La Universidad de Córdoba define un nuevo modelo de resiliencia de los bosques frente a incendios forestales
Medio Ambiente
Investigadores de la UCO trabajan en la puesta de un índice para limitar los daños de de las llamas y facilitar la recuperación del territorio
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Un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) analiza de datos masivos sobre incendios forestales, su comportamiento y sus efectos en el entorno para la construcción de los paisajes forestales capaces de resistir mejor el impacto del fuego.
El grupo ERSAF (RNM360) –como parte del proyecto transfronterizo Refloresta– está desarrollando un índice complejo de resiliencia de los paisajes forestales que permita analizar qué variables pueden aumentar la resiliencia de los paisajes forestales a este tipo de perturbaciones y proporcione a las administraciones y gestores criterios técnicos para el diseño de paisajes forestales más resilientes en sus planes de restauración forestal.
El objetivo no es evitar que haya incendios, algo difícil en los ecosistemas mediterráneos, sino reducir su severidad, limitar sus daños y facilitar la recuperación del territorio. “Los incendios seguirán ocurriendo”, explica Guillermo Palacios, que participa en el proyecto y lidera la investigación en la Universidad de Córdoba, “pero podemos diseñar paisajes que convivan mejor con ellos, que frenen su propagación y se recuperen antes”.
Escenarios futuros de cambio climático
Una de las particularidades del proyecto es que tiene en cuenta los escenarios futuros de cambio climático, algo fundamental en la gestión forestal. “No podemos diseñar un paisaje forestal pensando únicamente en el presente. Las decisiones que tomamos hoy deben anticiparse a los escenarios climáticos que tendremos dentro de 30, 40 o 50 años, cuando el bosque que estamos gestionando deberá estar plenamente adaptado”, señala Palacios.
El equipo de la UCO – formado por los investigadores Guillermo Palacios, Rafael Navarro, Miguel Ángel Lara y Carlos Rivas–, trabaja en el desarrollo y validación de esta herramienta digital, que analiza cómo se han comportado los incendios forestales en diferentes entornos durante las últimas décadas.
A partir de datos geográficos, ecológicos, sociales y económicos, se busca detectar patrones que permiten evaluar el grado de resiliencia de un paisaje determinado, gracias a modelos de aprendizaje automático, una rama de la inteligencia artificial.
Diseñar este índice de resiliencia es una labor compleja que requiere un enfoque multidisciplinar. “No es fácil definir qué es un paisaje resiliente”, reconoce Palacios. “Para un ingeniero gestor forestal es el que resiste el fuego y se regenera rápido tras un incendio. Pero para un habitante local, puede ser el que le permita mantener su sustento de vida y, para un gestor público, el que tenga mayor valor paisajístico o turístico”, aclara el investigador. “Todos esos puntos de vista deben estar reflejados en el índice y su herramienta de cálculo y cartografía”.
Por eso, además de utilizar datos ecológicos como pueden ser la estructura y composición de la masa forestal, la fragmentación del paisaje o las características climáticas, el índice también tiene en cuenta factores sociales y económicos como pueden ser la accesibilidad, los caminos de acceso, la proximidad de la población, los usos del suelo o la disponibilidad de medios de extinción.
Por el momento, el equipo de la UCO está manteniendo reuniones con expertos de distintos ámbitos (gestión forestal, emergencias, economía rural, hidrología, entre otros), para validar el modelo y llegar a una definición compartida de “paisaje resiliente”. Pero el objetivo de la herramienta es ayudar a traducir los datos en recomendaciones concretas, como la creación de parches de vegetación con distintas características de combustibilidad o la introducción de especies que pueden favorecer una regeneración eficiente tras un episodio de incendio.
El ahorro económico que puede generar esta herramienta es difícil de cuantificar, pero los costes derivados de un incendio van mucho más allá de la pérdida de arboleda. Afectan al agua, a las emisiones de carbono, el paisaje, el turismo, la recolección de productos silvestres y la seguridad de las personas. “Algunos impactos son visibles en el momento; otros aparecen décadas después y en lugares muy alejados del foco del incendio”, apunta Palacios.
El modelo desarrollado no sustituye a la acción humana, pero sí proporciona información clave para mejorarla. El proyecto prevé la transferencia de resultados para que las administraciones competentes puedan usar este índice en el diseño y ejecución de planes de restauración en base a esta herramienta.
El proyecto Refloresta, cofinanciado por Interreg y la Autoridad de Gestión del Programa de Cooperación Transfronteriza Interreg España-Portugal y el Feder, es una colaboración transfronteriza entre entidades de España y Portugal, que reúne administraciones, universidades, empresas y asociaciones forestales como la Universidade de Trás-os-Montes e Alto Douro, la Universidad de La Coruña, las juntas de Castilla y León y Andalucía, la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía, y las empresas IDAF Y Bóreas.
El reto, en última instancia, es aprender a convivir con el fuego y reducir sus impactos. Para lograrlo, es fundamental anticiparse a las condiciones que impondrá el cambio climático y diseñar paisajes forestales que, no solo sean resistentes a los incendios, sino que generen valor para quienes los habitan. Porque, como recuerda Palacios, “El monte requiere de inversiones para mantener los servicios ecosistémicos que provee a la sociedad. Si las masas forestales no ofrecen también rendimientos económicos, es difícil mantenerlas. Y eso también forma parte de la resiliencia”.
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