Series sobre política

Cuando la ficción se parece (demasiado) a la realidad

  • La política se ha convertido en un argumento recurrente en las series de televisión, que nos la muestran desde muy diferentes perspectivas

Kevin Spacey y Robin Wright, en ‘House of Cards’.

Kevin Spacey y Robin Wright, en ‘House of Cards’.

La política, sus entrañas y personajes, ha sido retratada, analizada o parodiada en innumerables ocasiones por el denominado séptimo arte. Chaplin, convertido en un histriónico Hitler en El gran dictador (1940), o Travolta transformado en alguien muy parecido a Clinton en Primary Colors (1998), son sólo dos ejemplos. Las series de televisión, ya plenamente instaladas en esta época dorada en la que viven desde las dos últimas décadas, no han permanecido ajenas a esta corriente y no son pocas las producciones que se zambullen en este ámbito para construir sus argumentos.

Si entendemos la política sólo en clave de poder, Juego de tronos (2011-2019) y Succession (desde 2018 hasta hoy, y lo que quede) son algunas de las grandes propuestas televisivas de los últimos años. Inspiradas ambas en el Shakespeare más sibilino y frenético, tanto los Lannister, los Stark o los Roy son ejemplos de aquello que dice que el fin justifica los medios, entendiendo medios en sus derivaciones más perversas y sanguinarias, incluso. The Crown (que empezó en 2016), El cuento de la criada (que presentó en 2017 su primera temporada), Los Soprano (1999-2007) o la española Crematorio (2011) también pueden considerarse como series políticas en un sentido muy amplio. Pero entendiendo la política como tal, sus estructuras, sus protagonistas, su mecánica y relaciones externas, la oferta se reduce considerablemente, aunque por eso no deja de ser variada, y de gran calidad en algunos casos.

La Casa Blanca como plató

Jefes de gabinete con rocosos corazones, asesores de prensa (los dircom de la actualidad) con habilidades circenses, pactos imposibles, alianzas interesadas, turbulentas relaciones familiares, negociaciones interminables, todo tipo de corruptelas y liderazgos de dudosa profundidad son algunos de los argumentos habituales que encontramos en la mayoría de las series de televisión que han abordado la política. En El ala oeste de la Casa Blanca (1999-2006), creada por el afamado Aaron Sorkin (La red social o The Newsroom, entre otras), el presidente Jed Bartlet, interpretado brillantemente por Martin Sheen, se enfrenta cada día a mantener el equilibrio mundial, dar respuesta a sus ciudadanos y, sobre todo, a sobrevivir a los entresijos de su propio gabinete. Tal vez sea esta última cuestión la gran diferencia de El ala oeste de la Casa Blanca con respecto a otras producciones, siendo la primera en acercarse con tanto detalle al entorno más directo del poder.

Años más tarde, fueron los Underwood los nuevos inquilinos televisivos de la Casa Blanca, en la célebre House of Cards (2013-2018), producida por David Fincher. Kevin Spacey y Robin Wright interpretaban a una pareja de políticos instalados en la perversión, capaces de crear la cortina de humo más espesa y opaca, sin importarle el tamaño de las llamas, que ha deparado la ficción, con tal de abrir la puerta del despacho oval. Veep, Sucesor designado, Braindead, Mrs. America o Scandal son otras de las producciones norteamericanas que han exportado en los últimos tiempos. En todas ellas, la realidad se ha colado con frecuencia en los guiones y no ha costado reconocer a determinados presidentes reales en sus protagonistas o situaciones.

‘Borgen’, uno de los éxitos recientes de la ficción política. ‘Borgen’, uno de los éxitos recientes de la ficción política.

‘Borgen’, uno de los éxitos recientes de la ficción política.

Europa, cuna de las series políticas

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, ocupa desde hace unos días las portadas de la prensa mundial, tras filtrarse una grabación en la que se divierte con unos amigos en una fiesta. Este hecho ha generado un intenso debate, en el que no han faltado comentarios relativos al género y edad de la política, y que parece haberse zanjado tras el test de drogas al que se ha sometido la mandataria. Como en la producción de un país muy cercano, Dinamarca, con una cultura política de pactos y coaliciones semejante, en Borgen (2010-2022) la vida privada de la máxima responsable del gobierno, también una mujer, Birgitte Nyborg, encarnada por la actriz Sidse Babett Knudsen, plantea una serie de cuestiones de gran actualidad, como son la conciliación, los límites de la intimidad o el papel de los medios de comunicación. La francesa Baron Noir (desde 2016) da un paso más allá, se adentra de pleno en el lado más oscuro (y delictivo) de la política. En realidad, se trata de una venganza la que lleva a cabo el alcalde y parlamentario Philippe Rickwaert (interpretado por el actor Kad Merad) contra todos aquellos que han impedido que pudiese optar a las elecciones presidenciales de Francia. La política como espacio de corrupción, delitos y egos desmedidos que se repite en la también francesa Marsella (2016-2018), protagonizada por Gérard Depardieu. Un repaso a las series políticas europeas no puede olvidarse de una de las pioneras en el género, la británica Sí, Ministro, traducción literal de Yes, Minister (1980-1984), que en clave de comedia mostró desde la ironía, pero sin olvidar el realismo, los recovecos y pasadizos del número 10 de Downing Street.

Javier Cámara, en 'Vota Juan'. Javier Cámara, en 'Vota Juan'.

Javier Cámara, en 'Vota Juan'.

Made in Spain

España no se ha quedado atrás en esta tendencia televisiva y también ha ofrecido algunas producciones, en los últimos años, que se han acercado al mundo de la política, desde diferentes ángulos. Recientemente, Intimidad (2022), protagonizada por Itziar Ituño (muy conocida por su papel en La casa de papel), cuenta los avatares a los que se tiene que enfrentar una política vasca tras la difusión de un vídeo íntimo, en el que se reproducen imágenes de un encuentro sexual. La serie, creada por Laura Sarmiento y Verónica Fernández, muestra las consecuencias que provoca la exhibición de esta filmación en la familia, en la sociedad, en la institución y, sobre todo, en el seno del propio partido al que pertenece la política. Todos esos ámbitos también son abordados en Vota Juan (desde 2019) pero desde una perspectiva completamente diferente: el humor (cuando no el esperpento). Juan Carrasco, magistralmente interpretado por Javier Cámara, es un político mediocre, tan escaso de talento y carisma como de escrúpulos, capaz de todo, y algo más, con tal de conseguir sus objetivos, que se ve envuelto en todo tipo de situaciones, rocambolescas buena parte de ellas, aunque también algunas que podríamos considerar como “muy reconocibles”, si las comparamos con la política nacional de los últimos años. Política y ficción, ficción política o la política como una propia ficción.

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