Córdoba

La vida y la libertad en los pastos

  • Los ganaderos que cruzaron Córdoba recuperan una tradición olvidada · La ciudad siempre fue uno de los nudos más importante de vías pecuarias en el sur

"Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos". Así introduce Julio Llamazares el poema 4 de su obra La lentitud de los bueyes y así se podría iniciar esta historia de vaqueros que duermen junto al ganado en pleno siglo XXI por caminos que ya han perdido sus márgenes, que ya son rastrojos de lo que fueron. Eduardo, Antonio y Fernando se levantaron una mañana de hace un mes en Granada y en la madrugada de ayer atravesaron Córdoba camino de Villaviciosa. Juan Pereira hizo lo propio en Belmez de la Moraleda, en el corazón de la sierra jiennense de Mágina. Montaron en sus caballos y abrieron las cancelas de sus fincas para dar suelta a su cabaña de reses pajunas y berrendas. Son ganaderos libres y como tales quieren sentirse. En el horizonte tenían los siempre amenos y codiciados pastos de Sierra Morena, el extremo sur, o norte, según se mire, de la trashumancia. Por delante, 270 kilómetros de sendas perdidas y caminos cortados sin agua ni descansaderos. Tarea difícil. Es el precio de la libertad de unos pastores que quieren recuperar sus pastos, los que se encuentran en unos caminos que son de todos y que la dejadez y los cambios que ha traído el tiempo han convertido en alambradas, urbanizaciones y siembras.

Pero en la madrugada de ayer atravesaron Córdoba como muestra de su libertad con 200 cabezas de ganado, con sus caballos, con sus perros. Quizá pudieran haber rodeado el casco urbano, aunque eso hubiera costado kilómetros y hacer más sufrida la travesía, pero decidieron cruzar la ciudad que antaño era entrada y linde de los principales caminos pecuarios de Castilla. "El cordel de toda la vida va por La Victoria, al lado del hotel famoso ese, y por ahí vamos a pasar", explica Antonio Yebra. Y pasaron, vaya si pasaron. Y no fue una exhibición, que fue verdad, por más que la imagen pareciera romántica. Cruzaron Córdoba por la Victoria, el Vial Norte y la avenida del Brillante rodeados de policías y pernoctaron al fin en El Cerrillo ya de madrugada.

Alguien les dijo que debían ser los últimos que hacían esto, pero ellos respondieron que no, que no son los últimos, que son los primeros, que hace tantos años que la ruta ganadera de Sierra Nevada a Sierra Morena no se usa que ellos son los primeros porque la han revivido. Son el renacimiento del camino, el renacimiento de la libertad ganadera. La que también reivindican colectivos ecologistas como A desalambrar.

La familia Yebra y los Pereira han hecho de la necesidad libertad y virtud. Si son los primeros en revitalizar los caminos es porque igual el camino de la ganadería vuelve a transitar por cañadas y cordeles. "Hemos tenido que hacer la cabaña ecológica para que el producto valga más dinero", dice Antonio. Eduardo, su padre, apunta que la trashumancia sólo volverá a ser posible si se recuperan los abrevaderos, los descansaderos y si se dejan de usar los pesticidas por los que su ganado corre peligro en la ruta.

"Estas vacas no han visto el pienso nunca", dice orgulloso Antonio, quien expresa impetuoso que la carne de trashumancia es la mejor que hay porque no está estabulada, "es libre y se mueve y eso es lo mejor", pero claro, todo eso debería tener un precio con el que no cuenta. Si han vuelto al camino es porque los márgenes ganaderos son tan estrechos que han tenido que buscar pastos baratos en Villaviciosa y traer las vacas en camiones "cuesta un dineral". Así, y como no pagan jornales porque el ganado es suyo y lo conducen ellos, "pues se le ve la punta la tema", dice Pereira.

La estampa de los hombres que cruzaron Córdoba ayer puede parecer sacada del lejano oeste, pero es más bien al contrario. La filosofía quizá sea la misma. En estas historias de ganado, caballos y prados, las diferencias entre América y España apenas son apreciables. No en vano, fueron los españoles los que llevaron la trashumancia a América y los legendarios mustang no son sino herederos de los caballos mesteños -de Mesta- que montaban los colonizadores.

Sin saberlo, los vaqueros granadinos y jiennenses abrían una página más de la historia de la ciudad en plena madrugada. Observados de cerca por jóvenes de botellón, por viandantes y por curiosos amantes de este tipo de costumbres, estos hombres de aspecto desaliñado revivían los tiempos en los que Vallellano era asiento de ferias ganaderas. Pero hay más, el lugar que ocupan hoy la Subdelegación del Gobierno y los juzgados era un importante descansadero de las rutas trashumantes que llegaban hasta Córdoba. ¿Recuerdan la calzada romana que apareció cuando se construyó el aparcamiento de La Victoria? Es la misma vía que ayer reivindicaron, 2.000 años después, estos pastores de las altiplanicies penibéticas. Como si no hubiera cambiado nada en todo este tiempo, como si todavía perviviera la calzada romana o el cordel mesteño, como si todavía guardaran los privilegios dados en 1273 al Honrado Concejo de la Mesta.

Rodolfo García, del Departamento de Vías Pecuarias de Granada, junto a técnicos de la Delegación de Medio Ambiente de Córdoba, ha estado muy pendiente de estos nuevos trashumantes durante su arduo camino. Y es que la Junta les ha tenido que suministrar agua porque las antiguas infraestructuras de las vías pecuarias han desaparecido. "Lo que han hecho es esperanzador, porque aún son jóvenes y pueden seguir con la tradición. Antonio sólo tiene 26 años y tiene muchas ideas sobre ganadería ecológica y sobre su transformación. Ojalá siga siendo rentable traer cada año el ganado a Sierra Morena". Rodolfo lamentó sin embargo que "el paso de la cabaña no hubiera podido hacerse por la mañana, porque hubiera sido una forma de explicar cómo era la importante vinculación de esta ciudad con la ganadería". García recuerda cómo a Córdoba llegaban cada año decenas de rebaños procedentes desde la cumbres de Sierra Nevada. "Los mayores de la zona conocen el camino de memoria", apunta Rodolfo García, quien añade que "recuperar todo eso forma parte de nuestro patrimonio".

Pero a Córdoba no sólo llegaban en el pasado las rutas procedentes de Sierra Nevada. La Real Soriana cruza la provincia desde Torrecampo hasta Palma del Río pasando por Pedroche, Pozoblanco, Villaharta, El Vacar, Cerro Muriano, Córdoba, Almodovar y Posadas, desde ahí llegaba hasta Sevilla. Es la cañada más larga y significativa de cuantas surcan España de norte a sur desde que Alfonso X dio luz oficial a La Mesta. La Junta trabaja en su recuperación y muchos tramos están ya señalizados. Incluso, entre Córdoba y Alcaracejos se solapa con el camino Mozárabe, llamado así porque es la senda que tomaban los cristianos de Al Ándalus para ir a Santiago desde Córdoba y Granada, de ahí la importancia histórica de esta ruta, cantada por el Marqués de Santillana en el siglo XIV en la serranilla de la La Vaquera de la Finojosa: "Faciendo la vía del Calatraveño a Santa María...".

Por todo ello, la gesta de los Yebra y los Pereira tiene más importancia que el mero hecho de transitar por el centro de una ciudad de 300.000 habitantes. La gesta de estos vaqueros en busca de la libertad de sus pastos sustancia decenas de historias de caminos, de cañadas... Pero les queda la pena de que mucha más gente hubiera disfrutado de esta tradición si el Ayuntamiento les hubiera permitido pasar por la mañana. "El alcalde no ha tenido sensibilidad. Es una pena", dice Antonio Yebra.

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