laliga 1,2,3 | nàstic-córdoba

Autopista hacia un mundo nuevo (0-2)

  • Con trabajo, sufrimiento y pegada, el Córdoba enlaza su cuarta victoria consecutiva ante un rival directísimo y se coloca a sólo cuatro puntos de la permanencia

  • El balón parado volvió a desatascar un mal momento

Abran paso que ya está aquí. Y viene volando. El Córdoba, ese al que muchos daban por muerto hace un mes, ya anda metido de lleno en la pelea por la permanencia. Cuatro victorias consecutivas, las dos últimas con la puerta a cero, dos seguidas en el feudo de rivales directísimos, han colocado a los blanquiverdes a sólo cuatro puntos de un objetivo que ha pasado de ser milagroso a una hermosa realidad. Porque quedan 33, un mundo nuevo, el horizonte soñado que ha llegado antes de tiempo gracias al trabajo, el esfuerzo, el saber estar y el dominio de las áreas de un equipo con mayúsculas. Un conjunto que en Tarragona supo sufrir, jugar ese otro fútbol alejado del dominio y agarrado a su fortaleza defensiva para matar con una acción de estrategia y otra de tiralíneas con los locales fuera de sitio en su afán por ir a salvar los muebles para llevarse tres puntos de oro y dar continuidad a su buen momento. Queda un mundo, pero las cosas han cambiado mucho, y para bien, en un último mes que ha devuelto la ilusión a espuertas a un cordobesismo ya preparado para echar el resto hasta junio.

En el Nou Estadi la consigna principal era no perder, dejar hacer al peor local del campeonato, y dar en la diana cuando hubiera opción de disparar. Con la única novedad de Reyes en el once inicial, el Córdoba se dejó dominar de salida por el conjunto grana, ansioso por volver a regalar una victoria a su público, empujado por la motivación de poder descolgar de la pelea a un rival en crecimiento. Un dominio de fuegos artificiales, con presencia y llegada, pero apenas peligro real. Una media chilena de Pleguezuelo que entre Pawel y el palo dejaron en nada y un envío de Abraham que Manu Barreiro no cazó por un pelo fueron los primeros avisos serios de un Nàstic que creía tener el partido bajo su manto. Ayudado, en parte, por la permisividad arbitral con Javi Márquez, merecedor de la expulsión al cortar una contra sólo cuatro minutos después de ver la primera amarilla, si bien seguro que de eso será difícil oír a nadie por Tarragona –y otros sitios donde ya sienten el miedo en el cuerpo por la reacción cordobesista–, pues las valoraciones del colegiado sólo se hacen según convenga...

Ya en esa fase, el Córdoba había conseguido por fin conectar con Reyes en esa labor de enganche, con pausa y pase, para hacer daño. Aunque el primer aviso lo dio Loureiro –que también puso el sello a la última del periodo inaugural– con una buena jugada con apoyo en Jovanovic. El segundo fue el gol de Aythami, tras otro envío con escuadra y cartabón de José Antonio al que el canario puso el lazo hacia la guita. Como no podía ser de otra forma, el verse con ventaja soltó al cuadro de Sandoval, que pasó a estar más cómodo sin balón y enlazar alguna jugada ya en campo contrario, con criterio. Reyes lo intentó con un tiro lejano y acto seguido se echó las manos al isquio. Alarma. El utrerano se probó en los siguientes minutos –incluso tuvo un zurdazo buscando la escuadra que sacó Dimitrievski–, pero finalmente paró, pidiendo el cambio camino del intermedio. El Nàstic ya no estaba tan cómodo, si bien tuvo dos claras ocasiones antes de cerrar el primer acto: una volea ligeramente alta de Fali y una llegada con jugadón individual de Kakabadze que acabó en gol tras una pared con Álvaro Vázquez que el asistente anuló por fuera de juego, más que dudoso, del delantero cedido por el Espanyol.

La amenaza de verse con diez por el juego al límite de Márquez, obligado a parar las contras, llevó a Nano Rivas a meter a Tejera, que además dio a los locales más dominio con balón. Y el partido se tumbó definitivamente del lado grana. El Córdoba fue replegando metros incapaz de dar tres pases seguidos y empezó a sufrir. Sobre todo por fuera, por la fogosidad de Tete y Kakabadze por la diestra, que obligaba de lo lindo a Javi Galán. Un centro del primero dibujó la más clara, pero el testarazo de Barreiro, tras ganar el salto a Loureiro, lo repelió el larguero con Pawel ya batido. Ese primer intento alimentó las opciones de los de Tarragona, cómodos por la falta de capacidad de su enemigo para asustar lanzando una simple contra, y eso que Narváez inició una que Jovanovic mandó al limbo por su mala elección ya en el área.

Fue lo último que hizo el serbio en el partido. Sandoval blindó la medular con Vallejo, descolgando metros más adelante a Aguza, y el equipo se sintió más cómodo un poco más arropado. Eso sí, eso permitió que el Nàstic ganara más metros y empujó a Nano a dar un paso más con Dumitru. El duelo estaba más que definido ya en ese instante, y quedaba por ver hacia qué lado se rompía. Pudo hacerlo del lado local si Pleguezuelo encuentra portería a un balón suelto tras un córner, un cabezazo de Barreiro que dejó a Pawel con el molde en la salida o un latigazo de Dumitru al que respondió con una buena manopla el polaco. Y también del visitante con otra combinación en la frontal de Aguza y Narváez a la que Guardiola no supo poner la guinda. Algo que el pichichi sí hizo ya camino del 90’ tras una pared perfecta con Alfaro. Ahí se acabó la historia de un partido que deja al Córdoba a cuatro puntos de la permanencia y convertido en una seria amenaza para todos sus rivales. Porque con Sandoval volvió el gen ganador de un equipo que sabe sufrir y ganar como equipo. Y esa es la clave del éxito. A seguir.

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