El valor que da el paso del tiempo

Las antigüedades no están de moda, aunque comprar una reliquia puede ser una inversión de futurol variedad En una tienda de antigüedades se pueden encontrar piezas de múltiples estilos. La calidad es su sello de distinción.

I. Moreno

04 de agosto 2008 - 01:00

Puede que el halo de misterio que envuelve a las tiendas de antigüedades venga dado por la multitud de historias que atesoran los objetos que se pueden adquirir en ellas. Lo cierto es que muchos opinan que no son tiendas normales, sino que las tratan como negocios singulares. No les falta parte de razón, pues no es común ver en venta un escritorio procedente del Cádiz de principios del siglo XIX en un comercio normal y corriente. Y es que, aparte de un mueble, puede considerarse un símbolo del trabajo intelectual en la ciudad donde se gestión la primera Constitución como consecuencia de la invasión de las tropas napoleónicas.

El único requisito para que un cuadro, una cómoda o una lámpara lleguen a ponerse a la venta en una tienda de antigüedades no es su longevidad. Al margen de los años que sumen, los objetos han de poseer calidad. De hecho, tal y como explica Rafael Reyes, anticuario de Arte Reyes, "un buen mueble, aunque no tenga más de 30 años, puede ser considerado una reliquia". Con él, ya son cuatro las generaciones de la familia Reyes que se han dedicado a las antigüedades. Su bisabuelo, un apasionado del arte, inició el negocio a principio del siglo pasado. Pero fueron sus padres quienes abrieron, en 1971, la tienda en la que ahora él trabaja.

En Arte Reyes se pueden encontrar muebles y objetos de decoración de todo tipo, desde imágenes religiosas hasta sillones. "Normalmente, quien viene lo hace para comprar y tiene claro lo que quiere", comenta el anticuario. De hecho, muchas veces un cliente pide un artículo tan concreto que es necesario ampliar el radio de búsqueda a otro países, fundamentalmente de Europa Occidental.

Rafael lamenta que no corren buenos tiempos para el negocio. Y es que la crisis frena a muchos a comprar, lo que incrementa la dificultad que normalmente existe a la hora de vender una pieza de valor. "Se piensa que este tipo de objetos son muy caros, pero la realidad es que resultan baratos si se tiene en cuenta lo que son", apunta el vendedor.

Cuando llegan a la tienda, la mayoría de los artículos han de pasar por un proceso de restauración en el cual se eliminan los daños que hayan podido sufrir con el paso del tiempo. No obstante, una antigüedad precisa unos cuidados especiales para su mantenimiento. Por ejemplo, hay que tener cuidado con el tipo de productos que se empleen para su limpieza. Pero, si se cuida convenientemente, una pieza puede revalorizarse en el tiempo. "Hay quien compra pensando en el futuro. Disfruta de la pieza durante un tiempo y luego la vende y le saca beneficio", comenta este profesional. Sin embargo, el ritmo de consumo actual, por el cual se adquieren y desechan los artículos en un estrecho margen temporal, hace que la mayoría de personas prefieran renovar frecuentemente productos de menos calidad antes que hacerse con una reliquia y conservarla, aunque ello suponga una inversión a medio o largo plazo.

Uno de los principales obstáculos para la venta de antigüedades en los últimos años es que éstas no eran compatibles con las tendencias de decoración de la época. Sin embargo, se vaticina una evolución hacia un estilo ecléctico. Puede que, alumbrado por luces de neón, el escritorio decimonónico adquiera valor para aquéllos que ahora no se lo ven.

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