Balonmano l División de Honor B

La Asobal, ese sueño imposible

  • El Prasa dilapida casi todas sus opciones de ascenso al caer en casa ante el Villa de Aranda · La actuación del portero ex prasista Llamazares resulta decisiva

Rogelio Llamazares llegó hace seis temporadas al Prasa avalado por sus enormes condiciones, pero las lesiones le privaron de triunfar en tierras vallesanas. Ayer llegó a la que fue su casa y le amargó la tarde a la parroquia local con un recital de paradas que le dieron el partido al Aranda. Ésa fue una de las caras del partido; la cruz la tuvo Percin, que a diez minutos del final se fue para el banco pidiendo el cambio porque no le salía nada. Mucho antes, la grada ya le había pedido el relevo a Castillo. Ahí estuvo la gran diferencia del partido, en la portería.

El Aranda salió desde el inicio muy enchufado y casi siempre llevó la delantera, aunque de manera muy ajustada. El Prasa mejoró cuando Castillo colocó de central a Espigol, que le dio más ritmo al juego que Celes. Al filo del descanso, el Prasa tenía la bola y un hombre más para desequilibrar el 13-13, pero el Aranda robó y a la contra hizo el 13-14. Esa jugada hirió a los vallesanos y levantó al cuadro burgalés, que se dio cuenta de que por primera vez podía ganar en su cancha maldita.

En la segunda parte, las defensas fueron superiores a los ataques. La jugada desgraciada llegó cuando Espigol y Diego Camino chocaron cabeza con cabeza haciéndose mucho daño. Los dos se tuvieron que marchar al Hospital, Espigol con el párpado abierto y Camino con la frente dañada y la conciencia un poco perdida.

El final del partido fue de infarto, pues a la igualada batalla se sumaron los árbitros, que birlaron al Prasa dos claros penaltis. Pero la figura de Llamazares era demasiado grande atrás; también la de Soby, infalible en ataque. Castillo se comía a los colegiados, pero el resultado era inamovible. Acabó la primera vuelta y, con ella, las pocas opciones que quedaban ya de ascenso.

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