Córdoba CF

Los nombres propios del descenso

  • Un inicio accidentado marcó un curso malo en todos los aspectos que terminó de la peor forma

  • Jesús León, como presidente y máximo accionista, es el máximo responsable de la situación

Quim Araujo, con Luis Muñoz y Chuma detrás, se lamenta tras acabar el partido ante Las Palmas.

Quim Araujo, con Luis Muñoz y Chuma detrás, se lamenta tras acabar el partido ante Las Palmas. / LOF

A menudo en el mundo del fútbol, tanto los dirigentes como los futbolistas emplazan al final de la temporada para evaluar su trabajo, tratando de esquivar la crítica hasta que los resultados sean absolutos. En el caso del Córdoba, después de muchos meses en los que el desastre se venía telegrafiando, una vez consumado el descenso a Segunda División B, cabe analizar de manera global un curso caótico en todos los sentidos y en todas las áreas del club. Un despropósito que ha terminado de la peor manera posible y que debe servir al club para aprender de una vez por todas y evitar los mismos errores en el futuro.

¿Quiénes han sido los culpables del triste desenlace de la temporada del Córdoba? Esa respuesta se responde fácilmente con aquello de entre todos lo mataron y él solo se murió. Eso sí, la responsabilidad máxima en el fracaso debe recaer en Jesús León, máximo accionista de la entidad y presidente del club. De la valoración negativa, sin embargo, no se pueden librar ni los jugadores, ni los técnicos ni la dirección general y deportiva de la entidad, las otras patas de esta horrible campaña del Córdoba.

La presidencia

El simple hecho de ser el presidente y máximo accionista del club ya le convierte en el máximo responsable de todo lo que rodea al club. Ahora bien, si a su llegada a la entidad al montoreño hay que anotarle varios aciertos en su gestión, en su primera temporada al completo se ha mostrado como un gestor incapaz y alejado de la transparencia que asumió como bandera tras hacerse con el control del club.

Al empresario montoreño se le deben anotar los errores clave de la temporada. El primero, aquella famosa cesión con opción de compra de Sergi Guardiola al Getafe. Una operación que terminó siendo ruinosa para los intereses de la entidad y que terminó de estallar cuando se destapó el escaso límite salarial con el que el Córdoba iba a contar para la confección de su plantilla, dados sus incumplimientos previos.

Contando con ese déficit –pues el Córdoba fue el tercer equipo con el límite salarial más bajo en verano–, lo cierto es que León fue incapaz de resolver la situación durante meses, fracasando en tantas operaciones anunciadas y luego no fructificadas como aquella tentativa de pretemporada en Panamá (bajo un gran patrocinio que nunca llegó), la llegada de un jugador saudí a cambio de una suma importante de dinero y alguna que otra más.

Los recientes, y aún no solucionados, impagos son la gota que colma el vaso de la mala gestión del montoreño. A ello ha sumado un preocupante silencio en los últimos meses, pese a que desde todos los frente le han pedido explicaciones sobre su gestión.

La dirección deportiva

La salida de Luis Oliver del club llevó a León a apostar como Rafael Berges para comandar la dirección deportiva del Córdoba. En la primera experiencia de Berges en los despachos, su acierto con los fichajes ha sido bajísimo. Bien es cierto que el escaso margen de maniobra en lo económico ha condicionado mucho su trabajo, pero también que los hombres que llegaron en verano, con la salvedad quizás de Luis Muñoz y Piovaccari más la irrupción de Andrés Martín, han decepcionado en su totalidad.

Rafa Berges, junto a Luis Muñoz, en la presentación del malagueño. Rafa Berges, junto a Luis Muñoz, en la presentación del malagueño.

Rafa Berges, junto a Luis Muñoz, en la presentación del malagueño. / El Día

En el mercado invernal, la revolución fue amplia pero el cambio de cromos no sirvió más que para abaratar la masa salarial, porque en cuanto a rendimiento deportivo el equipo terminó por venirse abajo.

De su incidencia y peso en la toma de las decisiones deportivas habría para escribir un capítulo aparte, pero en todo caso es algo que no habla muy bien de su figura como teórico hombre fuerte en lo deportivo del club.

Los entrenadores

Tres entrenadores ha tenido el Córdoba durante la temporada –cuatro si se cuenta a Francisco, que no llegó ni a ser inscrito con el club– y ninguno ha conseguido dar con la tecla para que el equipo funcione.

Como en el caso de la dirección deportiva, hay quien le pueda buscar justificación a los preparadores por los escasos mimbres con los que han contado. Sin embargo, proyectos tan discretos o más como el del Córdoba han ofrecido muchas mejores prestaciones durante el curso que el conjunto blanquiverde.

La endeblez defensiva, un mal endémico de este equipo, ha sido el principal caballo de batalla tanto de Sandoval como de Curro Torres y Rafa Navarro. Ninguno de los tres fueron capaces de solucionarlo. Su trabajo se resume en el hecho de haber conseguido sólo cinco victorias (seis al contar la ficticia contra el expulsado Reus) tras 38 encuentros.

La dirección general

Alfredo García Amado se convirtió en la mano derecha de Jesús León tras la salida de Luis Oliver. El asturiano llegó al club con la misión de enderezar la nave y pulir sus relaciones con LaLiga. Pero lo cierto es que finalmente su papel se ha ligado más al aspecto deportivo, con llegada de jugadores al club que forman parte de su agencia de representación, que al económico, en el que tampoco ha sido capaz de evitar el colapso de las cuentas de la entidad.

Alfredo García Amado y Jesús León, en una comparecencia pública. Alfredo García Amado y Jesús León, en una comparecencia pública.

Alfredo García Amado y Jesús León, en una comparecencia pública. / El Día

La plantilla

Algunos jugadores del actual plantel cordobesista ya han alzado la voz y asumido su parte de culpa por el fracaso deportivo de la entidad. Otros, sin embargo, sigue callando. Eso sí, ese silencio no logra ocultar un rendimiento colectivo bajísimo de un grupo de futbolistas que no lo ha tenido fácil durante toda la temporada, pero que en ningún momento ha estado a la altura de lo que se esperaba de ellos.

La falta de carácter y la incapacidad para sobreponerse a los problemas y corregir los errores propios han marcado a un grupo de hasta 34 futbolistas utilizados por el Córdoba. El dato que mejor define su rendimiento es el de los 71 goles encajados en 38 partidos ligueros.

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