El Córdoba cierra 2008 en una situación crítica. Cuatro derrotas consecutivas le han condenado a los puestos de descenso, con una diferencia de cuatro puntos con el equipo que marca la frontera de la permanencia: el Eibar. No es el panorama soñado. Pero tampoco el fin del mundo. Desde que el conjunto blanquiverde retornará por penúltima vez a Segunda División en junio de 1999, la mitad de los equipos que han llegado al parón navideño metidos en la zona de descenso -18 de 36- han logrado salvarse al final de la temporada. Sin ir más lejos, el cuadro cordobesista fue uno de ellos tras el milagro de Getafe en 2003, una proeza que no pudo repetir dos cursos más tarde. Tanto en el Córdoba como en el resto de protagonistas, la clave para protagonizar esas heroicas remontadas estuvo en los aciertos de los directores deportivos a la hora de reforzar las plantillas en el mercado invernal que arranca esta semana.

Pepe Escalante, el último entrenador que ha conseguido un gran éxito en el banquillo del Córdoba -el ascenso de El Alcoraz, ocho después de participar en el éxito de Cartagonova-, recuerda con nostalgia que "el equipo descendió en 1972 -el último año en Primera División- porque no había mercado invernal; el equipo estaba muy mal, pero no pudimos reforzarnos". Eso, por suerte para muchos, no pasa ahora. De ahí que conjuntos moribundos como el Poli Ejido del ejercicio 2001-02 (llegó con 14 puntos, a 8 de la salvación), el Córdoba de un año más tarde (12, a 4), el Málaga B del curso 03-04 (12, a 5) o Las Palmas en la última temporada (14, a 5) experimentaran una reacción que les llevó a festejar la permanencia seis meses más tarde.

De hecho, la media de dos recuperaciones -sobre cuatro- tras el parón navideño sólo se rompe para mal en dos ocasiones en las últimas nueve ligas -2000-01, en la que sólo el Racing de Ferrol consiguió salir del pozo; y 2006-07, en la que el Elche repitió experiencia-. Por contra, hay otros dos casos en los que sólo uno de los cuatro condenados en diciembre cayó al infierno de Segunda B. Fue en los cursos 03-04 (Algeciras) y en 07-08 (Racing de Ferrol).

En este último caso, tanto el Albacete como el Xerez y Las Palmas sacaron la cabeza con una notable segunda mitad del campeonato, empujando al abismo al Cádiz, el Granada 74 y el Poli Ejido. Y los gallegos no lo hicieron -gracias a Dios- por su peor goal average con el Córdoba, ya que perdió sus dos partidos ante los blanquiverdes.

Precisamente, el bando cordobesista ha vivido en su propia piel las dos sensaciones. En la ya mencionada campaña 02-03, en la que pocos daban un duro por la resurrección de un equipo que alcanzó el parón en la penúltima posición, un gol de Montenegro en Getafe, en la última fecha del torneo, sirvió para prolongar el camino en la categoría de plata. Pero dos campañas más tarde, aunque la remontada fue mayor, el conjunto ribereño -era colista en enero- descendió tras caer en casa con el Valladolid en el penúltimo compromiso de la Liga.

En todos estos casos saldados con nota positiva, el denominador común fue el acierto de las diferentes secretarías técnicas a la hora de incorporar jugadores en el mercado invernal. A aquel Poli Ejido que se salvó de la mano de Castro Santos llegaron Sandro, Segura, Bordi o Poschner; al Córdoba del primer milagro arribaron hasta doce caras nuevas, entre las que destacaron Moisés, Serban, Ramzi, Xabi Gracia o Berruet; y a Las Palmas le cambiaron la cara los fichajes de Santamaría, Christian Fernández o Samuel. También resultaron fundamentales los refuerzos del Xerez (Aythami, Redondo o Viqueira) en la pasada campaña; o del Elche hace un par de ejercicios (Fajardo, Coelho o Douglas). Motivos más que suficientes para que Emilio Vega traicione a sus principios y apueste por reforzar ahora a un equipo moribundo y descompensado.