Para un profesional del fútbol, el balón siempre será su mejor aliado. Con él disfruta cuando el aire sopla a favor y en él se refugia si toca remar para salir a flote. Es en esto último en lo que trabaja a destajo el Córdoba, cuyo verano nada tiene que ver con el que uno puede imaginar de un club que se encuentra a menos de un mes de arrancar una nueva temporada. Pero todos esos problemas ajenos a los protagonistas reales, los que pisan el verde, quedaron en el cajón ayer con el primer test estival de un equipo con orgullo, capacidad de sacrificio y buenos detalles, pese a que la obra apenas si está sobre plano. Eso le bastó para sacar un empate, con nota, ante un Celta de Primera que se estrenaba también y tuvo que sufrir para salvar los muebles en casa. Al final, una desaplicación defensiva en una jugada a balón parado dejó en nada el gol de Jaime Romero en la primera mitad.
Con un once sustentado en un 4-2-3-1, con Jovanovic como falso nueve para explotar su velocidad ante tres volantes con mucha clarividencia en el pase como Javi Lara, Alfaro y Jaime Romero, el Córdoba mostró una muy buena cara ya de salida. Los gallegos quisieron mandar a través del balón ante un conjunto blanquiverde con las ideas claras tanto con posesión como sin ella, lo que le permitió mostrarse siempre parejo a su enemigo pese a la diferencia de categoría.
Tras una fase de dominio alterno, cada cual a su manera, el CCF golpeó primero con una internada de Jovanovic por el perfil izquierdo y un pase de la muerte -ya había avisado antes con una acción igual que no halló rematador- que Jaime Romero convirtió en el primer gol del verano. Con ventaja, el equipo de Francisco se mostró más seguro de sí mismo todavía. Con capacidad para robar en la salida, con rapidez a la hora de replegar y recuperar el sitio y con las líneas muy juntas si el Celta acumulaba minutos en el campo contrario, los blanquiverdes se mostraron compactos y cómodos a partes iguales, sin sufrir y teniendo descaro para dañar.
Tras un par de contras sin resultado, el Celta asustó por primera vez de verdad con una doble ocasión consecutiva: un tiro de Hjulsager que se fue junto al poste y una acción individual de Emre Mor a la que respondió con acierto Stefanovic. Un doble susto que enterró acto seguido Jovanovic, muy activo, con un zapatazo al cuerpo de Sergio tras un pase al espacio de Jaime Romero. Y por si fuera poco, Javi Lara acarició el gol olímpico con un córner cerrado que el meta olívico atajó en dos tiempos y con esfuerzo. Hasta el descanso, el Celta apretó para jugar en campo contrario, pero sin claridad para tener ocasiones, más allá de un libre directo que Beauvue tiró a la barrera.
Como suele ocurrir en este tipo de bolos veraniegos, el descanso sirvió para que ambos entrenadores cambiaran por completo la cara a sus equipos. Francisco metió a once nuevos; Mohamed sólo a nueve porque ya había hecho dos, forzados, en el primer acto, y luego se guardó cuatro más. Pero el decorado cambió muy poco.
El Celta siguió acumulando minutos de juego en campo del rival, pero con nula capacidad para crear peligro. Una combinación entre Dennis y Juan Hernández, anulada por fuera de juego del primero, y un zapatazo lejano de Borja Fernández que atrapó rodilla en tierra Pawel fueron los dos únicos avisos para un CCF bien pertrechado, ordenado, con capacidad para subir la presión y robar más allá de la medular.
Eso sí, ya en esta segunda mitad a los blanquiverdes les faltó frescura para poder amenazar el arco contrario también. Apenas un contragolpe que Zelu finalizó sin hallar portería y varios intentos por fuera de Javi Galán y Sebas Moyano que ni siquiera supusieron opciones de remate. Nada más, pues ya tocaba defender.
Y en ese trabajo los de Francisco se mostraron siempre fiables hasta que un error infantil al toca el balón con la mano permitió al Celta gozar de una falta de esas que no se desaprovechan. Jozabed la puso de dulce con su guante y Manu Apeh ganó la acción a Esteve para rematar cruzado ante Pawel. Los gallegos se crecieron entonces y acto seguido el polaco resultó clave al sacar una manopla de lujo a un tiro cruzado de Pastrana para concluir una contra; Apeh, en el rechazo, no halló puerta con todo a favor.
El Córdoba quiso estirarse ya sobre la bocina y al menos se dio el gustazo de tener la última con un derechazo alto de Quiles a la salida de un córner. Fue el epílogo a un estreno más que notable de un grupo comprometido y con patrón. A ver si la mar se calma...
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