Otro lastre fuera para tomar el cielo (1-2)

LaLiga 1|2|3

El Córdoba se repone a un mal inicio y aguanta las acometidas locales para firmar la segunda remontada consecutiva que deja a 8 puntos la permanencia

Los cambios de Sandoval y Pawel, claves para quebrar la crisis a domicilio

Narváez, de espaldas, celebra su tanto en Santo Domingo.
Narváez, de espaldas, celebra su tanto en Santo Domingo. / LOF
Francisco López

04 de marzo 2018 - 17:30

Si alguno tenía aún dudas, fundadas echando un vistazo a lo que dicta la clasificación y lo hecho por el equipo en los dos primeros tercios de la competición, el Córdoba se encargó de despejarlas con una victoria en Santo Domingo, que fue más santo que nunca, que le abre las puertas de par en par a soñar con el milagro de la salvación. Queda un mundo aún por recorrer, lo que invita a controlar la euforia dentro y fuera del vestuario, pero el segundo triunfo consecutivo, la primera alegría plena a domicilio en seis meses y medio, el primer punto fuera desde noviembre y la segunda remontada seguida dejan ahora a los blanquiverdes a ocho puntos de la permanencia tras recortar cinco en una semana y, lo que es más importante, meten un plus de autoestima al grupo y la afición para reforzar el mensaje del "sí se puede". Un grito que ayer retumbó con más fuerza que nunca en la esquina de un estadio callado por completo y desde el inicio por más de medio millar de valientes que representan mejor que nadie el espíritu indomable de un equipo que no está dispuesto a bajar los brazos, un conjunto que quitados parte de los lastres que le han maniatado desde el comienzo del curso, quiere iniciar su particular vuelo. Quedan 13 batallas, pero la siguiente, el domingo frente al Lugo, es la única que importa ahora.

Y a ella llegará el Córdoba henchido de moral, empezando a trotar tras meses sin saber dar siquiera un paso por una competición de la que todavía queda lo mejor. Sobre todo porque para hacer este seis de seis desconocido –es la primera vez que suben puntos al casillero dos semanas seguidas–, el conjunto de Sandoval ha tenido que remar contra todo y contra todos, sobreponerse a situaciones adversas y tirar de casta, saber estar y eficacia para seguir con vida. Como ante el Valladolid siete días antes, en Alcorcón tuvo que remontar, esta vez superando un inicio impropio de un equipo que se está jugando la vida, antes de aguantar con firmeza el dominio rival para asestar el golpe de gracia con una jugada a balón parado, ese arma a la que uno puede agarrarse cuando el resto de planes no terminan de salir como el guión marcaba. Los cambios del técnico de Humanes volvieron a surtir efecto y luego la calidad de un espectacular Pawel hizo el resto para que el cordobesismo pueda seguir caminando, ahora con más motivos si cabe, hacia la gloria prometida, esa que invita a seguir vestido de plata.

No fue fácil ni mucho menos asaltar Santo Domingo, un escenario que no veía perder a los suyos desde octubre. En parte porque el arranque no pudo ser peor. El Alcorcón salió con una marcha en el cuerpo más y a los tres minutos aprovechó la falta de intensidad en el costado izquierdo de Javi Lara y Javi Galán en un balón dividido para ponerse por delante con el primer gol de Asdrúbal. Los fantasmas del pasado, esos que parecían de una vez por todas enterrados, volvían a aparecer con un error en cadena, lo que obligaba a jugar contracorriente desde casi el vestuario. Y eso, ante un rival que sabe exprimir a la perfección sus recursos, exige muchísimo. Primero porque los alfareros no tardaron mucho en llevar el partido a su terreno: nada de juego, mucho balonazo y sólo un punto de velocidad extra en campo contrario, penalizando pérdidas y errores de posicionamiento del rival.

Eso, sin embargo, no le dio para crear ocasiones reales, pese a unos minutos de insistencia, sobre todo por el costado de un exigido Loureiro. Apenas Jonathan Pereira, con un zurdazo desde la corona del área, obligó a estirarse a Pawel. Ya por entonces el partido estaba de nuevo equilibrado, pues el cuadro blanquiverde, al igual que su oponente, hizo diana en su primer disparo entre los tres palos: Narváez se lo guisó y Narváez se lo comió ante el flotamiento de Laure, que se quedó sin reacción al verse empujado dentro del área. Era un volver a empezar, que para ser completo dejó de nuevo la iniciativa a los locales, mucho más entonados, con un punto más de fe en cada acción, lo que no le bastaba para superar con claridad la última línea de resistencia de un CCF que se fue a los vestuarios contabilizando el último disparo, de Guardiola, bien atajado por Casto.

Lógicamente, a Sandoval no debió gustarle mucho lo visto y antes de la reanudación metió a Álvaro Aguado por un desaparecido Javi Lara. Nada cambiaba en el planteamiento de partida. Tampoco en el decorado. Porque el Alcorcón siguió siendo dominador de la situación, con un punto de control que le permitió jugar casi de continuo en campo contrario. Esta vez la vía de agua pasó a ser casi de seguido el costado izquierdo de un Javi Galán desubicado, impreciso y superado con una facilidad enorme por su par. Por suerte, el cuadro local demostró por qué tiene el cuarto peor ataque de toda la Liga 1|2|3 (apenas 25 tantos en 29 jornadas) y apenas pudo contabilizar un par de oportunidades en disparos de Pereira y Álvaro Peña sin excesivo peligro para la integridad de Pawel.

Pero ante esa situación de sometimiento continuo, el Córdoba buscó un sostén más. Vallejo ingresó al campo por Alfaro para echar una mano a Edu Ramos en la zona ancha y Aguado pasó a jugar de enganche, una posición que mantuvo poco después con la entrada de Reyes, que se situó a la derecha, mandando a Jovanovic a la izquierda. Ni siquiera eso cambió la inercia que ya había tomado el encuentro, pues la presión alta de un equipo amarillo que avisó con otro remate desviado de Nono –el volante pidió un penalti, que pudo serlo, de Jovanovic– impedía a los blanquiverdes no sólo salir de su parcela, sino hasta enlazar dos pases con cierto criterio.

Algo que por fin pudo hacer por el costado derecho para sacar una falta. El arma secreta de la pelota parada a escena. Reyes la puso y Aythami, imperial, cabeceó a la red el 1-2. Quedaban diez minutos más el alargue y el CCF se veía por delante tras un choque marcado por su trabajo para dejar inmaculado el arco propio. El Alcorcón se volcó entonces con todo. Aythami se hizo enorme para cortar un zurdazo de Pereira con muy mala intención y Pawel cogió de nuevo su traje de héroe para sacar un disparo a quemarropa de Mateo García; el intento en el rechazo de Pereira lo mandó al limbo Javi Galán cuando ya se colaba. Fueron las dos más claras de un cuadro local que tuvo la última ya en el alargue con un testarazo desviado de Nono, con el Córdoba jugando con diez y medio por la lesión de Jovanovic –lo golpeó Vallejo al intentar sacar lejos una pelota que merodeaba la frontal– y después de que Guardiola y, sobre todo, Aguado perdonaran la sentencia. Por suerte no hizo falta más. El triunfo quedó atado y el lastre a un lado para empezar a tomar el cielo. Porque si alguien aún no lo acaba de tenerlo claro, el grito es unánime: "Sí se puede".

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