"La caza está sufriendo ataques brutales, hay mucha doble moral"

francisco javier cano. Delegado en córdoba de la federación andaluza de caza

El colectivo ha convocado una manifestación el próximo 30 de septiembre para reivindicar su papel en el mundo rural a la que también están llamados agricultores y ganaderos

Francisco Javier Cano, en un momento de la entrevista. / Reportaje Gráfico: Barrionuevo
Ángel Robles

10 de septiembre 2017 - 02:34

Francisco Javier Cano (Puente Genil, 1956), delegado de la Federación Andaluza de Caza en Córdoba, practica esta actividad desde hace 45 años. El colectivo prepara una gran manifestación estatal que tendrá lugar en Córdoba capital el próximo 30 de septiembre, coincidiendo con la celebración de Intercaza, que organiza la Diputación, para reivindicar la vigencia del mundo rural en un presente cada vez más fiscalizado, sobre todo, por las redes sociales. "Nos sentimos atacados", argumenta. Cano reivindica la labor de los cazadores en el cuidado de los montes o el control de la sanidad animal.

-¿Qué papel social desempeña en la actualidad la caza?

-Las sociedades de cazadores son una parte muy importante de la vida en el mundo rural, pues en todos los municipios hay una organización y en algunos, más de una, incluso seis o siete, como es el caso de Castro del Río. En la provincia, en total, hay 200 sociedades de cazadores y 1.480 cotos, de los que 1.200 son de caza menor y 260, de mayor. En todos los municipios de la sierra, desde Hornachuelos a Villaviciosa, Espiel o Alcaracejos, este sector es fundamental, igual que pasa en la campiña con la caza menor. En total, somos 17.000 federados en Córdoba. Es algo que cuesta comprender en una ciudad como Córdoba capital, donde la sociedad más cercana está en la barriada periférica de Alcolea, pues esa distancia dificulta conocer cómo funcionamos o en qué consiste de verdad esta actividad y la gente se deja mucho llevar por lo que se dice en las redes sociales sobre nosotros, donde habitualmente se destacan aspectos negativos y tergiversados.

"Los cazadores somos ecologistas, pues nos interesa que la situación del medio ambiente sea óptima"

-Las principales críticas llegan desde quienes se definen como ecologistas. ¿Está reñida la caza con el ecologismo?

-Los cazadores nos consideramos ecologistas, porque nos interesa más que a nadie que la situación del medio ambiente sea óptima y la densidad de la población cinegética sea buena para que la actividad sea fructífera. En el pasado, en otras épocas, sí ha habido problemas con la caza de lobos e incluso de linces, que ahora es inconcebible, pero hoy en día las especies protegidas son totalmente respetada. Existe un catálogo de especies cinegéticas aprobado por la Unión Europea y todo está legislado y regulado al milímetro. Así que con los ecologistas siempre nos hemos entendido, el problema está con los animalistas, que son también antitaurinos y anticaza. Es llamativo que arremeten contra estas actividades, pero dicen poco sobre la ganadería intensiva, por ejemplo, donde se producen auténticas masacres.

-¿Hay una doble moral entre este colectivo?

-Por supuesto que sí hay una doble moral, pues entiendo que la mayoría de animalistas también come carne y que esta carne se produce en granjas intensivas donde los animales apenas tienen espacio para vivir. La reflexión que hay que hacer es qué animales tienen derechos y cuáles no, o cuándo se tienen esos derechos y cuándo no. Es una situación muy compleja. Podemos sentarnos a explicar en qué consiste la caza a alguien que lo desconozca, pero no a alguien que ya está situado en contra y que no tiene ninguna intención de cambiar su actitud.

-¿Qué aporta la caza al medio ambiente?

-El medio ambiente es nuestro escenario, nuestro terreno de juego, por lo que nos interesa que esté en condiciones óptimas para que la densidad de ejemplares sea elevada. La temporada de veda es muy limitada, desde octubre a principios de año, apenas tres o cuatro meses, y lo que desconoce la gran parte de la gente es que durante todo el año estamos cuidando del coto, de los montes, controlando que a los animales no les falte comida… De alguna manera, somos los ojos de la administración para evitar incendios, luchar contra el furtivismo o detectar enfermedades. Y tampoco podemos olvidarnos de la riqueza que genera esta actividad en el mundo rural. A Córdoba está viniendo gente de toda Europa para practicar, porque tenemos cotos de mucho prestigio.

-Hagamos un poco de ficción. ¿Qué pasaría si la caza se prohibiera?

-El principal problema sería el contagio de las enfermedades como consecuencia de la sobrepoblación, pues la caza ayuda a controlarlas. Muchas de las enfermedades que ahora afectan a la caza mayor surgieron de las granjas y parece que ahora las especies salvajes están devolviendo la moneda. Sería un problema enorme de sanidad animal. Y luego estarían las consecuencias económicas directas, pues los ciervos, por ejemplo, ya están empezando a causar problemas en los olivares y el conejo, en los cultivos de campiña como la vid.

-La Federación Andaluza de Caza participa en la organización de una gran manifestación a finales de mes en Córdoba capital para reivindicar la vigencia del mundo rural. ¿Cómo ha surgido esta convocatoria?

-Reivindicamos nuestra condición de cazadores. La manifestación no va contra nadie, sino para reafirmarnos en nuestra afición y están llamados a participar pescadores, rehaleros y también agricultores, ganaderos… Es una convocatoria que pretende visibilizar el mundo rural y sus tradiciones, algo así como decir en voz alta que soy cazador y no tengo por qué ocultarlo, pues parece que en algunos ambientes urbanos esto no se comprende.

-Entiendo que si ha surgido esta iniciativa es porque de alguna manera se sienten atacados.

-Sí, desde las redes sociales sobre todo. Es muy fácil decir barbaridades desde la distancia y el anonimato y ya se han interpuesto varias denuncias porque hay quienes nos han llamado asesinos. No hace mucho, se divulgó la foto de una cacería en la que aparecía un niño posando junto a unos animales abatidos, y hubo quien dijo que los que deberían estar muertos son nuestros hijos. Son unos ataques brutales y nos están afectando bastante a los cazadores, los toreros, los ganaderos... En definitiva, a todo lo que no sea urbano.

-¿Sienten ahora una animadversión que no existía hace unos años?

-Sí, esta situación se ha magnificado en los últimos tres años, sobre todo por la influencia de las redes sociales. Ahora existe una facilidad de comunicación tremenda impulsada por internet, que es una herramienta muy buena cuando se utiliza bien. A la concentración vendrá gente de toda España. El principal organizador es la Federación Andaluza de Caza, aunque nos apoyan numerosas organizaciones y colectivos como Asaja.

-La Junta de Andalucía aprobó en agosto el nuevo reglamento cinegético tras cinco años de gestiones. ¿Qué va a suponer esta normativa?

-El reglamento va a poner orden en una serie de aspectos importantes para los cotos y, sobre todo, incorpora nuevas modalidades como la caza a diente con perro, la caza del zorro en madriguera o la perdiz con reclamo, que a pesar de ser una modalidad histórica no aparecía reflejada en ningún sitio. También regula el aguardo nocturno del jabalí, que va a ayudar a solventar la sobrepoblación de este animal en algunas zonas. El reglamento, además, agilizará todos los trámites administrativos que conlleva esta actividad.

-¿Qué queda pendiente?

-Siempre quedan asuntos pendientes, pero hay que reconocer que la Consejería de Medio Ambiente ha tenido en cuenta el 85% de nuestras reivindicaciones y algunas de las que no ha atendido ha sido por dificultades jurídicas o técnicas. Echamos en falta, por ejemplo, más autonomía para las sociedades de cazadores, pues a veces nos encontramos con numerosos cortapisas, o una licencia única, pero eso no depende únicamente de la Junta de Andalucía.

-¿Es la caza una actividad para gente de dinero?

-Por supuesto que no. En Córdoba somos 17.000 federados y está claro que no hablamos de ricos. La federación representa a la caza social. La que exhibe grandes trofeos en África no tiene nada que ver con nosotros. Esos que se hacen las fotos con los antílopes no necesitan federarse. A nosotros nos cuesta pagar nuestro coto, nuestras licencias... La federación es una organización sin ánimo de lucro.

-Y ahondando en el perfil habitual del cazador, ¿es una afición que sólo la practican los hombres?

-Claro que no y, por suerte, cada año hay más mujeres federadas, aunque esto sucede a cuentagotas. Yo las animo a participar, al igual que ya ocurre en las instituciones y en todos los aspectos de la vida. En la Federación Nacional hay una sección de mujeres cazadoras aunque no en Andalucía, porque es un colectivo todavía muy poco numeroso, al igual que en Córdoba. Conozco a una mujer federada en Iznájar, a un par de ellas en Cabra…

-¿Está garantizada esta afición entre los jóvenes o, por el contrario, considera que existe un desapego creciente?

-Existe un problema para que llegue gente joven, porque cuando tienes 14 ó 15 años todo son dificultades, sobre todo económicas. Aunque no se requiera de una inversión muy fuerte, hay que superar un examen en la Consejería de Medio Ambiente y también hay que obtener la licencia de armas. Todo esto cuesta dinero, aunque no sea mucho. Los jóvenes que se incorporan es sobre todo porque tienen familiares que son aficionados y les llama la atención.

-La Consejería de Medio Ambiente ha iniciado una campaña para cambiar la imagen que del lobo se tiene en el mundo rural. ¿Cuál es la posición de la Federación Andaluza de Caza?

-La federación apoya que la población de lobo se expanda de manera natural, pues permitiría una selección natural en favor de las especies cinegéticas más fuertes. Además, la densidad es tan grande que apenas notaríamos la acción del lobo. Quienes ponen problema aquí son los ganaderos; es la cabaña la que sufre los ataques y las indemnizaciones de las administraciones públicas, por desgracia, tardan muchísimo en llegar.

-¿Se está haciendo lo suficiente para evitar el furtivismo?

-En la actualidad, la incidencia del furtivismo es residual, no se trata de un problema relevante aunque de vez en cuando hace mucho ruido. La federación es la primera interesada en que al furtivo se le aplique todo el peso de la ley. Antes, por desgracia, sí había gente que vivía de eso, en muchos casos como actividad económica para poder alimentar a su familia. El furtivismo que sigue existiendo es de trofeos y funciona por encargo. Parte de gente sin escrúpulos, pero insisto en que es algo anecdótico.

-Al final de la temporada, sobre todo en los municipios de campiña, es habitual ver perros y podencos abandonados y hay cada vez una sensibilidad mayor entre la sociedad. ¿Está haciendo algo la federación para evitarlo?

-Me atrevería a afirmar que, en un 90%, los perros que se abandonan son robados. Los prueban y, si no funcionan, los tiran al final de la temporada porque no les tienen ningún afecto. Pero, para la gran mayoría de cazadores, afortunadamente, el perro es un miembro más de la familia. Es un animal que te acompaña durante muchas horas y que te da muchas satisfacciones. Hace unos años, la federación puso en marcha una campaña de concienciación para luchar contra el abandono. La federación se ofreció a recoger estos animales y entregarlos a protectoras, y ahí descubrimos que la incidencia era mínima. Según datos del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, sólo el 12% de los perros abandonados pertenecen a cazadores. Más problemas hay con las mascotas que se les regalan a los niños para Reyes y que se dejan en la calle a los pocos meses.

-En la campiña se ven cada vez menos perdices y, de hecho, Medio Ambiente ha reducido este año el cupo. Igual ocurre con las tórtolas. ¿Es consecuencia de la caza sin control?

-No, la caza es una actividad fuertemente controlada. En el caso de la perdiz, el principal problema son las prácticas agrícolas intensivas, que han arrasado su hábitat. La poca comida que encuentran son semillas tratadas con insecticidas, por lo que la mortandad es muy elevada y son pocas las que llegan a la edad adulta. En todo caso, la situación ha mejorado este año y las zonas más perdiceras, como Fernán Núñez, presentan mayores densidades. En el caso de la tórtola, los problemas son la invasión de la tórtola turca y, sobre todo, el cambio climático. Antes venían a la península porque el clima era más suave, pero ahora se quedan en el norte de Marruecos porque la temperatura es igual y tiene más comida. En el caso de la tórtola turca, no está permitido cazarla al encontrarse incluida en el catálogo de especies invasoras.

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