Americanos con más pena que gloria

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Scott Bibbins, el último del amplio catálogo de jugadores estadounidenses que pasaron por Córdoba sin dejar huella

José Carlos León / Córdoba

06 de febrero 2012 - 05:02

La marcha de Scott Bibbins, que abandonó el CBC alegando motivos personales, escribió una nueva página en el paso breve e intrascendente de jugadores americanos por el baloncesto cordobés. La historia dejará para siempre nombres como Daryl Braden, George Morrow, Jerry Adams o sobre todo Derrick Gervin, los primeros de una lista que hace una década también contó con sólidos profesionales como Jermaine Carlton, Eric Cuthrell, Joe Moderman, Mit Montgomery o Will Gladness. Sin dejar huella pasaron otros como Tommy Jones, Ron Thompson o los últimos en llegar, Jeff Mallory o Damien Griffin, que no pudieron impedir el descenso del BC2016 en la última aventura profesional del baloncesto cordobés. Pero en la lista negra quedan nombres que por su brevedad, su paso intrascendente o historias truculentas siguen en el recuerdo de los aficionados.

Quizás el pionero de esos pufos llegados desde Estados Unidos sea Lawrence Brooks, que pasó unas semanas en Córdoba en el verano de 1987 y que nunca llegó a vestir la camiseta del Cajasur en un partido oficial… porque fue el sacrificado para fichar a Gervin. Todo sucedió después de un amistoso ante el combinado americano Larios All Star, en el que el alero texano anotó 52 puntos. Andrés López no dejó que Gervin se fuera de Córdoba rompiendo el acuerdo con Brooks, y el resto ya forma parte de la leyenda del paso por la ciudad de la mayor máquina de anotar que ha visto el baloncesto español.

A finales de los 90 hubo nombres mediocres como el canadiense Maxime Bouchard, que jugó la LEB con el Cajasur en la campaña 98-99 con grises promedios de 9 puntos y 3.5 rebotes, pasando al año siguiente al Peñarroya de la Liga EBA. Un año después, y en la primera temporada de Rafa Sanz en el banquillo granate, llegó el fornido Rodell Guest como acompañante del desaparecido Will Gladness. Las limitaciones prespuestarias hicieron que el Cajasur se fijara en un musculoso pívot de apenas 1.96 que no jugaba profesionalmente, y que sólo se entrenaba con los veteranos del Real Madrid. Tan clandestino fue su paso por el club que hoy no figura ni siquiera en los archivos estadísticos de la FEB, aunque completó toda la fase regular y llegó a ser MVP en una jornada. Sus grises promedios de 7.1 puntos y 5.3 rebotes en 20 minutos por partido no impidieron que fuese cortado justo antes de los play off y sustituido por el pívot gallego Manu Gómez.

Más ajetreada fue la segunda campaña de Sanz en el banquillo, la 00-01. Con Steve Horton como único americano fijo en plantilla, el equipo empezó sin segundo foráneo hasta que iniciado el curso hasta que Gladness recomendó a su compatriota Antonio Jackson, que había tenido un breve paso por el Rueil de la Pro B francesa. Jackson, un pívot de poco más de dos metros, sólo jugó dos partidos (13 minutos, dos puntos) antes de ser cortado, aunque lo mejor estaba aún por llegar. En el mes de febrero, y tras la baja de Rubén Ibeas, Sanz pidió un escolta anotador para afrontar el tramo final de la fase regular. Primero se probó sin éxito a Chris Dawson, y luego llegó Aaron Bates, un personaje pintoresco que estuvo cerca de costarle un disgusto al club. Problemas a la hora de tramitar la ficha hicieron que su debut se retrasase unas jornadas, aunque finalmente sólo jugó tres partidos oficiales y el homenaje a Andrés López, que enfrentó al Cajasur con la selección española B. Bates dejó unas pobres estadísticas de 4.3 puntos en 10 minutos por choque… además de varias multas de tráfico y el piso destrozado. Todo antes de cobrar un anticipo de su sueldo y marcharse sin que nadie más supiera de él, dejando tirado al equipo en plena pelea por meterse en los play off. Finalmente llegó el hispanobrasileño Álex Bento, un clásico de la ACB en su etapa en el Forum de Valladolid, aunque también pasó con más pena que gloria.

También hubo problemas en el curso 01-02, el del descenso y el último hasta ahora en la LEB. El díscolo pívot John McClark completó la temporada con unos sólidos números de 30 minutos por partido, con 14.8 puntos y 7.9 rebotes, aunque compatibilizó sus buenas actuaciones con constantes peleas con sus compañeros en los entrenamientos… y un trabajo como portero en una conocida discoteca del centro. "Si de todas formas voy a ir, qué más me da estar dentro o en la puerta", decía, sin entender qué problema podía haber en una actividad que le daba un sobresueldo y un buen número de copas gratis. Su compañero inicial fue el escolta Adrian Crawford (ahora pastor presbiteriano en Florida) que pese a aportar 13.6 puntos por partido fue cortado justo antes de los play off por la permanencia debido. Su sustituto fue el veterano Joe Wilye, individualista y más preocupado de salvar sus estadísticas (15.8 puntos y 7 rebotes) que de ayudar a un equipo que acabó descendiendo en La Coruña. Allí, y en el decisivo cuarto partido de la serie, Wilye acabó desatándose las botas, negándose a jugar mientras sus compañeros peleaban por una salvación que nunca llegó.

El doble descenso del Cajasur a la Liga EBA provocó un largo paréntesis sin americanos en liza hasta la irrupción de la LEB Bronce en la temporada 07-08, donde el equipo granate y el Salsas Musa hicieron que los yankees volvieran a Córdoba, con nombres intrascendentes como el irregular Dusty Jura (8.3 puntos y 4.9 rebotes) o el ala-pívot del Musa Ike Rosefelt, presentado como referencia interior del equipo y cortado tras jugar sólo nueve partidos. En alguno de ellos, y pese a advertir al club que se familia se había desplazado desde Minnesota sólo para verle jugar, apenas estuvo dos segundos sobre la pista, una presión que acabó en su salida con tristes promedios de 4 puntos y 3.4 rebotes en 10 minutos por choque. Rosefelt pasó por el Bayona francés y el Coimbra luso antes de marcharse a Israel, donde aprovechó su condición de judío para nacionalizarse y convertirse en un sólido jugador en la Primera División hebrea con el Bnei Hasharon, su tercer equipo en la liga tras el Hapoel Lev Hasharon y el Ironi Ramat Gan.

Y de ahí hasta Bibbins, un base llegado de la Universidad de Northern Kentucky que nunca se adaptó ni al juego de la Liga EBA ni a la vida en Córdoba. Todo eso, unido a motivos personales y unos flojos 5.5 puntos en 18 minutos de los seis partidos disputados le llevó a hacer las maletas y convertirse en el último de una lista que todavía espera más nombres.

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