La tensa escucha de los sonidos que emite el río

Los vecinos del Callejón del Junco y Río Seco de Palma del Río pasan la noche en vela

Un grupo de vecinos del Callejón del Junco de Palma del Río.
Belén Higueras / Palma Del Río

25 de febrero 2010 - 01:00

Si hay un lugar en el que la noche viene siendo diferente al de otras zonas de Palma del Río, ése es el Callejón del Junco. Desde hace dos días, los moradores de este peculiar rincón de la Vega escuchan los sonidos del río, a la espera de detectar ese ruido que sólo ellos saben escuchar y que les dicta que tienen que dejar sus casas, que el peligro es inminente. En esa tensa espera, cada vecino cuenta su experiencia, su situación o si han hecho caso, o no, a la recomendación de abandonar sus casas hasta que pase el peligro. Sin embargo, todos coinciden en algo, en recordar aquel fatídico 1997, el año en el que la confluencia de los ríos Guadalquivir y Genil en Palma del Río causó daños muy graves en la ciudad.

Josefa Barrasa es una de las vecinas del callejón del Junco que, como otras tantas, pasó la noche en vela pendiente de si el Genil entraba en su casa. "El río es imprevisible y yo decidí mandar a mis tres niñas a casa de una hija a Peñaflor y quedarme con mi hijo de 21 años esperando, por si tenía que salvar los muebles si llegara el caso". Su vecina, Dolores Barea, optó por hacer caso a las recomendaciones del alcalde y decidió, tras tabicar la puerta de entrada, pasar la noche en casa de un familiar. Por su parte, Carmen Santiago se considera un poco más afortunada porque vive en una casa de dos plantas, aunque también se pasó la noche en vela escuchando, desde su azotea, el sonido del río, ya que para muchos es un indicador de proximidad. Aún así, los vecinos agradecen "todo el trabajo y la disposición" del Ayuntamiento, "sobre todo cuando una no sabe para dónde va a tirar", explica Carmen Santiago.

Pero no solo el Callejón del Junco vivió la noche en vela, también los vecinos de la calle Río Seco estuvieron en alerta. Manuel Díaz, propietario de una empresa de construcción, explicó que su familia ya ha vivido tres riadas de gran envergadura. La de 1867, 1963, 1997 y la de este año, por eso "y porque no me fío del río he optado por adoptar mis propias medidas de seguridad y dormir en mi casa".

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