A Lucas Alcaraz aún le dolía el pie, pero su flema le hizo comparecer sereno tras un desenlace final que no parecía afectarle en exceso, porque "los partidos de Copa, cuando consigues una ventaja, te mantienen vivo hasta el final. En este caso, sabíamos que cualquier jugada podía cambiar y por suerte fue así".

El entrenador del Córdoba abogó por "diferenciar muchas cosas, aunque sea difícil de argumentar en este partido. En el primer tiempo hemos sufrido poco, y en el segundo, no estando mal, con el balón hemos estado imprecisos".

Sobre todo porque aunque nunca pretendió "discutir su posesión", sí que por lo menos la idea inicial era dificultar las labores del rival, pero "hemos ido muy forzados con los cambios y, aún así, los goles han sido jugadas desgraciadas". En "ocasiones no excesivamente claras, jugadas desafortunadas".

En cualquier caso, la clave radicó en que "anímicamente nunca hemos perdido la fe" y por eso "hemos hecho bueno el partido de allí". Contó que "hemos concedido goles muy evitables" pero exceptúa que "si el gol primero no entra hubiéramos visto un partido más cómodo. Entre el campo y el control... Lo que no se le puede discutir al equipo es que como mínimo ha estado dentro del partido".

De paso, defendió especialmente a su cancerbero Alberto: "El segundo y tercer gol son errores, pero Alberto es uno de los mejores porteros de Segunda. Yo también he visto torear mal a José Tomás".

Sobre el penalti que cambió la suerte de la eliminatoria no quiso pronunciarse: "Fue un rechace, no sé". Y sobre el primer tanto de los cántabros -logrado mientras Gerardo estaba tumbado en el suelo- reflexionó: "Es un poco la demagogia del fútbol, cuando nos pasa en contra apelamos al espíritu".

La clasificación es un refuerzo moral, aunque Alcaraz destacó "todo lo que está haciendo el equipo en este torneo. Tal y como está montada la Copa, si están dando la cara y propician que ojalá tenga una rentabilidad económica, todo lo que haga hay que ensalzarlo".