pero también había agotado un ciclo con Rafa Moreno al frente, un mar de problemas económicos y la marcha de buques insignia del club, como Chispi (que tras un año en el Anaitasuna volvió a Palma para irse en enero de 2009 al Keymare Almería) o Rafa Baena al Antequera llevaron al club a plantearse nuevos horizontes.
Con poco dinero y nada que perder, el Ars se encomendó a César Montes, probablemente uno de los mejores jugadores cordobeses de la historia que tras una carrera en la Asobal volvió a casa para dedicarse a los banquillos. Desde el Adesal femenino, Montes saltó a Palma en la temporada 09-10 logrando la quinta plaza y una histórica clasificación para el play off de ascenso, aunque el Guadalajara cortó el camino a las primeras de cambio (30-27).
A esas alturas, hombres como Manu López, el capitán Dublino, Dani Hernández (fichado en 2006 del Naranco), Lubo Vermirovsky (llegado en 2008 desde el Cuenca, con el que ya ascendió a la Asobal tras hacerlo con el Logroño y el Teucro) eran la base de un equipo que al año siguiente vivió una temporada de transición (noveno con 28 puntos) antes de iniciar su gran aventura.
José Carlos Hernández y Filipe Martins llegaron en 2010, junto al portero cordobés Ramón Fuentes. Jóvenes de la cantera palmeña como el internacional promesa Andrés Ortiz o Jesús Martínez fueron sumándose a un bloque que el pasado verano incorporó a los cordobeses Ruano y Padilla, ambos procedentes del Badajoz. El primero, criado en la cantera del Cajasur y tras varios años en el Prasa, tuvo que emigrar en busca de protagonismo, mientras que Padilla, la perla de la cantera granate, también tuvo que salir para continuar su progresión. César Montes unió todas las piezas para armar un puzle que ahora es de Asobal.
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