"El toro es mi amigo, me hace ser feliz"

Lleva dos décadas junto a una de las principales figuras del toreo, Enrique Ponce, al que él considera sin dudarlo, y aportando argumentos, como "el mejor de la historia"

UN cuarto de siglo lleva el cordobés Antonio Tejero ligado al mundo de la tauromaquia. De novillero prometedor pasó a ser uno de los hombres de plata más seguros y efectivos, como corroboran sus 23 años acompañando a Enrique Ponce. Un cuarto de siglo en los toros significa un cuarto de siglo en la carretera, recorriendo el país, siendo juzgado en la plaza por los que lo ven desde la barrera y enfrentándose a unos animales que anuncian en sus pitones que la línea entre la vida y la muerte es afilada.

-Lleva toda una vida recorriendo España, como los rockeros; es usted una voz muy autorizada para decirnos si como país realmente existe, si hay algo en común.

-Es verdad que cambia mucho el país en cada sitio, las formas de vivir de la gente, de expresarse… En el Norte siguen creyendo que los andaluces estamos todo el día cantando y bailando. Y nosotros nos creemos que allí arriba nos van a poner una bomba en el coche. Cada región tiene su cultura. En Andalucía, el público es muy distinto al del Norte. Aquí la disposición de la gente en los toros es más alegre. Bilbao, por contra, es una plaza muy seria, aunque te agradecen los esfuerzos que haces delante del toro; y San Sebastián, que está al lado, es como la noche y el día y es aún más seria. En Zaragoza tienen también sus ideas particulares. Ahora menos, pero antes, sobre todo cuando salía al extranjero, decía yo: como en España no se vive en ningún sitio. Viajas por América y no encuentras término medio, o muy ricos o muy pobres, hay mucha miseria y como sigamos así pronto nos veremos nosotros en la misma situación.

-¿Son los toreros los últimos representantes de la emigración española?

-Sí, es verdad. Pero es bonito cuando te vas a hacer las Américas, sobre todo los primeros años cuando no conoces esos países, llegar a México y, como voy con Enrique Ponce, torear en la México con 50.000 personas dentro, igual en Lima, en Bogotá… Son momentos muy bonitos.

-¿Qué tal Barcelona?.

-Ahora mismo es de las plazas de primera que mejor puedes ir; te echan un toro más normalito. Tienen una afición extraordinaria, aunque la política se ha mezclado con los toros en una ciudad que antes daba toros jueves y domingo en sus dos plazas. Allí no puedes hacer publicidad de las corridas, dicen que encrespas a la gente; si quieres saber si hay toros en Barcelona tienes que ir a la plaza a preguntar. Hay censura por tanto. Barcelona es de las plazas que más me agrada; la gente te agradece mucho lo que haces.

-¿Si se pierde Barcelona para el toreo se pierde algo muy propio?

-No creo que lo quiten, pero si lo hacen atenta contra la libertad de la gente. Estamos en una democracia y yo concibo la democracia como que cada uno respete a los demás. Cuando vienen con el hacha de guerra de prohibir, prohibir… eso no es una democracia. A mí no me gustan muchas cosas de las que veo, pero no me manifiesto en contra de nadie, lo respeto aunque no lo comparta. Si a usted no le gusta algo, no vaya. El que quiere abolir las corridas quiere abolir al toro como animal. La gente por ignorancia se manifiesta en contra, o lo hace por 50 euros, como nos ha pasado con una manifestación en León donde fueron a molestar hasta la puerta del hotel y un picador vio a una muchacha que conocía; le dijo: "Pero tú que haces ahí" y ella le respondió: "Pues mira, que me han dado 50 euros por venir". No sé a quien beneficia esto con la crisis que hay, con los miles de millones que genera la fiesta de los toros. Te puedo además garantizar que es donde más impuestos se pagan.

-¿Quién ama al toro bravo?

-El ganadero y el torero. Muchas veces me da lástima de un toro. Cuando le dicen el enemigo yo disiento. Enemigo es el que rodea a la Fiesta. El toro es mi amigo, un animal que me hace ser feliz, realizarme como persona; por su culpa, me he orientado en la vida.

-¿Cómo lleva la profesión la crisis?

-Está ahí. Imagínate, si no tiene la gente para comer, pues menos para el lujo. Y además se está jugando un poco con la ilusión de la gente porque ves ferias con carteles que la gente no quiere ni ver, son los carteles del timo de la estampita en el que los empresarios y apoderados se intercambian los cromos: tú pones a mi torero y yo pongo el tuyo. Demasiado está yendo la gente a los toros. Se tira muchas veces en la feria del abono de José Tomás y José Tomás no puede ser dios. Las empresas se aprovechan de su tirón y te hacen tragar con cosas que la gente no quiere ver, tampoco hay derecho a esos mini abonos que obligan a comprar al espectador si quieren garantizarse la corrida de José Tomás. En los toros, si el año 2009 fue malo, éste va a ser peor.

-¿Estamos en manos de los bancos y las hipotecas basura, y vosotros en manos de los empresarios basura?

-Con dos años malísimos y reducción de 400 festejos y siguen sin darle cabida a los jóvenes. Hoy se va un chaval a torear a Madrid y no le sirve de nada triunfar. Madrid es lo único que tienen para abrirse paso y ni triunfando les vale, y además a veces la oreja que pide el público se la escamotea el presidente. Eso es muy doloroso. Cuesta mucho trabajo torear. En febrero ya están hechas las ferias y habría que dejar unos puestos libres para los que van triunfando durante la temporada. Antiguamente el que triunfaba en Madrid toreaba 50 corridas; hoy eso no es así, no les dejan posibilidad de demostrar sus ganas.

-¿Son los toreros los últimos realmente expuestos al escarnio público?

-Pues sí, en cierto modo, dentro de todas las injusticias al final estás solo y es la gente la que te juzga. El público es el que paga y es el que pide las cosas, aunque a veces la autoridad, el presidente, no le haga caso. El público es el que se tiene que ir contento del espectáculo. Ahora ocurre que los presidentes no dan la oreja hasta que el toro ya está enganchado a las mulillas para que la gente no le pida la segunda oreja; es una manera de influir en la gente pues al siguiente toro los espectadores ya ni le piden la oreja porque no les escuchan.

-¿Entonces, eso de la democracia en los toros, algo que era un refugio en este país incluso cuando los reyes aún eran absolutistas, se ha perdido?

-Por supuesto. Y como mires un poco de mala manera al presidente te denuncia porque dice que estás alterando el orden público. No, el que está alterando el orden público es usted, no yo.

-¿Qué hay detrás del oro y la gloria, detrás del que quería ser torero y se tiene que conformar con ser un hombre de plata?

-El desencanto está ahí porque tú sueñas con ser figura del toreo, pero son muchos sinsabores. Yo lo que no he podido conseguir con la muleta lo he conseguido con el capote y las banderillas. Pero, la verdad, desde que eres un niño, quieres ser torero y tienes una vejez prematura, no tienes infancia, todo es vivir para ser torero, para entrenar. Si tus amigos se iban a la discoteca tú no lo hacías por el qué dirán. Si quieres ser torero vives para ello, aunque no te diviertas en ese duro camino. Si consigues ser figura lo das por bien empleado; lo malo es cuando no lo consigues. Hay gente que se siente resentida y amargada. Lo bonito en la vida es aceptar las cosas como vienen, pero empleas unos años de tu vida que luego no los recuperas. Yo doy mis años por bien empleados porque tengo una situación muy buena como subalterno de Ponce y una familia maravillosa.

-¿Ha tenido que salir corriendo de la plaza de algún pueblo al estilo de la novela Los clarines del miedo?

-Un día, cuando era novillero, hice una gran faena en Fuencaliente pero maté mal y la gente, acabado el festival, se tiró a la plaza y me decía "muy bien, muy bien" y yo creía que estaban contentos; luego, cuando veo que me rodean y me dicen: "Has estado fenomenal, pero como no lo has matado aquí tenemos la costumbre de echar al torero a la fuente"; y allí había un pilón grandísimo y salió en mi defensa mi amigo, ya fallecido, Antonio Fernández, que había sido campeón de España de halterofilia; no he visto pegar más tortas en mi vida, volaban los tíos como en las películas de Bud Spencer, así hasta que llegó la Guardia Civil a rescatarnos.

-¿Quedan muchos toreros con botijo en el callejón?

-Eso se perdió, pero algunos lo están recuperando. Me acuerdo, cuando niño, que tenía mi padre un bar en la antigua carretera de Madrid, y pasaban aquellos coches de cuadrillas, esos cadillacs, con su baca y su búcaro arriba, una imagen preciosa.

-¿Añoras también otros tiempos en la forma de torear?

-El que fue figura antes hoy -salvo excepciones como Benítez, que era un genio- no lo sería hoy con los toros que salen. El toro ahora es grande, poderoso, y además la gente está como está, que no perdona una. Dudo de que una figura del pasado lo fuese hoy.

-¿Cómo es el público?

-Es superexigente. El público lo mismo le da por no hacerte caso, y aunque te juegues la vida no lo tiene en cuenta. Y luego algún gracioso te dice miau, cuando te estás enfrentando a un toro de 550 kilos y dos puntas afiladas. En según qué casos la vida se ha ido humanizando, en según qué profesiones. Un albañil , por ejemplo, en una obra tiene su arnés para no caer al suelo, un motorista en las carreras lleva sus cascos con protecciones en todos lados y aquí en el toro, cuanto más grande, cuanto más astifino, mejor. La gente cuando cae un picador se ríe y aplaude; y cuando no hace caso a lo que hace un torero, si el toro lo coge inmediatamente cobra interés, parece que quieren que se coja al matador.

-Bueno, en el siglo XIX tiraban a los toreros gatos y perros muertos…

-No des ideas, que acabarán llevando una talega gatos. El toro de antes le pasaba al de hoy por abajo. Hoy además llegan y te dicen el toro está afeitado, y luego llegas a cualquier pueblo y te encuentras un toro astifino. Muchos días se llega ya incluso a un festival y es lo mismo. En el campo hay toros astigordos, astifinos, como hay personas gordas o canijas. Luego van en las ganaderías y los meten en el mueco para ponerle unas fundas a las puntas y luego para quitárselas antes de llevarlo a la plaza, y corren a los toros en los toródromos con perros, quarks y caballos y, como consecuencia, llegan los toros resabiados; finalmente está el agravante de que a algunos le sacan puntas porque un toro en la dehesa no tiene esas puntas que aparecen en la plaza. No se olvide que los cuernos son sus defensas y en sus hábitats se dan con piedras, con el suelo.

-¿Quién es Enrique Ponce?

-A estas alturas no lo voy a descubrir. Es, en mi opinión, el torero más grande que ha dado la historia, con su capacidad y su valor. Para hacer lo que él hace hay que tener un valor a prueba de bomba; para que la cabeza funcione como le funciona a él delante del toro hay que tener las ideas muy claras. Y para tener las ideas muy claras tienes que tener muchísimo valor. Todas las figuras han durado 8 ó 10 años como mucho arriba, pero él lleva 20 años. Lo más astifino, grande y las ganaderías más complicadas que ha habido, todo lo ha matado Enrique Ponce, con sobresaliente cum laude.

-¿Y quién es José Tomás?

-Un grandioso torero, que duda cabe. Tiene valor a prueba de bomba y es un ídolo de masas. No lo he vivido con él y por eso no te puedo hablar como de la largura de Ponce, pero a la vista están sus logros. Todas las ferias y abonos tiran de él. Lo pongas cuando y con quien quieras, siempre llena, es una garantía para la Fiesta. Es un grandioso torero como Morante es un genio, El Juli un gran figurón del toreo, Manzanares está en el camino de ser figura, y luego hay muy buenos toreros como Perera o Castella.

-En otros tiempos hubiese sido impensable que no coincidiesen 20 tardes al año un José Tomás y un Ponce…

-Ha sido un poco por incompatibilidad de caracteres, un poco ponerse de acuerdo. Si a uno no le gusta que lo televisen , a otro sí. Partiendo de la base de que es un cartel muy caro. Porque si José Tomás se lleva x, Ponce también pide su dinero. Ninguna plaza puede asumir el coste. La única vía de escape es la que ha dicho Enrique varias veces, la televisión. Un Madrid- Barça no se puede dar sin televisión. Enrique incluso sugirió hacerlo en Barcelona por cómo está allí la situación, pero con la tele por medio. Se respeta que José Tomás no quiera tele, pero sin ella no es posible. Ponce nunca le ha hecho ascos ni a ningún torero ni a ninguna ganadería.

-¿Está en Francia el futuro de la Fiesta?

-Allí hay un máximo respeto y si se manifiestan en contra de los toros no te insultan y la policía está pendiente del asunto. Aquí insultan, tiran cosas. Sin ir más lejos, después de torear el Festival de Cáncer, una obra de caridad que hacíamos los toreros para la gente que lo necesita, lloviendo, jugándonos la vida en el albero, todo por un dinero que se emplea bien, salimos de la plaza y unos niñatos nos llamaron "Asesinos", insultándonos. ¿Un niño con 14 años tiene motivos para insultar? Hay una falta de respeto y de humanidad. Los toreros somos los más generosos del mundo. Con Ponce todos los años toreamos 7 u 8 corridas benéficas, para el cáncer, el síndrome de down, un montón de enfermedades con las que siempre la profesión ha sido generosa y ha estado ahí, desinteresadamente, y encima te encuentras con estas cosas. En Francia no hay ese tipo de problemas

-Y además allí venden libros en vez de pipas a las puertas de las plazas…

-Libros de toros, allí es una fiesta y hay alegría. O en México que te dicen siempre suerte y cosas preciosas como que el arte no tiene fronteras o maestro no te retires nunca, te amo, te adoro. Y aquí llegas a la plaza y te sale el primer cafre y te dice "a ver cómo te portas". Los toreros hacemos en la plaza lo que podemos, sea de pueblo o de capital, porque yo respeto desde al más humilde campesino al más rico. A todo el mundo le cuesta mucho trabajo ganarse un duro y yo no puedo ir a aliviarme a un pueblo, voy a dar lo máximo de mí en ese pueblo.

-¿Cómo se vive el haber sido el más famoso de tu familia y que te adelantes tus hermanos?

-Con mucho orgullo. Estoy muy orgulloso de mi hermano Fernando (célebre actor de cine y televisión) y también de los demás, incluido mi hermano Pedro, que nada tiene que ver con el mundo de la farándula y que jugaba al fútbol sala en división de honor. Mi hermano Fernando se ha convertido en el más famoso, e incluso en Hispanoamérica me dicen que ven sus series, y eso me llena de orgullo y satisfacción. Es un niño que ha salido de la nada, y en contra de todos nosotros que nos pitorreábamos de él, lo hacíamos llorar; y mira lo que ha conseguido. La gente te para por la calle para hablarte de él y eso es muy bonito. Y mi hermano José María es en su puesto el mejor con mucha diferencia, banderillea en cualquier sitio, siempre bien colocado en la plaza.

-¿Qué es el miedo?

-Está ahí y cada uno coge el puñado que puede, y conforme pasan los años lo ves más. Con 20 años te da todo igual, no le veías el peligro ni al toro más malo del mundo, pero con los años lo ves día a día y te haces más responsable. Los años pasan, tengo ya 49 y pesa cada vez más. A veces dices: ¿qué pinto aquí? Cuando se quite Enrique, me iré detrás. Cuando lo vea tan complicado que me dé miedo ponerme delante, me quito.

-Ves cornadas buscando la faena, ves la muerte del toro cada día. Hábleme de la muerte.

-Es así, es ley de vida, está ahí, es inevitable. Es mejor no saber cuándo mueres porque te volverías loco. ¿Miedo a la muerte? Me daría miedo dejar a mis hijos desamparados, pero cuando ves a tu familia y a tus hijos situados, le has dado estudios, dices: misión cumplida. Si los dejase chiquitos o desamparados sería otra cosa.

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