Las trabajaderas ya esperan al costalero
A dos días del Domingo de Ramos, los costales ya están secándose en las azoteas a la espera de que se abran las puertas de los templos y dé comienzo la semana más cofrade
Ya quedan pocos días, apenas horas, para que los costaleros vuelvan a escuchar un año más la voz de su capataz guiándole a través de las calles, sirviendo de ojos a sus pies que llevan y pasean los palios y misterios de la Semana Santa cordobesa. Son muchas las horas de ensayo, la mayoría de ellos en invierno y de noche, pero todo queda atrás cuando ponen las suelas fuera del templo y deleitan a los cordobeses y turistas con los andares cofrades. Nervios, preparación y rituales, todo ello para afrontar algo que durará unas pocas horas y que no volverá a repetirse hasta dentro de un año. Eso sí, ellos, los costaleros, empiezan la cuenta atrás desde que acaba el Domingo de Resurrección.
Es el caso de Juan Manuel Montes, hermano de La Paz y costalero de su paso de misterio, el Cristo de Humildad y Paciencia. Montes cuenta que los nervios "nunca se pierden" y que no sólo aparecen las horas previas a enfundarse el costal, sino desde la semana de Pasión, "siempre he dicho que benditos nervios, porque el día que no estén, será mala señal". En cuanto al ritual previo a meterse debajo del paso, este costalero afirma que no hace nada especial, más que descansar y comer bien ese día, preferiblemente algo de pasta. Además, Montes explica que la Semana Santa no se queda sólo en una semana, sino en todo un año, ya que "las cuadrillas de costaleros están ahora mismo en un punto en el que no sólo es la Cuaresma y la semana grande, es mucho más, es una amistad la que se llega a hacer compartiendo muchos momentos durante el año, tanto buenos como malos".
En las trabajaderas de Humildad, junto a Montes, se encuentra Juan Francisco Ramos, que además también pasea la Virgen de la Palma, de la hermandad de la Borriquita. Ramos afirma que los nervios se sienten hasta el último segundo. "Yo lo comparo con la noche de Reyes para un niño, es algo mágico y especial que sólo quien lo comparte lo puede entender". A diferencia de Montes, este costalero sí que tiene un ritual cuando se mete debajo del paso. Primero reza, después besa la trabajadera "porque va a ser mi fiel compañera" y después disfruta. Por todo ello, afirma que el tiempo dedicado a los ensayos merece la pena, además de por la convivencia, por la preparación psicológica y física. En cuanto al debate que se genera en torno a la diferenciación entre el costalero que es hermano de la hermandad del paso que lleva y el que no lo es, Ramos, que se ha visto en esa situación, afirma que son sensaciones distintas. "Siempre se disfruta, pero no es lo mismo pasear a tu imagen, esa a la que dedicas cada rezo del año, con la que compartes cada confidencia y a la que vas a ver a su capilla para sentir consuelo, hacer esa estación de penitencia es como devolverle todo lo que ella hace por ti", sentencia.
Jesús Ortigosa es costalero de varios pasos, como la Virgen de la Alegría o la Sentencia, además de capataz de la Borriquita y de la Virgen del Rosario. Lleva 14 años colocándose el costal y entrando bajo la parihuela, pero los nervios siempre son los mismos, "el día que no los sienta, dejo esta bendita afición a otra gente que venga con ilusión". El único ritual que confiesa seguir es el de tener bien preparada la ropa, "preparo con esmero el único arma de la que disponemos para enfrentarnos a la fría madera de la parihuela, el costal y la faja" y coincide con el resto en que los ensayos de las cuadrillas crean amistad. "Se crea tal ambiente de compañerismo y hermandad que suprimir los ensayos de alguna cofradía repercutiría negativamente en el ambiente de dicha cuadrilla de cara al día de su estación de penitencia", dice.
Bajo la voz de Ortigosa se mueve Iñaki García, costalero de la Borriquita y del Rosario, además de la Candelaria, el Prendimiento y el Perdón. García ve el ensayo como algo más físico, además de la convivencia, "no deja de ser un entrenamiento, así lo llamaría yo, en el que se carga el peso y se iguala correctamente para realizar el esfuerzo". Y en cuanto a esos nervios previos, este costalero afirma que "claro que se sienten, pero más que nervios es responsabilidad por el trabajo y por lo que hacemos que es pasear al Señor y a su madre".
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