Edita Páginas de Espuma

Claroscuros del bien y el mal

  • El argentino afincado en España Marcelo Luján gana por unanimidad el premio Ribera del Duero de relato corto con 'La claridad', un libro de escritura subversiva y pasiones perversas

Marcelo Luján (Buenos Aires, 1973), ganador del VI Premio Internacional Ribera del Duero.

Marcelo Luján (Buenos Aires, 1973), ganador del VI Premio Internacional Ribera del Duero. / Efe

"La minuciosidad narrativa y la mirada perturbadora de Marcelo Luján (Buenos Aires, 1973), proyectadas en un libro muy persuasivo, que pone de manifiesto un cuestionamiento del idioma y una poética del desarraigo", le valieron ayer al escritor argentino afincado en Madrid el premio internacional de relato corto más importante de cuantos se fallan en España, el Ribera del Duero, por su libro La claridad. Un jurado presidido por el escritor Fernando Aramburu -autor del fenómeno editorial Patria, que está a punto de desembarcar como serie en HBO- coronó por unanimidad la escritura impecable de los cinco cuentos que presentó a concurso el autor rioplatense, que se lleva así los 50.000 euros de que está dotado este galardón que otorga la Denominación de Origen y convoca el sello Páginas de Espuma, que pondrá a la venta el libro -al que se ha añadido un sexto relato- el 15 de julio. Más de un millar de originales se presentaron a la sexta edición del certamen, que tras catapultar las carreras de autores hispanoamericanos como Samanta Schweblin o Guadalupe Nettel, se ha confirmado como una de las mejores plataformas para la renovación del cuento en español.

En conversación telefónica con este medio, Luján celebraba la entrega de un galardón que pone fin a meses de incertidumbre, pues el premio se falló el 10 de marzo pero el estado de alarma obligó a mantenerlo en secreto hasta ayer. "Pensaba que este día no llegaría nunca, de tantas veces como se fue postergando el anuncio del fallo, y este libro es un éxito personal, pero sobre todo profesional, porque me ha llevado más de tres años escribirlo, lo cual es mucho tiempo para un libro de cuentos". "Y eso se debe -continúa- a que lo escribí desde cero, cuento a cuento, sin interrupciones, sin reciclar materiales anteriores, porque quería que todas las historias mantuvieran una armonía y que el lector la percibiera al acabar su lectura".

La tensión y la atmósfera unitaria las consigue, en gran medida, gracias a un potente recurso literario que Luján, que también es docente en la Escuela de Escritores, ha usado en anteriores obras: el futuro narrativo. "Tres de los cuentos terminan en el futuro, le cuentan al lector lo que va a pasar cuando aún no pasó, y creo que ese carácter anticipatorio le da mucho ritmo a la lectura", prosigue.

La figura femenina se convierte en "eje" de estos relatos que sorprenden, sobre todo, por el modo en que abordan el miedo, la traición y la maldad que anida en todos los seres humanos, comenzando por el primero de ellos, Treinta monedas de carne, donde los celos y la hostilidad con que una joven española contempla a su compañera de camping, una hermosa turista danesa por la que su pareja comienza a interesarse, evolucionan hasta desembocar en una historia de violencia de consecuencias devastadoras para ambas.

Luján, cuya obra siempre ha abordado el mal, buscaba con La claridad "potenciar la oscuridad rodeándola de luz y claridad, construyendo un juego de claroscuros. En estos relatos introduzco sucesos extraordinarios dentro de contextos cotidianos y la vecindad del blanco permite ver mejor lo negro, lo ominoso".

Como sabrán los autores de su celebrada novela Subsuelo, que obtuvo en 2016 el Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón, Luján aborda el género desde un punto de vista muy alejado de lo policíaco. "La investigación detectivesca no me interesa como escritor; lo que me mueve es indagar por qué los seres humanos hacemos el mal, traicionamos, dañamos. No todo es dañino, pero está bueno que sepamos que el mal ronda cerca ahí fuera y debemos estar preparados para afrontarlo".

Fernando Aramburu, presidente del jurado, junto al galardonado Luján. Fernando Aramburu, presidente del jurado, junto al galardonado Luján.

Fernando Aramburu, presidente del jurado, junto al galardonado Luján.

Sobre el peso del relato corto en su Argentina natal, precisa que "allí el género del cuento lo tomamos con la seriedad que se merece por su dificultad técnica y porque formamos parte de una tradición literaria donde, y sin obviar la influencia de los Estados Unidos, están Juan Rulfo, García Márquez, Cortázar, Onetti, Quiroga... Hay una columna vertebral del cuento que recorre todo el continente americano y el palmarés de este premio lo refleja bien porque los cuatro últimos ganadores son latinoamericanos y Páginas de Espuma es la mejor editorial que hay dedicada al cuento en español".

La claridad, sin embargo, está escrito dentro de la tradición peninsular porque, reconoce, "llevo muchísimo tiempo viviendo en España y ya no puedo escribir en rioplatense, cometería muchos errores". Lo cual le lleva a considerar que "el mestizaje siempre es enriquecedor pero, en el caso de nuestra lengua, es algo único. Hay 500 millones de habitantes en Latinoamérica y nuestra lengua saldrá victoriosa cuando se siga mezclando, algo que comenzó a producirse con la literatura del Boom en los años 60 y ahora es un fenómeno masivo: los latinoamericanos que escribimos en España lo hacemos desde la hibridez discursiva, que es tan enriquecedora para la lengua española".

No se quedó corto en elogios a Marcelo Luján el presidente del jurado, Fernando Aramburu, que reconoció a este medio que La claridad es "la obra de un autor maduro, que domina perfectamente el formato. Reúne relatos fuertes, muy interesantes, escritos con un lenguaje que se adapta muy bien a aquello que cuenta. Abundan los personajes femeninos violentos, oscuros, y son cuentos largos que permitían un gran desarrollo de la trama y están muy bien construidos y rematados". Sobre la perspectiva de la aproximación al crimen que realiza en este libro Luján, Aramburu destaca que "lo interesante es la variedad porque unos personajes actúan haciendo daño a otros pero se presenta un abanico complejo de aproximaciones al mal que, a la vez, resulta muy armónico. Y, aunque afloran a veces rasgos humorísticos, estamos ante escenas que rozan casi siempre lo descarnado". 

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