Córdoba CF-Las Palmas | Crónica

Un feliz hasta pronto (4-1)

  • El Córdoba recupera la pegada y la efectividad de golpe para golear a un rival que no fue inferior

  • Los blanquiverdes despiden el año con su tercera victoria del curso y a dos puntos de la salvación

Andrés Martín celebra el tanto logrado ante Las Palmas.

Andrés Martín celebra el tanto logrado ante Las Palmas. / Álex Gallegos

No pregunten ni cómo ni por qué, sólo disfruten, traten de mantener en sus rostros la sonrisa que tanto les costó dibujar e intenten volver con las misma felicidad. Porque el Córdoba volvió a ganar, mes y medio después de la última vez, otra vez en casa, de nuevo goleando... pero tras sufrir lo indecible ante la UD Las Palmas, un rival que consiguió ser mejor durante muchas fases del partido, aunque fue condenado por lo que tantas veces penalizó a los blanquiverdes: la falta de pegada, la escasa efectividad o el dominio de las áreas, que cada cual le ponga el nombre que quiera.

Un déficit, prolongado durante cuatro meses, que apareció de golpe para permitir un final de año de satisfacción. Ni que decir tiene que ahora hay que darle continuidad, cuando el almanaque sume un número más, pues de lo contrario habrá servido de poco. Básicamente porque ni siquiera con este triunfo el CCF entrará al 2019 fuera de la zona de descenso en la que vive desde agosto. Eso sí, su desventaja ahora es de dos puntos, por los cinco que reflejaba la clasificación cuando arrancó el partido ante Las Palmas, un candidato a todo atascado y de capa caída que encadena ya nueve partidos sin ganar, los últimos cinco con Paco Herrera.

Por suerte, la racha de Curro Torres se quedó en cuatro –la del bloque, en seis– porque el crecimiento del que el técnico hablaba en el inicio de su etapa, con tres empates tras la derrota del estreno, tuvo por fin reflejo en un triunfo. No fue fácil, ni mucho menos. Es más, la victoria se fraguó cuando todos la veían más lejos, cuando el equipo insular apretaba con argumentos de verdad y empezaba a poner cerco al portal de Carlos Abad. Pero al contrario que en otras ocasiones, esa chispa de suerte, la genialidad o la suma de ambas cosas se pusieron de acuerdo para golpear en el momento preciso y dibujar un tramo final bastante plácido.

Sobre todo teniendo en cuenta cómo había sido el desarrollo de la batalla, a la que el Córdoba volvió a ir apostando por la movilidad en ataque –esta vez Jovanovic de referencia, con Jaime a la derecha– y con Luis Muñoz para ganar claridad en la salida de balón y velocidad en la línea defensiva. Y de salida el que más se vio fue el malagueño, pues Las Palmas apareció mejor en el partido, con Blum percutiendo por la siniestra, y Araujo y Rafa Mir haciendo mucho daño cerca del área. De hecho fue el argentino el primero en avisar tras una pérdida en la salida que denotaba los nervios con los que los locales entraron al campo, conscientes de lo mucho que había en juego; su derechazo se fue un pelo.

El CCF despierta y golpea primero

Sin embargo, una primera transición a la carrera bien llevada por Sebas y culminada por Jaime con un derechazo al palo empezó a variar el signo de un partido vertiginoso, intenso, con mucha ida y vuelta. Y ahí se movió bien el CCF, vertical por fuera con la subida de los laterales (más Galán) y por dentro con los movimientos al espacio de Jovanovic, al que costó encontrar. Sí apareció más Jaime, que tras intentarlo de nuevo con un zurdazo desviado, y después de un susto mayúsculo por un cabezazo de Mir que Abad mandó con una estirada a córner, abrió la lata al culminar, con algo de fortuna y mucha insistencia, una buena acción con Loureiro por la diestra. El manchego fue el único que buscó el balón suelto y el que lo llevó a la red con el toque de Castellano.

El Córdoba ya tenía el encuentro donde quería. Y eso que se tirara unos metros atrás para protegerse y salir rápido a la contra. Pero Las Palmas empezó a amasar pelota y no precipitarse, y eso le empujó a ver mucho de cerca a Abad, al que dio menos trabajo de lo transmitía el partido en esa fase. Araujo, por dos veces, y sobre todo David García, tras un despiste en una jugada de pizarra, le inquietaron antes de un descanso que el Córdoba empezaba a pedir a gritos.

Jaime Romero dispara ante Dani Castellano. Jaime Romero dispara ante Dani Castellano.

Jaime Romero dispara ante Dani Castellano. / Álex Gallegos

Pero si algo tiene Las Palmas es argumentos de sobra para esquivar cualquier plan enemigo. Paco Herrera se acordó de Rubén Castro y la entrada del veterano punta dio una marcha más al ataque insular. Y pronto. Sus dos primeras apariciones en el área ya fueron llegadas de peligro real; la tercera acabó en el empate tras otro desajuste a la hora de cortar un envío lateral. Con más de media hora por delante, todo era nuevo.

Porque Las Palmas tenía la pelota, el control y el dominio. Y asustaba en cada sacudida. Aythami se multiplicó en dos acciones casi seguidas para evitar los remates de Rubén y Araujo y Carlos Abad tuvo que esforzarse también para coger un chutazo lejano de Timor. El Córdoba estaba en manos de su rival porque el balón le duraba poco y la conexión con los hombres de arriba –Andrés ya estaba dentro, y con minutos de calidad, tapando la izquierda– no era productiva.

Un chispazo de calidad y el golpe de suerte necesario

Entonces llegó el momento clave, ese que tantas veces salió cruz y esta vez fue cara. En pleno acoso amarillo, una dejada de Andrés, la calidad de Miguel de las Cuevas y una maniobra de lujo, control y remate a la carrera, de Piovaccari en su primera acción del partido pusieron el 2-1. Las Palmas quedó tocada, aunque el golpe que terminó de derrumbar la moral visitante le llegó minutos después. Araujo fusiló a Abad tras otro balón lateral mal defendido y las piernas del meta frenaron que esa pelota llegara a la red; Jaime dio continuidad al rechazo y lanzó una contra que Andrés hizo oro con el 3-1.

En un abrir y cerrar de ojos, el Córdoba tenía ganada una batalla que en muchos momentos pareció perdida. Porque a partir de ahí, los intentos casi sin confianza de la escuadra insular siempre encontraron la buena respuesta de la zaga de un conjunto blanquiverde que se permitió el lujo, tras un robo de Miguel de las Cuevas a Timor con el equipo roto, de firmar la goleada con el segundo de Piovaccari. El fin de fiesta fue de aúpa. Ojalá tenga continuidad en el año nuevo.

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