Osasuna-Córdoba CF | Crónica

Una charanga itinerante (3-1)

  • El Córdoba, con una versión más combativa que no enterró sus lagunas de concentración, vuelve a caer goleado a domicilio.

  • El colista es el único equipo a cero en los desplazamientos.

Una disputa en un balón aéreo.

Una disputa en un balón aéreo. / Edu Sanz

Llega un momento en el que da igual el repertorio, el vestuario o la compañía. Cuando a uno lo tildan de charanga itinerante, de orquesta de bodas, bautizos, comuniones y otras fiestas de guardar, quitarse ese cartel cuesta la misma vida. Y no vale con un simple cambio de registro, hace falta bastante más. Sobre todo porque la realidad queda al descubierto al más mínimo descuido. Y por desgracia éstos se suceden, queriendo o sin querer, con más frecuencia de la deseada. En El Sadar, una plaza de primera, el Córdoba se presentó con la idea de ser un buen telonero que al final gustara más que el artista principal, el de casa. Pero como ya le ha pasado en otras ocasiones, tantas como viajes ha hecho desde el verano, salió escaldado, golpeado, con la cabeza baja y casi sin ganas de volver a pisar el escenario. Vamos, con un sopapo de esos que no se digieren con facilidad, aunque no sea el primero, y quizás tampoco el último de un año que ha empezado torcido y parece complicado hallar la vía para enderezarlo.

De momento, el peso de los números dice que no hay un grupo peor en la categoría de plata que el CCF. Es lo que dicta la posición de colista, refrendada por ese cero en el casillero de visitante; en puntos, porque en goles ya van 13 encajasor en cuatro citas para un total de 21 en nueve. Casi nada... En Pamplona cayeron tres más, y eso que esta vez el planteamiento, descarado, era protegerse más cerca de la meta propia, esperar en medio campo, dejar hacer al rival, juntar líneas... ¿Con balón había plan? Sí, salir a la contra rápido, cuando hubiera opción tras robo, con Jaime Romero y Jovanovic. Un guion conservador, con un equipo continuista con sólo un cambio obligado y tras tras una semana plena de visionados y con tanto trabajo en el verde como en el pizarra. El reto era dejar de ser vulnerable, convertirse en un bloque que resultara impenetrable para Osasuna.

Y a trazos gruesos, el plan no le salió mal del todo a Sandoval durante el primer periodo. Si puede considerarse así que durante más de media hora el rival no pusiera en aprietos a Carlos Abad. Eso no significa que el CCF tuviera bajo su control el choque, ni mucho menos. Osasuna, bajo la vara de mando de Fran Mérida, jugó casi siempre en campo contrario, aunque sin capacidad real para generar peligro, más allá de un cabezazo de Juan Villar, en fuera de juego, a los 5 minutos que se fue arriba, un par de faltas tocadas por Rubén García que no conectó con dirección Aridane y dos voleas de Fran Mérida desde la frontal que salieron desviadas.

El problema era cuando el Córdoba pasaba a tener la posesión. El intensivo repliegue del equipo, que en algunas fases de la primera mitad llegó a tener a sus once hombres en campo propio, impedía una cómoda circulación y, sobre todo, que las transiciones defensa-ataque fueran rápidas y con relativa claridad. El recurso de la velocidad de Jovanovic fue bien explotado un par de ocasiones, si bien el equipo echó en falta apariciones más continuas de Aguado, Jaime o Quim Araujo.

Jovanovic firmó el primer aviso con un disparo seco que sacó Clerc cuando el desdoblamiento de Quezada abría una alternativa mejor y el propio lateral hispano-dominicano lo intentó desde lejos con su pierna derecha, provocando en su segundo disparo un rechazo que el serbio mandó a la red, si bien estaba un par de metros en fuera de juego. Ese fue el pobre bagaje ofensivo blanquiverde en un primer tiempo que, como no podía ser de otra manera, terminó con premio para los locales, que volvieron a penalizar la falta de maldad del Córdoba a la hora de cortar una transición. De una pérdida en la frontal del área rojilla de Jaime nació el 1-0 obra de Juan Villar; Unai García, un central no especialmente habilidoso, salió de la cueva para llevar el balón al balcón del área rival a Rubén García, hombre de calidad que fabricó la jugada con Kike Barja para que el onubense rubricara con un remate de primeras su vuelta al equipo.

Con el guion hecho añicos, quedaba por ver la respuesta del CCF, que antes de digerir el golpe pudo haberse llevado otro si el testarazo de Aridane, en fuera de juego y en la última jugada del primer acto, hubiera encontrado la escuadra derecha de Abad. Por fortuna, el paso por el banquillo cambió la cara a los visitantes, que salieron con la intención de tener el balón y someter por primera vez a los locales. Aunque fueran cinco minutos, Osasuna tuvo que defender su meta, jugar en su medio campo y correr detrás de la pelota. Tiempo suficiente para que un cambio de orientación, un pase al espacio y un centro al corazón al área originaran al empate de Piovaccari por encima de Aridane, que se quedó con el molde esperando la pelota cuando ésta ya rebotaba en la red.

¿Partido nuevo? Esa era la clara intención del Córdoba, pero Osasuna no estaba por la labor, ni mucho menos. Los navarros no tardaron en dar un paso al frente, obligando de nuevo a los blanquiverdes a jugar cerquita de su área, a defenderse sin el balón en los pies. Pero como en la mayor parte de la contienda, a los rojillos les faltó un punto de claridad, también mérito de un seguro Abad en los balones cruzados. Arrasate metió más madera con Xisco y poco después Sandoval respondió retirando a Quim para dar entrada a Alfaro. En lugar de reforzar la medular ante el empuje local, el CCF se disfrazaba por primera vez de valiente, lo que terminó por pagar.

Y no por culpa precisamente del capitán, sino más bien por un fallo de concentración en los zagueros imperdonable. Rubén García sacó rápido un córner, el balón se paseó por el área pequeña y Barja fusiló la meta cordobesista. Sin tiempo para la reacción, la entrada de Roberto Torres por el goleador resultó clave, pues el medio, casi en el primer balón que tocaba, hizo el tercero de libre directo. Quedaba un cuarto de hora, si bien el Córdoba ya había levantado la bandera blanca. Los cambios finales no sirvieron más que para rellenar el acta de un nuevo fiasco a domicilio del colista de la clasificación, que sigue sin poder quitarse ese cartel de charanga itinerante.

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